Sánchez progresa hacia el sindicato vertical
El 44 Congreso de UGT en Barcelona escenificó un idilio entre Álvarez y Sánchez, más de intereses que de convicciones
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), y el secretario general de UGT, José Álvarez (i). | Lorena Sopêna (Europa Press)
El pas de deux de José Álvarez y Pedro Sánchez en el 44 Congreso de la Unión General de Trabajadores, digno de cualquier ballet de Tchaïkovski, viene a corroborar la capacidad del presidente del Gobierno para someter a su superior criterio a todo lo que tiene cerca. Le da igual de quién se trate y le da igual qué precio pueda tener.
La pleitesía del sindicato a Pedro Sánchez quedó patente en el discurso de José Álvarez, reelegido como secretario general de UGT, a pesar del ejercicio de vasallaje protagonizado ante el presidente del Gobierno. Álvarez pidió con acento lastimero «defender este Gobierno, que es democrático y legítimo y que debe seguir trabajando para conseguir los objetivos programáticos». Como música de fondo resonaba la cantata solista de Victor de Aldama en sede judicial.
Las palabras del secretario general de UGT, un sindicato que convocó tres huelgas generales contra el gobierno de Felipe González (en 1988, en 1992 y en 1994) y otra más contra el gobierno de Rodríguez Zapatero (en 2010) suenan a engaño a las nuevas generaciones y, supongo, que pueden ser lacerantes para los viejos miembros del sindicato, si es que quedaba alguno entre los 800 delegados al congreso.
Hay que decir que con anterioridad Sánchez había hecho gala de su tajante demagogia al investirse de justiciero. «No puede haber justicia social sin justicia fiscal», dijo ufano al referirse a los castigos tributarios impuestos a las empresas energéticas, a la banca y a las grandes fortunas. Y hasta defendió su inefable Ley de Vivienda, pese a su estrepitoso fracaso.
Pero la enjundia del discurso presidencial para los hermanos sindicalistas estaba en otra parte, en aquella en la que Sánchez habló de una nueva ley de participación institucional con la que los agentes sociales verán peraltada su posición en las instituciones y, como no podía ser de otra forma, verán mejorada su financiación. Puro resabio de José Solís Ruiz, el mejor vocero orgánico del franquismo, como respuesta a la exigencia de Álvarez de más recursos económicos públicos para sufragar sus actividades, por ejemplo en la negociación de convenios de los que se benefician trabajadores no afiliados «que no pagan por este servicio».
El desmoronamiento ético de UGT no es nuevo. Su trayectoria desde los escándalos de la empresa de transporte de viajeros Enatcar y de la estafa a sus propios cooperativistas de la PSV, que la llevó a la ruina, está jalonada de irregularidades, sola o en compañía de otros, como en el caso de los ERE en Andalucía.
Se da la circunstancia de que el flamante secretario general reelegido hacía unas declaraciones a Canal Sur en las que afirmaba «somos un sindicato que lucha contra la corrupción sin ningún lugar a duda». Era su respuesta al ser preguntado sobre la sentencia de la Audiencia provincial de Sevilla que condena al exsecretario general del sindicato en Andalucía, Francisco Fernández Sevilla, a tres años de cárcel y 50 millones de euros por un delito de falsedad en documento mercantil. No comment.
Un chico como tú en un sitio como este
El 44 Congreso de UGT no solo mereció la presencia de Pedro Sánchez, que va de soi. También acudió solicito el presidente del Partido Popular. Y no fue una presencia testimonial o de cortesía. Pronunció un discurso lleno de halagos al sindicato convocante y hasta de peticiones, ya que reclamó de UGT el apoyo a su proposición de Ley de Conciliación. La obsecuencia del líder del PP con Álvarez y los suyos («voy a seguir persiguiendo entenderme con UGT») no creo que le haga ningún favor, más bien le ocurrirá lo que a la rana que ayudó al escorpión de la fábula.
Hay quien confunde el centrismo con el equilibrio en la cuerda floja.
