La neurosis en la maleta
«Mazón es un cadáver político y su putrefacción va afectando a Feijóo, que no lo suelta. Supongo que, en sus cálculos políticos, no quiere perder la Generalitat valenciana»
1. Pesadísimo día en Málaga con la lluvia y las inundaciones. Pero todo estaba controlado, salvo los cuatro majaretas malagueños que no podían faltar en la calle. Desde fuera, si embargo, era peor: nos veían como a valencianos en peligro. Por eso no cesaban de preguntarnos angustiados. Al cuarto o al quinto me di cuenta de que la angustia me la provocaban, bienintencionadamente, ellos.
2. Pasé el día en mi gabinete elevado, oyendo la lluvia, viendo los vídeos de Málaga por internet, escribiendo sobre el último libro de Arias Maldonado y leyendo Casi de Bustos. Este se había quedado sepultado en el montón de los pendientes, pero cuando le dieron el Cervantes a Pombo le pregunté una cosa a Bustos y me acordé del libro. Al final no hubiera podido encontrar mejor momento de leerlo que el día lúgubre. Es un buen libro: limpio, con el tono adecuado y la realidad (cruda) recogida en las palabras acertadas. Volví a fijarme en eso que me viene interesando últimamente, cuando se da (no suele suceder): la imaginación expresiva. Es esto, y no la ficción, lo que distingue a la literatura.
3. Mazón es un cadáver político y su putrefacción va afectando a Feijóo, que no lo suelta. Supongo que, en sus cálculos políticos, no quiere perder la Generalitat valenciana. Pero debería entregarla: cortar por lo sano. Es la historia de La pata de la raposa, de la que escribió Pérez de Ayala: la raposa (o zorra) que se roe a sí misma la pata atrapada en el cepo. Pero Feijóo no es una zorra, ni siquiera un zorro. Zorros son los psocialistas, unos genios en el arte de sacarles beneficio electoral a decenas de muertos. Lo han vuelto a hacer. (Los peperos, con Feijóo, también lo intentaron, claro; pero a ellos no les sale.)
4. Wert sobre Puente: «No termino de ver esto de convertir en estadista cruce de Churchill y Adenauer a un miembro del Gobierno solo por limitarse a hacer su trabajo por primera vez desde que fue nombrado». Es por pura comparación consigo mismo. Puente estableció su standard, Puente lo rebasa.
5. «Pensé que eras de izquierdas», me recrimina uno por criticar a Sánchez. Así lo ven: uno es de izquierdas o de derechas no por las ideas, sino por la obediencia partidista. El capricho de cada líder es lo que marca qué es de izquierdas o qué de derechas. Aunque sea de hecho, respectivamente, de derechas o de izquierdas. Aquí resalta una vez más la tradición ovejuna española: su catolicismo, su clericalismo, su obediencia al que manda. El pensamiento crítico (no lo que ahora se entiende por tal, que es otra forma de beatería, sino el ilustrado) siempre fue una flor rara en este pedregal. El que se atreve a practicarlo nunca deja de recibir, precisamente, su pedrada.
6. Miren Arzalluz: ejemplar puro de la raza. Una rubia sofisticada, con carácter y conocimientos. Su padre le allanó el camino, empeorándoles la vida a los maketos.
7. Nuestros antifascistas tienen una entrañable peculiaridad: huelen fascismo en algún lado y no se dan cuenta de que es en ellos mismos donde lo huelen. Al fin y al cabo, son antifascistas de una democracia. De igual modo, detectan toxicidad en Twitter e ignoran que ellos mismos la producen (unos descarnadamente; otros embadurnada en cursilería y sentimentalismo). Ahora se van de Twitter huyendo de la toxicidad. Naturalmente, la acarrearán allá donde se instalen. Me recuerdan a los neuróticos que se van de viaje para escapar de su neurosis; neurosis que, como decía un psicoanalista, es lo primero que meten en la maleta.