Todo el mundo tiene algo que decir de las fotos de los Reyes
Todo el mundo es experto en todo: nada se escapa a este festín de crítica basada en vaya usted a saber qué experiencia
Ya lo decía Harry Callahan: «La opinión es como el culo, todos tenemos una». Y eso que todavía no existían las redes en los tiempos de Harry, el sucio. Ahora convivimos con la opinión aunque no la hayamos solicitado. En un constante chorreo de opiniones, se tiende a abrir la boca -o a manosear el teclado- sin antes pararse a pensar si uno está capacitado para que esa opinión esté mínimamente formada y no sea más que un exabrupto que solo viene a confirmar que uno está más guapo calladito. Así, lo que antes era un país poblado de entrenadores de fútbol ha dado paso a otro en el que todo el mundo es experto en todo, desde volcanes a pandemias, de análisis políticos a meteorología: nada se escapa a este festín de crítica basada en vaya usted a saber qué experiencia.
Sin ir más lejos, ha bastado que el Banco de España mostrara los retratos de los Reyes, realizados por Annie Leibovitz, para que los expertos en fotografía aparecieran como setas en los bosques sorianos en pleno otoño. De pronto, todos los propietarios de un móvil dotado de cámara, los adictos al selfi e instantáneas de desayunos, comidas y cenas, han repasado la labor de una de las más consagradas fotógrafas de mundo, la mejor pagada, la más conocida por el gran público, recreando la clásica realidad de esta España binaria: una obra maestra o una mierda, así, sin término media. ¡Qué lejos estamos de la virtud!
Entre los miles de análisis, algunos llaman la atención. Eugenio Viñas resalta: «Es emocionante que haya respetado la tradición real de hacer las fotos con el horizonte torcido». E ilustra su hilo con otras en las que puede apreciarse que, efectivamente, a la Casa Real española tiene debilidad por las fotos torcidas, aunque el propio autor del tuit reconoce que era ironía: «Una son arte. Las otras son ‘súbelo rápido, sin editar’ porque todo da igual». La teoría de Pepe Colubi es que el fotógrafo real es cojo, de ahí su conflicto con las líneas del suelo.
Para Lidia Soler, «los elementos del retrato real recuerdan a Las Meninas de Velázquez no se pueden negar. La puerta del fondo abierta, el ventanal que da luz a la derecha o el espejo. Por cierto, ¿se intuye la mano en la cortina de la ‘puerta’ o son cosas mías?».
«El nuevo retrato es una fantasía de simbología mágica», explica Soror Cane, «que tras el oropel, el glamur y la gala cuenta una historia mucho más oscura de lo que parece». Y realiza un análisis esotérico: «Como se puede ver por los ángulos de fuga, son dos tomas diferentes fotografiadas en la misma habitación. Probablemente, este fotomontaje en que aparecen juntos se ha retocado con IA, pero son dos fotos individuales». Según su teoría, la ropa del Rey «representa el trabajo duro, la creatividad, la sabiduría, la prosperidad». Pero se fija en sus ojos: «No mira a cámara, no nos mira a nosotros. Su mirada está perdida a la derecha (el reino de las ideas), no está presente en el momento actual, está perdido en su propia cabeza». De Letizia, por su parte, destaca la ausencia de la tiara: «La cabeza descubierta es, en las damas, símbolo de plebeya. Pero las joyas elegidas hablan de que el linaje se mantendrá». En cuanto al lenguaje corporal, destaca: «Se mantiene recta, sin inclinarse amorosamente hacia su marido». No hay sentimientos amorosos, aunque luce un anillo El amor todo lo mueve.
A Señorita Puri, lo que menos le gusta es el uso del Photoshop y se queja de algunas ‘meteduras de pata’ en la trayectoria de Annie Lebovitz, con fotos con actores con tres piernas o manos. Y Pablo Croquevielle está que salta: «A Annie, que es una de las mejores fotógrafas del mundo, le vais a decir cómo ‘se debe tomar una foto.’ Es como salir a decirle a Messi o a Ronaldo cómo se debe jugar al fútbol».
Y luego, cómo no, están los memes: «Traedme el corazón de Blancanieves», reza uno con la foto de la reina envuelta en Balenciaga, en el papel de madrastra. O el de Jaime Peñafiel entre los monarcas al grito de «Annie Lebovitz. ¿Fotógrafa o cortesana? Todo está mal». Hay quien ha silueteado la foto del Rey para usar como fondo imágenes de The last of us y ‘da el pego’. Las figuras reales han sido trasplantadas a mil lugares, como recortables con los que jugar en este país de pandereta y recochineo. Se ve que hay gente con sentido del humor, pero sobre todo con mucho tiempo libre para perderlo en tonterías.
Lo cierto es que la mirada de la artista muestra a Felipe VI con una luz fría, apagada y plana, mientras la de Letizia se desborda y da volumen y elegancia al retrato. El resultado ha generado muchas reacciones porque no deja indiferente, lo cual ya es, de por sí, todo un mérito que no todos son capaces de conseguir. Y los amantes de las conspiraciones han encontrado otro filón para imaginar teorías. Al final, bueno o malo, todos tienen algo que decir.