THE OBJECTIVE
HASTÍO Y ESTÍO

Lo que me contó una amiga venezolana

Parece que tenemos dictadura chavista para rato

Lo que me contó una amiga venezolana

Ilustración de Alejandra Svriz.

Ahora que Pedro Sánchez calla ante el fraude electoral llevado a cabo por Maduro en Venezuela, y que sólo habla porque, y porque no le queda otra, con el juez que investiga las «trastadas» de su mujer, he visto que es el momento perfecto para que tome la palabra una amiga mía venezolana que vive también en Madrid.

Quedamos en una cafetería que está por la zona de Manuel Becerra. Quienes me conocen saben que no me gusta moverme mucho de mi zona de confort en esta ciudad. En mi caso, esta se sitúa en los alrededores de mi casa y de mi barrio. Creo que no hay mayor hospitalidad que expandir los límites de las cuatro paredes que te protegen del exterior. Hay que decir que también ayudó la amabilidad tan característica de los venezolanos y venezolanas. Mi curiosidad, tan enfermiza que no la cura ningún hospital ni régimen autoritario, quería saber lo que estaba pasando estos últimos años en un país con unas oportunidades extraordinarias, si no fuera por un sátrapa y sus muchos compinches.

Mi amiga abandona por primera vez desde que la conozco su inseparable sonrisa, algo imperdonable a la hora de dotarle de sentido a este mundo. El verdadero sufrimiento no se puede impostar. La mejor de las actrices no hubiera podido meterse en la piel y en el corazón de mi amiga venezolana. Ella pidió un café solo con hielo. La amargura se sirve en vaso frío. Un servidor pidió una copa de vino del Somontano. Bebo de la sangre de mi madre y de su lugar de nacimiento.

Mi amiga lleva ocho años fuera de su país y acaba de cumplir los treinta. Sufrir el destierro de la juventud en tus propias carnes. En su caso, por necesidad vital, por pura supervivencia. Mientras tanto, en España, el destierro llevado a cabo por nuestros jóvenes los mete más profundamente en la casa de sus padres. La salida para la juventud nunca es la deseada. Pero quiero decirles algo que no sé si les va a calmar, pero que ayuda mucho en la sociedad de nuestros días, y es que las cosas con el paso de los años tampoco mejoran. Ese sentido de pertenencia que tanto le gusta a la gente sentir por defender la misma causa, ya sea en las redes sociales o por nuestra ideología. Aunque lo que realmente nos une es que todos estamos igual de puteados.

Pero vayamos al lío, que hoy la protagonista por aquí es mi amiga venezolana, y no mis dispersiones varias. Me cuenta que desde que el chavismo se hizo con el poder, ocho millones de venezolanos han huido del país en busca de una vida digna. Que el régimen de Maduro se inventa leyes para que de todos ellos sólo puedan votar setenta mil. Todo el mundo sabe, empezando por la dictadura bolivariana, que la gran mayoría de ellos no votaría a Maduro, único causante de que se hayan tenido que marchar de su país. No están de vacaciones, como sí lo estaba la semana pasada Juan Carlos Monedero en Caracas, invitado por el tirano con bigote.

Mi amiga me sigue contando cosas. Me habla de María Corina Machado. No es sólo la gran lideresa política del pueblo venezolano, sino su guía espiritual. Su carisma es innegable, como la fe que tienen los venezolanos depositada en ella. Fue la ganadora de manera amplia de las primarias de su partido, el principal de la oposición. El régimen, sabedor de sus virtudes, la inhabilitó para cualquier cargo público para los próximos quince años. Se acogieron a la ley de hacer lo que le salga de los «conguitos» al dictador. Al no dejarla presentarse, ella asignó su puesto a Corina Yoris, pero tampoco la dejaron presentarse, aduciendo la misma «democrática» razón. Hasta que por fin aceptaron a Edmundo González, un hombre que está a punto de cumplir 75 años. Seguramente esta «joven» dictadura de apenas veinticinco años de vida, pensó que el pueblo no votaría a una persona de esa edad para mirar al futuro con esperanza. Ellos no son como los imperialistas de los Estados Unidos con sus octogenarios Biden y Trump, al que le quedan tres telediarios para serlo.

«Parece que la comunidad internacional tiene cosas más importantes que hacer o deshacer, según se mire, tenemos dictadura chavista para rato»

Mi amiga me contó más cosas, pero se las contaré mañana en otro artículo. Por desgracia, y si nadie lo remedia, parece que la comunidad internacional tiene cosas más importantes que hacer o deshacer, según se mire, tenemos dictadura chavista para rato, y sólo tienen que esperar veinticuatro horas para otros muchos ejemplos espeluznantes que me detalló mi amiga y que podrán leer aquí. Mientras tanto, disfruten de la libertad.

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