THE OBJECTIVE
Opinión

La propuesta es la tarea noble de la oposición

«A duras penas, el Partido Popular ha semiautomatizado mecanismos de respuesta a las vicisitudes de la política diaria»

La propuesta es la tarea noble de la oposición

Ilustración de Alejandra Svriz.

Uno de los desequilibrios sobrevenidos a la sociedad española, especialmente desde la moción de censura que puso fin a la presidencia del Gobierno de Mariano Rajoy, viene dada por una sorprendente ausencia de referencias programáticas por parte del principal partido de la oposición. A duras penas, el Partido Popular ha semiautomatizado mecanismos de respuesta a las vicisitudes de la política diaria, aunque deficientes, polifónicas y, con frecuencia, tardías y desordenadas.

No pongo en duda que en el PP se trabaje en materias prácticas y doctrinales sobre las distintas áreas de lo que sería su programa de gobierno que, por otra parte, exige una adaptación constante a las circunstancias tan cambiantes que impone la debilidad y volubilidad del presidente Sánchez Castejón. Pero de poco valen esos trabajos si alguien no se encarga de someterlos al consenso intrapartido y posteriormente descodificarlos y hacerlos presentes en sociedad.

Produce desaliento la constatación de que, a cada paso, el PP dé la sensación de que elabora a toda prisa una posición sobre determinada materia política con el objeto de señalar sus diferencias con lo que hace el Gobierno, pero sin facilitar un soporte teórico y argumental suficiente y, lo que sería muy descriptivo y deseable, contar cómo lo está resolviendo (si es que lo hace) en las administraciones en las que ejerce el poder. 

Está en primer plano estos días la inmigración ilegal y, especialmente, el tratamiento que se debe dar a la presencia creciente de menores inmigrantes en nuestro país. Momentáneamente, el PP ha salvado la cara afirmando su colaboración en el reparto de los menores en las comunidades autónomas en las que gobiernan solos o en compañía de otros. ¿Tienen un programa que huya de la estabulación de esos niños y jóvenes y les dote de una mínima capacidad de adaptación a través del idioma y los conocimientos necesarios? No es suficiente decir que el Gobierno no tiene un programa sobre inmigración; debe de exponer sus propuestas y soluciones para la inmigración legal e ilegal.

Hace unas semanas el asunto era otro. El problema de la vivienda que muchos, con o sin intencionalidad, confunden con el turismo urbano y el desplazamiento de la población para hacer hueco a los turistas. El problema de la vivienda es muy otro. Es un problema de suelo, en un país de una densidad de población que no alcanza los 100 habitantes por kilómetro cuadrado; es un problema de especulación por parte de las administraciones públicas, especialmente los ayuntamientos, y sus infumables clasificaciones de terreno; es un problema de licencias, ordenanzas y planificaciones retardatarias que frenan la iniciativa e impiden el crecimiento de la oferta y, por tanto, de la competencia.

La vivienda es, además, el principal motor de la construcción, que es un sector de síntesis, que arrastra muchas actividades y genera empleo cada vez más cualificado. Sobre estas cuestiones, ¿qué opina el PP? ¿Qué soluciones propone? Considérese privilegiado si lo sabe, porque un servidor no ha conseguido más opinión que un vago reproche al Gobierno por lo mal que lo hace. ¿No gobierna el PP en miles de ciudades y pueblos como para haber elaborado, a partir de sus experiencias, un corpus teórico y práctico sobre la vivienda?

Unos meses antes, el problema real era la sequía, apenas paliado por una primavera más generosa en agua. Sigue ahí, tan vivo como antes. Se han acallado en parte los lamentos colectivos, pero los políticos han dejado que se ocupe de ello la naturaleza. ¿Qué propuestas tiene en cartera el PP para reconducir el problema del agua? ¿Qué programa general de medio ambiente propone?

Ahora y siempre están presentes los problemas marmóreos del déficit público y la deuda que el PP puede heredar en cualquier momento. ¿Alguien ha dicho cómo intentarán gestionarlo? ¿Harán, como el Gobierno actual, trampas en el solitario para que las autoridades de la Unión Europea transijan, como acaban de hacerlo, con los plazos y las cantidades de los ajustes? ¿Existe un documento en el que se recojan las pautas para la inevitable reducción del déficit y la deuda o el PP se limitará a justificarse por la herencia recibida?

También ha tenido recientemente su momento (y sigue) la injerencia y aun la presencia del Gobierno en la vida de las empresas. Indra, Telefónica, las ayudas a compañías aéreas arruinadas, las opiniones prematuras y lenguaraces sobre opas propuestas por particulares sobre particulares y un largo etcétera. En resumen, un intervencionismo atroz en la economía que discurre en paralelo con otros intervencionismos de ingeniería social todavía más preocupantes. ¿Hay alguien en Génova y sus alrededores preocupados por programar sus soluciones a estos problemas?

Otras cuestiones que no se ponen de moda porque son de diaria atención ciudadana. Me refiero a la educación, la sanidad, la melopea congénita de la administración de justicia y los tribunales. ¿Qué tiene que decir la oposición sobre ello, además de que el Gobierno lo hace muy mal?

Uno comprende que estar en la oposición es muy duro. Pero esa dureza no exime ni de responsabilidad ante los ciudadanos, ni de compromiso ante todos los votantes, ni de una ejemplaridad a toda prueba. No se trata de presentar una enciclopedia programática de 20 tomos, sino de hacer un trabajo sectorializado, sistemático, debatido y consensuado internamente y proyectado luego a la sociedad por los mil y un medios de los que hoy se dispone.

Eso es hacer política, eso es hacer oposición. Hacer política, hacer oposición no es meter un papelito de colorines en los buzones cada cuatro años.   

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