Autopsia del nevenkismo
«Ponferrada, la más bonita de todas las ciudades feas de España, es hoy un parque temático del nevenkismo»
La de Icíar Bollaín es una película cazurra con ínfulas de «necesaria»; algo así como un remedo de la demagogia pobrista de Ken Loach pasada por el filtro del cuñadismo. Una absurda dramatización, en fin, de lo que ya depusieron Juanjo Millás y Ana Pastor. La rumia de la rumia de la rumia de la rumia…
Que a nuestros críticos les hayan temblado las piernas ante semejante bodrio, que ninguno de los puntillosos de turno se haya atrevido a demolerlo, que el implacable Boyero, en lugar de enviar Soy Nevenka a la trituradora, la haya calificado (¡hay que ser timorato!) de ‘correcta’, habla de un sistema cultural fallido, copado por pusilánimes que agotan sus exiguas reservas de valentía en un pellizco de monja cada tanto, y siempre en el mismo culo.
De la molicie no se salva el periodismo de entretenimiento. Luz Sánchez-Mellado le preguntó a Bollaín si Ismael Álvarez había visto la película y ésta fue su respuesta: «No. Pensamos en contar con él, pero todavía niega los hechos sentenciados en firme. Entonces, ¿para qué?».
Pa’qué. Pa’ná. Pos’eso.
Luis Martínez incidió en la misma cuestión.
— ¿Llegaron a hablar con Ismael Fernández [sic]?
— Nos lo planteamos, pero luego vimos a través de la infinidad de entrevistas que ha concedido, que su discurso ha sido y es siempre el mismo. Él no ha cambiado en todos estos años. Es muy difícil mantener una conversación con alguien que lo niega todo. Cuando salió la sentencia buzoneó a todos los vecinos de Ponferrada con más de 20.000 cartas. Y ahí, en seis folios, dejó clara su postura.
En 23 años, Ismael no ha sido entrevistado, a propósito de Nevenka, más que en cuatro o cinco ocasiones; eso y algún que otro canutazo equivalen, en el cómputo desquiciado de Bollaín, a una «infinidad de entrevistas». También es falso que buzoneara 20.000 cartas; en verdad, envío un centenar (algo menos, dice él) y buzoneó alrededor de mil.
En cualquier caso, la molicie a la que me refería no tiene tanto que ver con la ausencia de comprobaciones o repreguntas a Bollaín, cuanto con el hecho de que ni Sánchez-Mellado ni Martínez consideraron la posibilidad de entrevistar a Álvarez, como habría sido su obligación.
Por su parte, Gregorio Belinchón, acaso imbuido por los muchos y variados aquelarres de los que suele ser objeto Ismael, incurrió en algo más que un traspié; cuando menos, por lo que toca a las posibles consecuencias judiciales. En febrero de 2024, se descolgó con una falsedad que aún sigue incrustada en las páginas de El País:
«Después llegó el juicio, el cambio de fiscal, ya que el primero realizó un polémico interrogatorio a la denunciante, y la condena en mayo de 2002 a Ismael Álvarez por parte del Tribunal Superior de Castilla y León con una pena mínima, aunque por primera vez un político español pisó la cárcel por acoso sexual».
Ismael Álvarez jamás pisó la cárcel.
Omisionario
La esposa de Ismael, Toñi, falleció el 12 de agosto del 99 por un cáncer del que había enfermado cuatro años antes. No habían transcurrido seis días del entierro cuando Nevenka le regaló a Ismael un ejemplar de Donde el corazón te lleve, el long seller de Susanna Tamaro. En la portadilla le había escrito la siguiente dedicatoria: «Espero que este libro te reconforte (tal y como me sucede a mí) en los momentos tristes de tu vida. Un beso fuerte. Nevenka. 18 de agosto del 99».
Bollaín no saca a relucir esa burda invitación a la vida; probablemente, para evitar que su fábula despegara con plomo en las alas. Porque lo que ha perpetrado Bollaín, y antes perpetraron Juanjo Millás, sumo sacerdote del nevenkismo, y Ana Pastor, su monaguilla, son fábulas, con la diferencia de que en lugar de pregonar moralejas, han extendido facturas.
El afecto de Nevenka por Ismael afloró de nuevo al cabo de un mes, en la Clínica de Ponferrada, donde el ya alcalde se sometió a una intervención de hemorroides. Un comienzo jodido, sí, pero entre tortolitos, incluso unas hemorroides pueden ser (¡cómo no van a serlo!) entrañables.
Así lo cuenta Ismael en Escrito queda: «Durante los días en que estuve ingresado, [Nevenka] fue a verme varias veces. No eran visitas de mera cortesía, pues en alguna de ellas llegó a acompañarme varias horas, ofreciéndome consuelo, tratando de infundirme optimismo o de arrancarme una sonrisa. En una de esas ocasiones me llevó un flotador».
Bollaín omite el lance hemorroidal (¡tan cinematográfico!) y la circunstancia (banal, si se quiere) de que por aquellos días Nevenka tenía novio. Se llamaba Ramón, vivía en León y, según ella misma le dijo a Ismael, lo «estaban dejando».
