THE OBJECTIVE
Opinión

Mensaje en una botella                 

«Si España fuera un país normal, De Cos sería un buen candidato a presidir, en su momento, el Banco Central Europeo»

Mensaje en una botella                 

El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos.

La imprevisibilidad en la acción y en la omisión del presidente del Gobierno, que lo es don Pedro Sánchez, nos ha dejado (a la hora que escribo) sin gobernador del Banco de España. Sea porque su agenda de escritor de cartas al ciudadano desconocido no le ha dejado tiempo, sea porque la institución financiera le importa un pepino (según dicen que dijo en alguna ocasión), el presidente del Gobierno mantiene a esta hora la sede vacante.

Acaso tiene exceso de candidatos, puede ser que ninguno de los posibles le ha rendido suficiente vasallaje o quizás todo se reduce a considerar la gobernaduría como una ficha valiosa en sus eternas partidas de póker del mentiroso con sus aliados. El caso es que el mensaje enviado a Europa es de desinterés y displicencia en una coyuntura especialmente complicada.

Se ha ido Pablo Hernández de Cos después de una gestión excelente, reconocida dentro y fuera de España, lo cual no es fácil ni frecuente. Alguna vez me han comentado que los bancos centrales son monarquías absolutas incrustadas en una institucionalidad que soporta mal esa característica. Hernández de Cos ha mantenido la dignidad e integridad del cargo en un entorno muy difícil e incómodo y ha solventado su mandato administrando con prudencia su voz y su silencio. Si España fuera un país normal, sería un buen candidato a presidir, en su momento, el Banco Central Europeo.

Se ha ido Hernández de Cos y nos ha dejado un último mensaje en una botella. En este caso no es el náufrago el que la envía. Los destinatarios somos los náufragos. El mensaje es lacónico, suena a decepción: «España, dice, lleva más de una década sin conseguir converger de modo sostenido en renta per cápita con el resto de nuestros socios europeos». No hay que ser economista ni semiólogo ni exégeta para entenderlo. 

Lo más estupefaciente de esta situación es la afirmación por parte de la ministra de Hacienda de que un posible pacto institucional al uso para resolver la cúpula del Banco de España está envuelto en el mismo paquete que el pacto para la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Es decir, que el relevo perfectamente regular de la institución financiera le suena a lo mismo que el fracaso estrepitoso y continuado del pacto judicial entre los dos principales partidos de España. 

Y todo ello cuando el Gobierno tiene al alcance de la mano al mejor candidato posible para gobernador. Me refiero a Fernando Restoy, una persona con un currículo que ya quisieran muchos para sí. Experiencia (fue vicepresidente de la CNMV de 2008 a 2012, subgobernador del Banco de España de 2012 a 2016 y preside ahora el  Financial Stabilityy Institute) y conocimientos le sobran. 

¿Cuál es el problema con Restoy? Sólo Sánchez lo sabe. Mi opinión, por si a alguien le interesa, es que el afán acaparador de las instituciones por parte del presidente del Gobierno le privó a sí mismo de la candidata más conspicua, la señora Calviño. La incertidumbre en la que se ha movido la gobernabilidad de España, aconsejó a la todopoderosa exvicepresidenta buscar seguridades en Europa (de lo que públicamente me congratulé, porque dicen que la distancia es el olvido). Y ahora el señor Sánchez anda un poco perdido y, como siempre, tratando de ganar tiempo con unas presuntas y confusas negociaciones. 

Esperando al Godot financiero, releamos el mensaje en la botella de Hernández de Cos.

Una y otra vez y dejémonos de otros cuentos.

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