THE OBJECTIVE
Hastío y estío

Elogio a los que compran un Lamborghini

«Cada uno puede hacer con el dinero que ha ganado de manera digna lo que quiera. Pero esto es algo que ni en 100 vidas podrá entender Pedro Sánchez»

Elogio a los que compran un Lamborghini

Un Lamborghini Revuelto. | Archivo

El presidente del Gobierno no quiere que a los españoles nos vaya lo suficientemente bien en lo económico como para que podamos comprarnos un coche de alta gama. Lo que me sorprende es que haya elegido la marca italiana Lamborghini, y no otras como por ejemplo las alemanas de Mercedes o Porsche.

Un servidor no sabe a qué se debe esa inquina contra la industria automovilística del país transalpino. Puede que sea algo personal contra Meloni por lograr parar la inmigración ilegal, mientras él debe arrodillarse ante la Unión Europea y el Rey de Marruecos. También puede que se deba a que no aguante que desde THE OBJECTIVE, otro italiano, el gran Luca Costantini, le explique de manera nítida cómo son los partidos de la extrema izquierda española que tiene como socios de Gobierno, y con los que cada vez es más fácil confundir con el suyo.

Sea lo que sea, lo que Pedro Sánchez ha querido dejar claro, es que les ha declarado la guerra a los ricos, aunque de pasta, y no precisamente italiana, el que más sabe es nuestro presidente. Si el enriquecimiento puede venir de una manera de ver la vida fraudulenta por parte del círculo familiar o de su partido, entonces no pasa nada. Pero si el enriquecimiento se debe a una buena gestión de tus recursos, entonces se debe «crujir» a impuestos a esas personas hasta que dejen de pertenecer al mismo estatus que ellos. Los únicos que cada vez pueden tener más riqueza son ellos, y el resto ya se encargan con sus decisiones políticas, de que nuestras cuentas bancarias luzcan cada vez más raquíticas.

Esta tiranía por los que promulgan la igualdad en cuanto tienen oportunidad, no deja de ser curiosa. Al rico lo quieren pobre para poder igualarle con este, pero como son unos necios, no lo hacen al revés, para que el que tiene pocos recursos pueda llegar a un nivel superior y vivir de una manera más desahogada. Pero la cosa es que tampoco logran esto. Ha quedado claro que los ricos se «empobrecen» con sus políticas, pero también lo hacen los de los estratos sociales más bajos, que viven ya una vida subterránea, donde las ratas huyen despavoridas para no ser cocinadas por estos.

Resulta que a este Gobierno que denigra todo lo que toca lo que más le ha molestado este año es que haya 34 personas que se han comprado un Lamborghini, a pesar de todas las políticas económicas llevadas a cabo por este Gobierno, para que ahorrar esa cantidad sea algo imposible, quimérico. Si de todas maneras lograron conseguirlo es porque trabajarían e invertirían de manera óptima. Esa amenaza que es para este Gobierno la gente rica, es algo que se deberían mirar muy seriamente. Les molestan la gente adinerada hecha a sí misma, independiente. Sólo les gustan los ricos que les compran su mercancía averiada, y avalan de manera pública sus postulados, como hacen algunos cantantes, actores, directores de cine, deportistas, y algún otro sector.

El problema no son los ricos, sino los que no quieren que su riqueza acabe en las manos de estos, que no han hecho nada en la vida para obtenerla. Repiten el estilo de Maduro en Venezuela. «Proteger» a las clases bajas de ese país, «guardándoles» la riqueza que producen, en los bolsillos enormes de sus pantalones. Él sabe mejor que ellos como gestionárselo. Se lo gasta todo en lujos que él sí sabe apreciar, para poder contarle luego a su «querido» pueblo cómo viven los desalmados de los ricos. Podríamos decir que tanto allí como aquí, lo que están haciendo con sus actos es sacrificarse por nosotros. Y les recuerdo que soy un humilde articulista que no es ni de derechas ni de izquierdas, así que no me metan en un saco al que no pertenezco, aunque les interese hacerlo.

Si yo fuera una de esas 34 personas que han comprado un Lamborghini este año en nuestro país, hoy me sentiría un poco más libre y feliz. Ir a la contra de un poder tan autocrático, es uno de los pocos placeres que se puede dar el ciudadano. Cada uno puede hacer con el dinero que ha ganado de manera digna lo que quiera. Pero esto es algo que ni en 100 vidas podrá entender Pedro Sánchez.

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