Pepe Álvarez, un estómago doblemente agradecido
«Pasará a la historia de nuestro país como referente de la lucha obrera. Un trabajo, el suyo, tan fino, limpio y transparente que hace que sea desconocido para la mayoría de nosotros»
Pepe Álvarez fue reelegido como secretario general de UGT por tercera vez y última la semana pasada. Era un clamor en las calles que los trabajadores ardían en deseos de que esto se volviese a dar. Entrabas en cualquier cafetería a desayunar o en tu descanso laboral, y no se hablaba de otra cosa, que de lo mucho que se notaba la presencia de este asturiano universal en las mejoras de las condiciones de los trabajadores. El personal chocaba sus tazas de café realizando un brindis en homenaje a ese ser superior que es Pepe Álvarez.
Y es que todo el mundo sabe, como no podía ser de otra manera, quién es el Secretario General de la UGT. Es esa persona que en cuanto pone un pie en la calle es rodeado por una masa enfervorecida, deseosa de hacerse una foto con él y agradecerle su lucha tenaz y constante por todas las personas empleadas. Tiene que salir con gafas de sol y sombrero para poder tener el tiempo suficiente para seguir ejerciendo su labor encomiable. Es una lástima, porque en esos momentos no podemos disfrutar de su porte elegante, de esos fulares que lleva que le convierten en el último dandi ibérico.
Todo el mundo sabe que en España ahora mismo las personas más famosas serían Broncano, Pablo Motos, Rosalía, Vinicius o Mbappé, pero todas se opacan y oscurecen ante la brillantez y la luminosidad de cuando aparece Pepe Álvarez. Ese asturiano de elegancia refinada que deja en evidencia a su paisano Arturo Fernández. Ambos han vivido de la comedia, pero mientras uno lo hacía de intentar provocar la risa, el otro lo que hace es reírse del respetable. Al primero le quedaban las corbatas como si fueran obras de arte que brotaban de sus camisas impecablemente planchadas. Al otro le gusta más tirar de servilleta que tape la camisa o camiseta que lleve, para evitar que puedan mancharse tras esas exigentes jornadas gastronómicas que parece que tanto les gustan a los líderes sindicalistas.
Creo que ha quedado claro que Pepe Álvarez pasará a la historia de nuestro país como referente de la lucha obrera. Un trabajo el suyo, tan fino, limpio y transparente que hace que sea desconocido para la mayoría de nosotros. Un esfuerzo sordo, ciego y mudo. Igual que la canción de Shakira, aunque a él sí le «salpique» el sudor de los que verdaderamente trabajan.
Un servidor pensaba que lo de «estómago agradecido» asociado a un líder sindical se debía a esa fama que se habían ganado de ser excelentes gourmets y gustarles la buena mesa. Pero aparece Pepe Álvarez, para darle una segunda acepción, y seguramente más correcta. Ayer, domingo, acabó el Congreso Federal del PSOE, y una de las personas que intervino fue el protagonista de este artículo. Seguramente acabaría de comer, y con la alegría del estómago lleno se vino arriba. Se subió al púlpito seguro de sí mismo, tenía claro lo que tenía que decir, las palabras se le metían entre los dientes para hacer compañía a los restos de los alimentos que no habrían sido convenientemente masticados y tragados. Algo que lo humaniza, pues nos puede pasar a cualquiera. Los hombres no solemos ir equipados con un bolso donde llevar entre otras cosas un cepillo de dientes.
Entonces llegó el momento, y no se sabe si fue de forma deliberada o no, pero lo que parece claro es que quería quitarse cuanto antes una de las excrecencias que llevaba en la boca y así lo hizo. Movió los labios para hacer más fácil la operación y que pudiera salir toda esa toxicidad. Las palabras que salieron de su boca y que ya conocerán casi todos ustedes fueron las siguientes refiriéndose al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez: «Eres un presidente de palabra, eres un presidente de fiar, y por eso pasan algunas cosas de las que pasan». Y se quedó tan pancho. Como te quedas después de una digestión con final feliz.
Pepe Álvarez se fía más de un mentiroso diagnosticado, que de lo que ven sus ojos. Ver por el estómago en algunos casos es entendible, y más en el suyo. Ser un estómago doblemente agradecido es lo que tiene.