Una alianza en ciernes
Si los líderes occidentales buscaban alguna señal de divergencia significativa entre Xi y Putin, la espera fue inútil
Días después de regresar de un viaje a Europa, donde fue aleccionado en Francia sobre la necesidad de controlar a Rusia, el líder de China, Xi Jinping, aprovechó la Cumbre con el presidente Vladimir V. Putin para transmitir una realidad incómoda a Occidente: el apoyo al Presidente Putin permanecerá firme.
No era una visita más
El presidente ruso, Vladimir Putin, visitó China los días 16 y 17 de mayo para celebrar otra nueva Cumbre con el presidente Xi Jinping. Esta fue su segunda visita a Beijing en seis meses. Putin y Xi se han reunido más de 40 veces desde 2010. La Cumbre debe examinarse en el contexto de la histórica cumbre de febrero de 2022, en la que las dos partes anunciaron una asociación «sin límites».
La visita de Putin también estuvo precedida por una nueva calentura en las relaciones entre Estados Unidos y China, ya que una serie de visitas de altos funcionarios estadounidenses a Beijing terminaron en Washington con la imposición de fuertes aumentos en los aranceles a la importación de múltiples productos chinos, entre ellos los coches eléctricos. Además, el reciente paso de Xi Jinping por Europa Occidental y Central demostró su talla de estadista para hablar duramente con la UE, léase Macron, por un lado, y ampliar los contornos de la cooperación con Serbia y Hungría, por el otro.
Cuando el 16 de mayo Vladimir Putin llegó a Beijing, era el primer viaje de su quinto mandato e iba en busca del apoyo de su «amigo» Xi Jinping. La pompa y el boato con que fue recibido Putin en Beijing dejaron claro la importancia de esa relación y el alineamiento estratégico «sin límites» de los líderes. Xi dio la bienvenida a Putin en el Gran Salón del Pueblo con una ceremonia cuidadosamente coreografiada que incluyó una salva de 21 disparos, banda de música, guardia de honor y niños saltando y saludando en sincronía. Las imágenes de televisión que transmiten la majestuosidad del protocolo y la pompa militar, asociadas con una visita de Estado, fueron diseñadas para impresionar y transmitir que la relación Rusia-China está en su mejor momento.
Con el ejército ruso a la ofensiva en Ucrania, aunque con su economía aislada de Occidente como consecuencia de las sanciones por la invasión, Putin depende en gran medida de Xi, el líder de China, para obtener cobertura diplomática y apoyo financiero, incluidas enormes importaciones de petróleo ruso. En Beijing, Putin anunció que estaba dispuesto a reforzar los vínculos comunes para hacer frente a los intentos occidentales de contener a los dos países. «Estamos trabajando en solidaridad en la formulación de un orden mundial multipolar más justo y democrático», afirmó. También anunció la preferencia de China como socio comercial preferente de Rusia, destacó el uso del rublo ruso y el renminbi chino en las transacciones de los países, anunciando que las partes fortalecerían los contactos entre los respectivos sistemas bancarios.
Las conversaciones entre los jerarcas se presentaron como un símbolo de solidaridad entre dos autócratas que luchan contra la presión occidental. Emitieron una extensa declaración conjunta en la que denunciaron lo que contemplan como interferencia e intimidación estadounidenses y expusieron su alineación con el reclamo de China sobre el autogobierno de Taiwán y los «intereses de seguridad legítimos» de Rusia en Ucrania.
Además, se comprometieron a ampliar los vínculos económicos y militares, como fue simbólicamente anunciado mediante la visita de Putin a un instituto de vanguardia chino de investigación de defensa. Xi incluso inició un abrazo mejilla con mejilla cuando se despidió de Putin el jueves después de un paseo nocturno por el complejo de liderazgo del Partido Comunista Chino en Beijing.
Si los líderes occidentales buscaban alguna señal de divergencia significativa entre Xi y Putin, particularmente en lo relacionado con la guerra en Ucrania, la espera fue inútil. Tampoco disuadieron a Xi de abrazar a Putin ni el riesgo de alienar a Europa en su relación comercial necesaria para ayudar a la economía China, ni tampoco las acciones de sanciones estadounidenses contra los bancos chinos que ayudan al esfuerzo bélico de Rusia
Por su parte, Xi transmitió en su encuentro con Putin el mensaje de que los dos líderes comparten la visión de un orden mundial alternativo donde países autocráticos como China y Rusia puedan operar libres de interferencias de su rival común: Washington y sus aliados. Xi considera a Estados Unidos como el rival común de Moscú y Beiging. El líder chino elogió los vínculos entre sus dos países como «un modelo para un nuevo tipo de relaciones internacionales y relaciones entre las principales potencias vecinas». La clave de la relación, dijo, es que ambos estados «siempre se apoyan firme y mutuamente en cuestiones que involucran los intereses fundamentales y las principales preocupaciones de cada uno».
