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Opinión

Van Gogh se corta la oreja que le quedaba

Amaia y Leire se han visto atrapadas en un juego de comparaciones y los cuatro ‘pata negra’ del grupo han callado

Van Gogh se corta la oreja que le quedaba

Ilustración de Alejandra Svriz.

Aunque la voz del grupo siempre ha sido la de una mujer, los verdaderos miembros de La Oreja de Van Gogh son cuatro hombres: el guitarrista Pablo Benegas, el tecladista Xavi San Martín, el bajista Álvaro Fuentes y el batería Haritz Garde. Y esas voces, esas presencias, los han eclipsado todos estos años. Solo sus seguidores les ponen cara porque nunca han sido de prodigarse en los medios, aunque a Benegas lo hemos podido ver en la promoción de su libro Memorias. Lo de pasar inadvertidos les viene de lejos, ya en su primera actuación los presentaron como ‘Los Sin Nombre’ porque nadie sabía quiénes eran ni cómo se llamaban. Hoy son los protagonistas -en la sombra, pero protagonistas al fin y al cabo- del mayor culebrón vivido en el mundo de la música estos últimos años: la marcha de Leire Martínez, su cantante, repite el drama que ya vivieron con la salida hace 17 años de Amaia Montero.

En noviembre de 2007, fue Amaia quien decidió abandonar el barco: «Todo lo que he vivido con ellos permanecerá por siempre en mi corazón y en mi cabeza, pero he sentido que es el momento de comenzar una nueva etapa en mi vida emprendiendo mi carrera en solitario». Ahora, ha sido la banda la que ha despedido a su cantante: «Después de 17 años maravillosos, repletos de música y emociones que nunca olvidaremos, queremos anunciar que las trayectorias de Leire y La Oreja de Van Gogh seguirán caminos separados». La decisión, al parecer, se debe a que «no han conseguido acercar las diferentes maneras de vivir el grupo». Han tardado algo más de tres lustros en darse cuenta de ello. El drama está servido porque, aunque Leire «salvó al grupo en un momento de caos», como llegaron a reconocer, la han despachado con un comunicado que ella se ha negado a firmar para que no fuera conjunto.

La salida de Amaia vino acompañada de rumores de malas relaciones e, incluso, de algún romance con final conflictivo; la de Leire, de su posible sustitución por la que fuera rostro y voz del grupo en una operación de marketing nostálgico. La aparición de Amaia cantando «Rosas» con Karol G fue el inicio de todos los rumores, la actuación de Leire cantando la misma canción por última vez a lágrima viva parecían confirmarlos. Queda mucho por saber, porque la jugada esconde el verdadero destino de la banda y sus intereses, por ahora lo único cierto es que ambas son la cara y la cruz de la maniobra de los cuatro hombres que las contrataron.

Durante todos estos años, Amaia y Leire se han visto atrapadas en un juego de comparaciones, en un enfrentamiento involuntario que hacía de Amaia la eterna candidata a regresar y a Leire, la sustituta que nunca llegaría hasta el final. Tanto es así que llegó a mostrar su enfado por esa sensación: «No me gustan las faltas de respeto. A mí que se diga que ella vuelve al grupo no me importa, no me afecta para nada. Lo que no me gusta es que se me ningunee cuando se dice eso. A todo el mundo se le olvida que hay una cantante en el grupo, que llevo 16 años. Me resulta feo que parezca que no importa nada».

Ni sororidad, ni leches, ahí han estado las dos llevando a La Oreja de Van Gogh a lo más alto de la música pop mientras los cuatro ‘pata negra’ del grupo han callado, no han salido a acallar rumores ni han defendido a capa y espada a quien daba la cara en los escenarios. Como si no fuera con ellos. Se han portado como ese novio que parece añorar a su ex y que, cuando hablan de ella delante de su nueva novia, solo asiente y esboza una sonrisa cargada de añoranza. Vamos, que uno es el primer amor, el inolvidable, y el otro es un apaño del corazón para seguir tirando. Una putada para la que llega creyendo que la relación era verdadera y descubre que le han estado utilizando.

No es de extrañar que ‘los señoros’ se hayan ganado una reprimenda por parte de sus seguidores, que están apostando por soluciones creativas para el futuro de la banda: desde quienes apuestan por el fichaje de Chayo Mohedano como digna representante de su estilo o quienes piden el boicot de todas las voces femeninas españolas para que se vean obligados a contar con Bertín Osborne o José Manuel Soto. Al fin y al cabo, si todos ellos son hombres, ¿por qué no eligen a otro para convertirse así en una ‘boy band’ y se ahorran todos estos follones a costa de las mujeres que ponen cara y voz a sus canciones? Salvo que sean de los que creen que a la tercera va la vencida. Lástima que orejas solo tengamos dos.

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