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Montanoscopia

El problema de la oposición es que es de derechas

«Esto le impide luchar con convicción por las causas de izquierdas que ha traicionado la izquierda en el poder»

El problema de la oposición es que es de derechas

Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal. | Alejandra Svriz

1. Empieza la Vuelta Ciclista a España (desde Lisboa) y a algún cráneo o alguna cránea previlegiado o previlegiada de RTVE se le ocurre poner en la web, desde donde se pincha la emisión en directo, «La Vuelta Masculina». Hay una tendencia a estropearlo todo, a mangonearlo todo, a apisonarlo todo. Cualquier adepto o adepta con podercillo aprovecha para embadurnar lo que tiene al alcance con su grasa ideológica. Y seguro que es alguien que no para de predicar «lo público». No sé nada de lo que ocurrió, pero me extrañaría que no fuese por eso. ¿Por qué otra cosa iba a ser? Bueno, cabría otra, con culpa colectiva (autopercibida como inocencia): la inercia del Zeitgeist. Por fortuna, duró dos etapas. Para la tercera ya ponía solo «La Vuelta»

2. Óscar Puente, el Fu Manchú de los trenes, el villano que quiere que te subas a sus trenes para torturarte, declara que «el tren vive en España el mejor momento de su historia». El mejor momento gore, querrá decir. Hace también la bromita (reída por los periodistas presentes) de que a los críticos solo les falta decir que «con Franco los trenes iban mejor». Ha sido una ocasión perfecta para entender lo que es el ministro que a este periódico llamó The Ojete (denominación que repiten muchos, sin darse cuenta de que es una consigna del poder contra un medio libre). A Puente lo tenemos permanentemente insultando a quienes no comulgan con el sanchismo. Mientras que a aquello en lo que debería estar trabajando, el transporte, que para eso es ministro de Transporte, le reserva solo su incompetencia. Queda algo más, como exhiben estas declaraciones últimas: el discurso triunfalista que monta sobre su incompetencia y sobre los usuarios que la sufren. Como con Franco, mira por dónde: por un lado, la España real; por el otro, la oficial.

3. Se preguntaba Arias Maldonado en un artículo reciente sobre la incapacidad de la oposición para frenar a Sánchez y sustituirlo en el poder. Aunque reconocía que la oposición era «mejorable», concluía que «aparte de presentar sus argumentos, interponer recursos judiciales y tratar de movilizar a los pocos ciudadanos que se dejan movilizar, ¿qué más puede hacer una oposición democrática?». La responsabilidad última, en efecto, es del electorado. Un electorado del (esto lo digo yo con mi campechanía) «vivan las caenas». Estoy de acuerdo, claro. Pero hay una razón última que puede sonar a boutade, pero no lo es: el problema de la oposición es que es de derechas. Vendría a ser como la carta robada (ya muy socorrida) de Poe: algo que no se ve porque está delante. Desde mi (como se dice ahora) «sensibilidad de izquierdas», que me mantiene en una situación imposible, estresada por todos los flancos, detecto lo que falla en la oposición de derechas: que es de derechas. Esto le impide luchar con convicción por las causas de izquierdas que ha traicionado la izquierda en el poder. Por ejemplo, la causa de la igualdad. La respuesta a la pregunta de Arias Maldonado tendría que ser una especie de koan zen, como aquel que postulaba el aplauso con una sola mano: el problema del PP es que no es el PSOE, en un momento político en que el PSOE tampoco lo es. Toda nuestra porquería política viene, en resumidas cuentas, de la traición del PSOE. Con el aplauso con una sola mano del electorado.


4. Lo más divertido del artículo de David Trueba sobre su privilegiado verano del 92 es que coincidió con unas declaraciones suyas contra la meritocracia. No falla. Y eso que él sí tiene mérito.

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