Los dos gobiernos emitieron una extensa declaración conjunta el jueves 16 por la noche, en la cual acordaron una cooperación más profunda en una variedad de áreas críticas, incluidas la espacial, la militar y la energética. El documento también apuntó particularmente a Estados Unidos, demostrando cómo las dos potencias autocráticas más poderosas del mundo están consolidando su alineación contra una comunidad de democracias dominadas por Washington.
En la declaración conjunta se acusó implícitamente a Estados Unidos y a sus aliados de «aplicar políticas de confrontación e interferir en los asuntos internos de otros estados, socavar la arquitectura de seguridad existente, crear nuevas líneas divisorias entre países, provocar tensiones regionales y promover la confrontación en bloque». El documento también pedía a Estados Unidos que no armara a sus aliados en Asia y Europa con misiles de alcance intermedio, una medida que fue posible después de que Washington se retirara del Tratado que regula estas armas en 2019, citando violaciones por parte de Moscú. Expresaba que Rusia y China «reafirman su seria preocupación por los intentos de Estados Unidos de alterar el equilibrio estratégico para asegurarse una ventaja militar decisiva (…) mediante la creación de un sistema global de defensa antimisiles y el despliegue de sus elementos en varias regiones del mundo (…) y en el espacio».
«Las Partes tienen la intención de aumentar la interacción y reforzar la coordinación para contrarrestar el curso destructivo y hostil de Washington hacia la llamada ‘doble contención’ de nuestros países», dijeron Xi y Putin en el comunicado. Los dos líderes también hablaron de boquilla sobre una «solución política» para el conflicto de Rusia con Ucrania, mientras que Xi también dijo que él y Putin habían acordado cinco principios para construir relaciones. Si bien elogió a Putin durante sus múltiples interacciones el 16 de mayo, Xi no reafirmó públicamente su compromiso con la asociación «sin límites» entre China y Rusia, a la que había suscrito poco antes de la invasión de Ucrania por parte de Putin y que luego no volvió a mencionar.
Hay que tener presente que esta visita formaba parte de las celebraciones para conmemorar el 75º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos estados. Los eventos públicos revelaron una atracción positiva entre los dos líderes. Destacó la presencia de grandes equipos de funcionarios de alto nivel de ambas partes en las conversaciones. El resto quedó a cargo de Putin y Xi Jinping a través de sus comentarios escritos en la conferencia de prensa y de la declaración conjunta sobre la «Profundización de la Asociación Estratégica Integral de Coordinación» para la «Nueva Era» en las relaciones bilaterales.
Lo deseable
Los dos gobiernos destacaron la importancia de los «cinco principios» que rigen la relación China-Rusia, que se promociona como una nueva forma de relaciones internacionales, así como de nexos de buena vecindad. Estos principios los formuló Zhou Enlai a mediados de la década de 1950 para definir la política exterior china. Los cinco principios de Xi son una versión modernizada de los de Zhou. Estos últimos, que fueron adoptados por el Movimiento de Países No Alineados en la famosa conferencia que Sukarno organizó en Bandung en 1955, están enunciados simplemente: respeto por la soberanía de los demás, respeto por la integridad territorial, no interferencia en los asuntos internos de los demás, compromiso con actuaciones para el beneficio mutuo y un compromiso con la convivencia pacífica. Aparecen como subtexto en los comunicados chino-rusos desde que ambas partes emitieron la «Declaración Conjunta» hace dos años. Ahora se reafirman públicamente.
Es conveniente profundizar en estos principios o características especiales de relaciones que preludian una Alianza:
- En primer lugar, el respeto mutuo, la igualdad y el apoyo a los intereses fundamentales y las principales preocupaciones de cada uno son los principales impulsores.
- El segundo principio expresó satisfacción por el comercio bilateral de 240 mil millones de dólares, lo que indica un aumento de 2,7 veces en una década. Esto llegó con la determinación de ampliar la cooperación en puertos, transporte y logística, y cadenas industriales y de suministro globales estables. China se ha convertido en un socio comercial vital para Rusia, afectada por el impacto de las sanciones occidentales.
