Una rubia nada burra
«¡Qué lista es Silvia Intxaurrondo! ¡Qué bien lo hace! A diferencia de Sánchez, ella miente de un modo sobresaliente»
1. Solía meterme con el escritor Posteguillo llamándole Postiguillo (¡con quién no me habré metido yo, justa o injustamente!), pero en una cena el gran Carlos García Gual lo puso por las nubes y cambió mi consideración. Aún no lo he leído, pero lo haré. Su narración en el Senado de cómo vivió las inundaciones de Valencia es la mejor: dicha en el tono preciso, sin ira, con rabia controlada. Restalla la palabra «nadie»: nadie venía. Durante dos jornadas. A la tercera, apenas los voluntarios. Ahora muchos –mayormente oficialistas, pero no solo– advierten contra el peligro de la antipolítica, contra el bulo (así lo llaman) del Estado fallido. Antipolítica es la que ellos defienden. Estado fallido es el que ellos promocionan. A los que llevamos años abogando por la regeneración solo nos cabe constatar la degeneración. ¿Cómo se arregla esto? Yo no lo sé. Ni lo espero ya.
2. Cogobernanza: el escondrijo que encontró el presidente Sánchez para eludir sus responsabilidades durante la pandemia y en el que ha vuelto a meterse con la dana. En los alrededores de su incompetencia, los ciudadanos caen como moscas.
3. Naturalmente, también Mazón, también el PP. PSOE y PP: una pinza que produce muertos. Posteguillo hizo una variación sobre los famosos versos de Machado que algunos habíamos hecho ya en su día: son las dos Españas las que nos hielan el corazón. Aunque llegó un momento en que también se empezó a poner farruca la tercera. Yo debo de ir ya por la cuarta o la quinta…
4. Algo más sobre el éxodo de Twitter a Bluesky: no se van porque no quieran bulos; se van porque solo quieren sus propios bulos. David Mejía puso un tuit genial tras las declaraciones de Aldama sobre la corrupción del PSOE: «Alguien debería avisar en Bluesky de lo que ha ocurrido».
«Musk recuerda al hombre más rico de Brasil hasta que lo metieron en la cárcel: su manía era poner la X en el nombre de todas sus empresas»
5. Lo más divertido de los millonarios es lo tontos que son. Tontos para lo importante, que para hacer millones son listos. Cuando Elon Musk le cambió el nombre a Twitter y le puso X (yo me he negado a hacer el cambio), me acordé del que fue el hombre más rico de Brasil hasta que lo metieron en la cárcel: Eike Batista. Su manía era poner la X en el nombre de todas sus empresas: OGX, MPX, LLX, MMX y OSX; que formaban parte del grupo, que también la llevaba, EBX. Ha escrito además el libro O X da questão. (El título remite a una canción de los años treinta del siglo pasado, O X do problema, de Noel Rosa; aunque no tiene nada que ver.) Aquí x podría traducirse por quid. El quid de la cuestión es el que dije al principio: por qué los millonarios son tan tontos. El otro día Musk se puso a ser brillante delante de Trump, quien, con gesto indisimuladamente ofuscado, empezaba a mirarlo ya como uno de sus problemas.
6. Sánchez se plantó en Brasil (para el G20) sin saber que allí su cara está ya repartida. La posee el espantoso cantante Frank (pronúnciese Franki) Aguiar, cuyo gran hit es un forró que dice: «La rubia no es burra, tiene pereza de pensar«.
7. Un rubia nada burra es Silvia Intxaurrondo: ¡qué lista y qué buena es! ¡Qué bien lo hace! A diferencia de Sánchez, que miente sin credibilidad, con pésima comunicación facial y corporal, Intxaurrondo lo hace a la perfección, de un modo sobresaliente en todos esos aspectos. Con subyugante aplomo. Acojona.
8. En su artículo en El País de este sábado, Muñoz Molina ha escrito contra Hitler. Al menos no lo ha hecho contra Aldama.