Pedro Sánchez no se levantó católico
«Hacer ideología de la desgracia. Ser el protagonista ausente del acto. La novia en la boda. El muerto en el entierro»
Pedro Sánchez no se levantó lo suficientemente católico el pasado lunes como para a ir a la Catedral de Valencia. No le pareció una razón de peso ser la principal figura jerárquica del Gobierno, y representarlo en un funeral de Estado a los más de doscientos muertos provocados por la dana en la Comunidad Valenciana. Ser el mayor desastre meteorológico en número de muertes ocurrido en España no le pareció un motivo para ello.
Entre su falta de fe en la religión cristiana y mostrar sus respetos ante la muerte de unos compatriotas, eligió la primera. Pedro Sánchez entre la paz y el conflicto siempre elige lo segundo. Entre el odio y acompañar a los familiares y amigos de los que han perdido a un ser querido, el presidente siempre elegirá lo primero.
Que un servidor sepa, entrar a un templo religioso y más concretamente católico, no hace que te conviertas a esa fe. Se puede entrar de manera discreta y comportarse de manera respetuosa ante el homenaje de un credo particular a unas víctimas de tu país. Después, señor Sánchez, podría haber salido de la catedral y seguir manteniendo sus ideas sin tener que haberse convertido en un «peligroso católico».
Usted, señor Sánchez, ha preferido protegerse de los posibles abucheos y pitos antes que cumplir moralmente con sus obligaciones como presidente del gobierno. Hacer ideología de la desgracia. Ser el protagonista ausente del acto. La novia en la boda. El muerto en el entierro, aunque sea faltándoles el respeto a los que lo están de verdad, conocedor de que su muerte política está más próxima de lo que le gustaría.
Un servidor entra muy poco en las iglesias, pero no cree que la vaya a pasar nada malo al hacerlo. Me gusta la estética de muchas de ellas. Me transmiten una paz y tranquilidad muy necesarias en este mundo donde el ruido no cesa nunca. No me considero monárquico, pero respeto la figura de los Reyes y les daría la mano sin pensármelo si ellos me saludasen. Es una cuestión de educación y respeto, y no de pleitesía y genuflexión, como se piensan los que justifican los actos de Pedro Sánchez. No creo que nadie sepa cuál es el pensamiento y la ideología de nuestro presidente veleta, pero no quiero pertenecer a algo que sea incapaz de compartir espacio con quien no piensa como él.
Pedro Sánchez prefiere compartir lugar, por ejemplo, con nacionalistas catalanes y vascos, gente que lleva en su ADN ser excluyentes y egoístas, que quieren mantener el privilegio para regiones de por sí ricas, a costa de que las pobres lo sean cada vez más. Algo en teoría poco progresista y de izquierdas, y que, por tanto, en el lenguaje ideológico de este sector sería lo más parecido a cometer un pecado para el fiel cristiano. Pero los preceptos de la socialdemocracia y el progresismo clásico han sido eliminados y sustituidos por otros más maquiavélicos y nocivos, y parece que a bastantes de sus feligreses no les ha importado, como quedó claro en el «Concilio de Sevilla» de hace apenas una semana.
Que el presidente del gobierno no haya querido ir a mostrarles sus respetos a los muertos de la Comunidad Valenciana deja claro lo poco que le importan los españoles y lo que les pasa. Su nula empatía con unos ciudadanos que lo han perdido todo así lo demuestra. Se excusará de que su agenda ya estaba completa para ese día. Pero para hacer el «indio» con su mujer en la semana que se produjo la Dana, sí que tuvo tiempo. Tenemos que entender que es el presidente de un gobierno con muchos casos de corrupción, y que el tiempo es oro para intentar tapar como se pueda algo que es inabordable. Sólo le queda rezar mucho y que Dios no le trate como él lo haría.