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Opinión

¿Reina profesional o cornuda de España?

«Ha sido curiosa la reacción de Felipe González, mostrando la misma sorpresa ante este caso que la mostrada ante los GAL»

¿Reina profesional o cornuda de España?

Ilustración de Alejandra Svriz

Mientras aparecen en calculadas dosis los audios con los que Bárbara pudo vivir a cuerpo de Rey durante los años en que los españoles le dimos 600 millones de pesetas (incluso en euros, 3,6 millones, en un pastón) de nuestros impuestos en forma de fondos reservados para que cerrase la boca en público y la tuviera bien abierta en privado, muchas miradas se posan en la actitud de la Emérita y analizan su lenguaje corporal en busca de signos que ayuden a descifrar el enigma de los daños colaterales provocados por el matrimonio del jefe del Estado y las pruebas sonoras de que todo aquello era pura impostura.

A Doña Sofía, los expertos la ven «con gesto adusto», sobre todo estos días en que ha tenido una apretada agenda pública que ha coincidido con el escándalo de las cintas, que curiosamente todos los programas del corazón han recogido mientras los informativos callaban, y eso que los chanchullos han afectado a tres presidentes del Gobierno, cuatro jefes de la agencia de inteligencia española y a los presupuestos del Ministerio del Interior. Ha sido curiosa la reacción de Felipe González, mostrando la misma sorpresa ante este caso que la mostrada ante los GAL. Y mientras, nos han llegado voces del pasado que nos muestran a un jefe del Estado que amenazaba con abdicar si se dejaba de pagar el chantaje al que estaba sometido.

Cuanto más campechano era Juan Carlos I, más caro nos salía ocultar sus canas al aire, tierra o mar, porque si una cosa queda clara es que nadie puede arrebatarle la corona de pichabrava. Los mismos periodistas cortesanos que alababan entonces la cercanía de Su Majestad publican ahora escandalizados la lista de las mujeres que pasaron por su lecho y que nos ocultaron todos estos años: el caso es vivir del cuento de la Casa Real por las buenas o por las malas. Pero ésta es otra historia, volvamos con la Emérita, protagonista en la sombra, heroína o víctima, según las interpretaciones.

Al parecer, todo lo que los audios revelan era un secreto a voces: que si Juan Carlos y Sofía no se hablaban, que si él vivía en un ala distinta del Palacio de la Zarzuela para esquivarla, que si ella tragaba con todo y, para el marido infiel, ese silencio era un regalo de los dioses como lo era también para la institución… De ahí la famosa expresión con la que la etiquetaba la prensa: «Una Reina profesional». Lo cierto es que el peso de los cuernos superaba con creces el de la corona.

Para los monárquicos, estamos ante una mujer estoica que supo mantenerse fiel a su destino y a sus responsabilidades, que se sacrificó por el país, que mantuvo unida a la Familia Real pese a todo, ofreciendo al heredero al trono un marco de convivencia que permitiera dar continuidad a la Corona evitando cualquier escándalo. Para los republicanos, es la imagen de los daños del patriarcado que convierte a la esposa en sumisa frente a un marido que no la respeta, que ha servido de escudo a una institución fallida marcada por la corrupción y la mentira. Ambos relatos son simplistas. Puede que la Emérita solo sea hija de su tiempo, una superviviente de sus circunstancias.

Mientras llueven las teorías, he aquí otra que merece ser tenida en cuenta: no creo que a estas alturas -con todo lo vivido y todo lo que desconocemos- la publicación de los audios perturbe a la que fuera Reina de España. Eso está amortizado y está más que superado. El verdadero dolor que puede expresar en público se debe a la pérdida del único hombre que le fue fiel hasta el final de sus días, el que estuvo a su lado moldeando su mito frente a la Historia, quien supo callar sus secretos y llevárselos a la tumba con elegancia y discreción: Francisco Segura, su peluquero, el creador de un peinado tan icónico como el Marge Simpson, un casco capilar capaz de mantenerse en pie mientras a ella el mundo se le derrumbaba entre vedettes, cantantes, presentadoras y pelandruscas. Ese pelo aguanta hasta un cambio de régimen, fíjense lo que les digo.

El peluquero, conocido como el jefe, falleció el pasado fin de semana. La relación entre ambos fue tan intensa que doña Sofía se mantuvo firme ante los cantos de sirena de Llongueras, que la pretendió para descubrirle el arte del brushing. ¡Menuda ha sido ella con los peluqueros, que echó de su lado a Isaac Blanco por pretender entrar siempre por la puerta principal de Palacio! Con Francisco Segura encontró la seguridad, la complicidad, y se entregó a él desde 1980. Nadie ha dejado tanta huella en ella: les confesaré que una vez la reconocí en un vuelo del Puente Aéreo solo con ver su cabeza en la distancia, y eso que nos separaban 20 filas de asientos.

Ese sí era un amor merecedor de un duelo.

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