THE OBJECTIVE
Opinión

Hacer el payaso en televisión

«En televisión funcionan los personajes que llaman la atención porque son inmediatamente reconocibles y dejan huella»

Hacer el payaso en televisión

Víctor Sandoval junto a Belén Esteban. | EP

Lo reconozco: no soporto a Víctor Sandoval. Me pone de los nervios tanto histrionismo, tanto griterío, tanto comentario fuera de lugar. Siempre con el peor comentario posible en el momento más inoportuno. Sus monumentales cabreos, con bufidos y malas caras, son propios de un adolescente caprichoso en plena rabieta. Sus pataletas parecen una parodia, pero son reales. Cuando aparece en pantalla en pleno brote, a uno le puede resultar un espectáculo que causa asombro y capte la atención durante unos segundos, unos minutos tal vez, pero luego uno se pregunta quién en su sano juicio sería capaz de soportar semejante espécimen en la vida real. Y nos acordamos de Nacho Polo. San Nacho Polo, seguramente, porque menuda cruz.

Víctor siempre quiso ser famoso. Trabajaba en la noche madrileña y alternaba la promoción de garitos con apariciones como extra en programas de testimonios. Le imagino entrando en un plató y soñando con que algún día todo ese plató sería suyo. Cuando al fin se puso ante la cámara liberó toda su ambición y, con ella, salieron todos los excesos que habitaban en él. Aquel espectáculo, como un castillo de fuegos artificiales, debió impresionar a la audiencia. Y llegó el éxito. En televisión funcionan los personajes que llaman la atención porque son inmediatamente reconocibles y dejan huella. Para bien o para mal, lo importante es que no se olvidan. O se quieren o se odian. Y en ese conflicto se crecen.

En plena ola, a Víctor se le fue la olla. Y cuando llegaron las vacas flacas, el guantazo de realidad fue brutal. Entonces llegaron los años de vivir de las miserias. Su separación se convirtió en un bochornoso espectáculo con banda sonora propia, una canción sobre Nacho Polo que resuena en nuestras mentes como una pesadilla dantesca. Para completar el drama, llegó una suerte de reverso tenebroso de Spiderman, cuando una araña le picó la mano izquierda y desencadenó un descenso a los infiernos sanitarios. Entre lágrimas, por un lado, e inflamaciones por otro, el colaborador iba perdiendo el trabajo, su casa de Miami, la vergüenza y la dignidad. Las tragedias se iban sucediendo: le amputaron el dedo de un pie, fallecieron sus padres, Belén Esteban le dejó prestado dinero para sobrevivir… Y con cada drama, un show.

Al parecer, Sandoval se salvó de la indigencia porque en La fábrica de la tele les dio pena el destino del colaborador y le reservaron una silla en Sálvame y el Deluxe. Su papel era siempre el mismo: romper la escaleta con salidas del tiesto, preguntas sin venir a cuento y experiencias personales que eclipsaban el discurso de los invitados. Un absurdo, vamos, pero en su línea. Ahora en Ni que fuéramos Shhh, los creadores del formato han encontrado al fin una forma de explotar el sinsentido de su presencia, dándole las misiones más surrealistas. Como un Mortadelo de andar por casa, se disfraza de lo que haga falta para convertirse en reportero dicharachero. En realidad, su colaboración recuerda más a los finales de Los payasos de la tele, cuando todos corrían con el Señor Chinarro, porque el delirio nos ha llevado a situaciones como la ya icónica rueda de prensa de Nacho Cano con Víctor Sandoval convertido en cucaracha para rendir homenaje a Kafka. No, si kafkiano era un rato.

Entre otros momentazos que nos ha dejado, por ejemplo, destacan la persecución a Alejandra Rubio caracterizado de Fiona, la novia de ‘Shrek’, mientras le gritaba desde el coche «¡Alejandra, que soy tu madre!», o su aparición tras un seto imitando al paparazzi que logró la exclusiva de Escassi e Hiba Abouk mientras lucía un disfraz de Mata Hari. Hay que verlo para creerlo.

Como las payasadas han reactivado el papel de Víctor en el programa y las redes han hecho virales todas sus apariciones, parece que quieren aprovechar el filón y se anuncia un nuevo reto que, de lograrse, le situaría de nuevo en ese candelabro del que no quiere descolgarse: su participación junto a Marta Riesco en el Benidorm Fest con una canción de Nacho Canut. La noticia ha caído como un bomba entre los eurofans, pues huele a una maniobra a lo Chikilicuatre, apoyada en un compositor que ha dado a Fangoria más que temas, muchos himnos. Falta saber lo más importante: si pasa la criba, que cuesta imaginarlo. Pero de hacerlo nos surge otra duda: ¿de qué mamarrachada irá disfrazado? Yo ya no puedo con tanto estrés.

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