Najwa Nimri. No sabe, no contesta
«Vivir en tu propio mundo o aparentar vivir en él, me parece una medida muy saludable ante la estupidez externa»
La semana pasada fue la premiere de la serie Respira de la plataforma Netflix. Una producción audiovisual donde el eje central es la defensa de la sanidad pública. La enfermedad suele estar en el morbo malintencionado o en querer expandirlo cuando no viene a cuento.
En dicha premiere se les preguntó a Najwa Nimri y a Borja Luna, actores protagonistas de la serie, por la sentencia del caso Daniel Sancho. Najwa demostró con su respuesta que se es actriz 24 horas al día, siete días a la semana, y que si no, no se te puede llamar así. Dijo que desconocía el caso, que no sabía lo que había pasado ni quién era Daniel Sancho. La periodista le explicó que era hijo del actor Rodolfo Sancho y que había sido condenado a cadena perpetua. Najwa de manera despreocupada dijo que eso era algo que no era bueno, mientras miraba a su compañero de reparto con cara de desconocimiento del tema que le habían preguntado.
Está claro que la Nimri sí que conocía el tema en cuestión. Es imposible no estar al tanto de él en este país a no ser que este último año te hubieras quedado sordo y ciego. Hacerse la tonta es muchas veces lo más inteligente. Mostrar una desconexión ante las noticias morbosas que te quieren meter con calzador, es dar un pisotón con el tacón más astifino y fiero a quiénes tienen el cerebro lleno de callos, y no a la madrileña precisamente.
Najwa Nimri es una mujer muy inteligente. Sólo hay que ver como responde en las entrevistas y de qué manera se mete en los personajes que interpreta, por no hablar de su faceta musical. Najwa es una «distinta», alguien que tiene su particular forma de proceder. La vida no es lo que nos dicen de ella, sino como la vivimos nosotros. Ella había ido a la premiere a hablar de su serie, de la misma manera que Francisco Umbral fue al programa de Mercedes Milá a hablar de su libro. Igual de justificados quedan el enfado del primero, y el «vacile» de la segunda.
La elegancia es algo que debería ser fundamental para todo. No es algo que sólo tenga que ver con el vestir o con la actitud con la que nos manifestamos ante los demás. Es un signo de inteligencia y de respeto. Lo contrario a la elegancia es lo improcedente, lo soez. Lo que no tiene sentido en esa situación o entorno. Y ante lo soez no hay mejor defensa que la imaginación, la creatividad. Inventarte una realidad siempre será mejor que la que te quieren imponer. Esto último es algo de mal gusto, antiestético, banal.
Vivir en tu propio mundo o aparentar vivir en él, me parece una medida muy saludable ante la estupidez externa. Esa necesidad humana de imponer sus temas, sobre los que a ti realmente te importan. Yo creo que en Najwa se dan un poco los dos casos, una vida vivida en su propio planeta y una apariencia de no importarle lo que aquí pasa o a lo que se le da importancia, que no es lo mismo, y que es cuando precisamente ella aterrizará en nuestro país y en nuestro mundo para interesarse por lo que pasa en él. Ojalá hubiera más gente como Najwa Nimri, apasionada de su profesión de tal manera, que cualquier lugar es bueno para llevarla a cabo. La vida como lugar perfecto para ensayar. Todos somos figurantes en las vidas de los demás. La vida es una actuación muchas veces aburrida, y por ello, la necesidad de la realidad del cine, del teatro, de la literatura, del arte.
Los que no somos actores sobreactuamos demasiado. Se nos nota, pero como al de enfrente le pasa lo mismo, no te dice nada. No lo hace por condescendencia o educación, sino para que tú tampoco se lo puedas reprochar. Está claro que la vida es una actuación, y que sólo seremos nosotros cuando se baje el telón. Hacerse el muerto cuando nos llegue la hora, y que no haya que repetir la toma.