- En tercer lugar, se destacó la importancia de las relaciones culturales y los vínculos entre pueblos, y se anunció la decisión de celebrar 2024 y 2025 como los «Años de la Cultura China-Rusia» a través de una larga serie de eventos culturales que se celebrarán en ambos países.
- En cuarto lugar, se enfatizó el valor de la coordinación estratégica para salvaguardar el sistema internacional centrado en las Naciones Unidas, incluidas las nuevas plataformas multilaterales. Se transmitió que, con Rusia y China presidiendo BRICS y SCO respectivamente (esta última comenzará pronto), «las dos partes se apoyarán mutuamente en la presidencia». Además, construirían una asociación de alta calidad para construir la unidad y la fuerza del Sur Global.
- En quinto lugar, las dos partes se pronunciaron a favor de acuerdos políticos en los puntos conflictivos del mundo.
La invasión rusa de Ucrania ha intensificado el intento de reconectar el mundo. La guerra ha surgido como la forma de constituir un eje de países antioccidentales que se oponga a Estados Unidos y sus aliados. La maquinaria de guerra rusa está reforzada por semiconductores chinos y otras tecnologías de doble uso, por misiles y proyectiles norcoreanos y por drones iraníes. La guerra ha brindado una oportunidad para que Rusia, China, Corea del Norte e Irán profundicen la cooperación militar y evadan las sanciones facilitando el comercio fuera del alcance del sistema financiero liderado por Estados Unidos. Eso podría resultar útil en cualquier conflicto futuro con Occidente.
Sin transmitir nada significativamente nuevo o tangible, Rusia y China aprovecharon la visita de Putin para informar al mundo que su asociación era fuerte y floreciente. Tienen sus diferencias, pero no hablan de ellas. Se trata de un tema que los expertos occidentales y asiáticos en las relaciones entre Rusia y China deben descifrar.
Algunas reacciones
Un tema crítico en Beijing fue cómo abordar el impacto adverso de las sanciones estadounidenses sobre la economía rusa y las recientes medidas arancelarias estadounidenses contra China. Putin parece haber presionado a China para que continúe suministrando equipos y tecnología como máquinas herramienta, chips de silicio, etc. para ayudar a su economía devastada por la guerra.
Según informa el New York Times, un académico radicado en Singapur, Hoo Tiang Boon, declaró que ambas partes deseaban demostrar «que a pesar de lo que está sucediendo globalmente, a pesar de las presiones que ambas partes enfrentan desde Estados Unidos, ambas partes no están dispuestas a darse la espalda en ningún momento».
El país que recibió considerables críticas y atención negativa durante los parlamentos en Beijing fue Estados Unidos. Esto sacudió a Washington: el portavoz adjunto del Departamento de Estado observó que China no podía «quedarse con el pastel y comérselo también». Y añadió: «No se puede querer profundizar las relaciones con Europa y al mismo tiempo seguir alimentando la mayor amenaza a la seguridad europea en mucho tiempo». Sobre Ucrania, la Casa Blanca afirmó que la posición de China no era imparcial e instó al gobierno chino a trabajar para la retirada inmediata de Rusia de Ucrania. En declaraciones un día después de visitar China junto a Putin, el Ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, reconoció la existencia de una discusión entre miembros del relativamente influyente Consejo de Política Exterior y de Defensa (SVOP) de Rusia sobre si Moscú y Beijing podrían entrar en una «’alianza real’ en nuestro tiempo, que satisfaría los intereses de Rusia».
«Podemos y debemos tener una conversación especial sobre este tema. Estamos dispuestos a debatir y discutir las ideas expresadas en publicaciones y destinadas a construir una alianza real con la República Popular China», dijo Lavrov en la reunión anual del equivalente ruso del Council of Foreing Relations (CFR) en Moscú el 18 de mayo. Sin embargo, «muchos en Occidente… quieren creer que su alianza es una aberración», aunque «nunca en toda su historia [Rusia] ha estado tan entrelazada con China», según Alexander Gabuev del Carnegie Endowment for International Peace (CEIP). Perturbar «el eje ruso-chino hoy probablemente requeriría cambios políticos difíciles, nuevamente en Taiwán o en Ucrania», según Gideon Rachman del Financial Times.