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Opinión

Illa presidente: cómo resolver un problema provocando una catástrofe

«El Estatuto de Cataluña estaría incumplido de llevarse a cabo los acuerdos del señor Sánchez con la dirección de ERC»

Illa presidente: cómo resolver un problema provocando una catástrofe

Ilustración de Alejandra Svriz.

«Los líderes democráticos están cada vez más desconectados de las preocupaciones más profundas de la población», afirma Daron Acemoglu, catedrático del MIT y autor del muy difundido libro titulado Por qué fracasan los países. Creo que esta frase resume muy bien la situación planteada en Cataluña, a propósito de hacer presidente de la Generalitat al señor Illa, como cabeza de la lista más votada en las últimas elecciones.

La apelación a la población materializada en las elecciones celebradas el 12 de mayo se saldó con un resultado que requería alcanzar acuerdos políticos para la investidura del ganador de los comicios. Pero lo que aparentemente resuelve un problema, ha generado una situación mucho más complicada, más azarosa y más disolvente políticamente. Una situación que rompe con la Constitución, como se ha reiterado, pero también con el propio Estatuto de Autonomía de Cataluña, lo que no se quiere ni mencionar.

Solo en materia económica, el Estatuto de Cataluña estaría incumplido de llevarse a cabo los acuerdos del señor Sánchez con la licuada dirección de ERC (que ni siquiera se sabe si será la facción vencedora en las luchas internas de este partido). Hay no menos de 10 Artículos que contradicen el pacto que ha servido al señor Illa para presidir la Generalitat. Y eso que me refiero al Estatuto vigente y, por tanto, lavado y peinado ya por el Tribunal Constitucional.

La contumacia independentista y la aceptación resignada socialista, han llevado al repetido acuerdo pretensiones, que ya el Tribunal Constitucional sancionó y eliminó del texto del Estatuto. Voy a citar solo un ejemplo de lo que expongo. En el Artículo 201 se dice «la financiación de la Generalitat no debe implicar efectos discriminatorios para Cataluña respecto de las restantes Comunidades Autónomas. Este principio deberá respetar plenamente los criterios de solidaridad enunciados en el Artículo 206 de este Estatuto». Como es evidente, los «efectos discriminatorios» a los que se refiere lo son de las otras Comunidades Autónomas con Cataluña, pero, por lo mismo, de Cataluña con las otras Comunidades Autónomas.

Nos vamos al citado Artículo 206. 3. En dicho texto, el Estatuto afirma que «los recursos financieros de los que disponga la Generalitat podrán ajustarse para que el sistema estatal de financiación disponga de recursos suficientes para garantizar la nivelación y solidaridad a las demás Comunidades Autónomas, con el fin de que los servicios de educación, sanidad, y otros servicios sociales esenciales del estado de bienestar prestados por diferentes gobiernos autonómicos puedan alcanzar niveles similares en el conjunto del Estado…»

El Tribunal Constitucional (en la sentencia de 31/2010) eliminó la frase que continuaba el texto «…siempre y cuando lleven a cabo un esfuerzo fiscal también similar». Esta frase ha sido incluida, casi literalmente, en el Acuerdo ERC-Sánchez, a ver si esta vez cuela o si el Tribunal Constitucional no se fija en ella. 

Valgan estos ejemplos para demostrar el berenjenal en el que se ha metido y en el que nos ha involucrado a todos el señor Sánchez. No solo se conculca la Constitución, sino también el Estatuto de Autonomía de Cataluña, que no es que sea más importante, pero que sí exige una reforma del mismo que sería igual de azarosa en su tramitación y con una acreditada descalificación previa por el Tribunal Constitucional.  

Las facciones enfrentadas de ERC, el señor Illa y el señor Sánchez son el paradigma de lo que sostiene el profesor Acemoglu. Que cada vez están más desconectados de las preocupaciones más profundas de la población. Yo me permito recordar a esta patulea de políticos lo que ha dicho el primer ministro japonés, Fumio Kishida al anunciar su dimisión. «Tomo esta dura decisión», dijo, «con la firme convicción de que la actividad política solo es posible si se tiene la confianza del pueblo». 

Amén.

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