La operación de borrado, que afecta asimismo a los cuatro meses que duró la relación, a las escapadas a Portugal, a Madrid, a La Coruña, a los fines de semana en hotelitos de la comarca… sólo se explica por la voluntad de hurtar al público que entre el alcalde y la concejal hubo algo que, si no fue un noviazgo, se le pareció bastante.
La manipulación habla a las claras no sólo de la mala fe de Bollaín, sino también de su estulticia, pues el acoso (si no digo presunto es porque media una sentencia) habría sido más creíble si antes hubiéramos conocido los pormenores ñoños del love story… y cómo el desengaño desairó a Ismael. Pero ni inventar saben.
En parte, porque la acción se alimenta de la conjetura que dejó esculpida Millás en su Hay algo que no es como me dicen: «Desde mi punto de vista, una vez que Ismael Álvarez propuso a Nevenka Fernández ir la número tres de su candidatura en las elecciones municipales, pero, sobre todo, una vez que, ganadas las elecciones, le ofreció la Concejalía de Hacienda y Comercio, que ella aceptó, no había ninguna posibilidad (y subrayo, ninguna) de que este hombre no acabara en la cama con Nevenka Fernández».
Había, por consiguiente, que aligerar la realidad para que no viéramos una relación convencional, de las que nacen, se tuercen y mueren, sino a un depredador y a su víctima. La clase de economía narrativa que moldea los documentales de La 2. Un bestiario ponferradino.
Un Torrente por delegación
La discoteca de Ismael, Delfos, fue eso que da en llamarse un templo del ocio nocturno. Dado que a Ismael, en Soy Nevenka, se le caracteriza como a un matón, a qué resistirse a la tentación de apurar el tropo y extender el atributo a los empleados de su local, en el que vemos (Bollaín, en alarde de sutileza, nos obliga a ver) a un segurata disfrazado de skin amenazando a unos clientes con un bate de béisbol. El sicario vicario.
La presunción de inocencia, enervada
El juez que condenó a Ismael por acoso sexual lo hizo sin otra base que lo que, con los años, se popularizaría como «yo sí te creo, hermana». No lo digo yo, sino la propia sentencia:
«Fundamos nuestra convicción en las pruebas de cargo practicadas en el juicio oral. […] En la causa sólo disponemos, como pruebas directas, de las declaraciones de la querellante y del acusado (las pruebas indiciarias aparecen menos claras, y a veces contradictorias, parciales y poco creíbles). […] Sabido es que en los delitos contra la libertad sexual (sus. 19 de junio de 1991 y 18 de mayo y 9 de junio de 1993) el testimonio de la víctima puede constituir prueba suficiente para enervar el derecho a la presunción de inocencia del acusado, al ser relativamente frecuente que el Tribunal no disponga de más prueba inculpatoria, pues estos delitos se llevan a cabo siempre en la intimidad».
Pero Bollaín no tiene suficiente con que Ismael haya sido declarado acosador (sin más prueba, insisto, que la palabra de Nevenka). A fin de completar el pack, le acusa de corrupto.
«Eso sí, la Concejalía de Hacienda supone discreción absoluta».
*
«Va a ser un amigo suyo el que retire la montaña de carbón, y otro el que desarrolle el proyecto, y serán amigos suyos también los que reciban las contratas de limpieza y mantenimiento».
*
— [Ismael] ¿Y el del rinconcito?
— [Concejal] No, a ese no, que no se enrolló. Que se joda ahora y aprenda.
— [Nevenka] No, pero yo a ese señor le conozco, tiene un negocio familiar, no se puede negar una licencia así como así.
— [Ismael] ¿A ver, qué más?
*
— Mira, de lo que vamos a construir en La Rosaleda, te quedas con un ático. Con el que más te guste, de premio.
La primera vez
Bollaín describe el primer encuentro sexual entre Ismael y Nevenka como un acto cuasi forzado, que arranca con Ismael acorralando a Nevenka en el portal de su vivienda.
— Anda, déjame subir, y me enseñas ese pisito nuevo que te has comprado.
— Que no, Isma.
— ¿Pero por qué?
— Porque no.
— ¿En serio? Mira, probamos, y si no funciona, no pasa nada, seguimos siendo amigos.
— Es que esto no va así, porque lo normal es empezar una relación, ver si hay feeling, si funciona, y luego ir más allá, no al revés.
— Pero que eso es lo que hacemos las personas adultas, Quenqui. Eres muy joven y muy inexperta.
Una nueva licencia de la licenciosa.
Porque el primer beso fue en el coche de Ismael. Escrito queda:
«Sea como fuere, fue fraguándose un cariño mutuo que un día de finales de octubre derivó en algo más. En el coche, a eso de la una de la madrugada, nos besamos».
Y entre el primer beso y el primer sexo, pasaron semanas. Escrito queda:
«A finales de noviembre se produjo nuestro primer encuentro íntimo. Ocurrió cuando ella lo propuso».
Ni siquiera fue en casa de Nevenka, como falsea Bollaín, quién sabe si con la intención de acentuar la naturaleza invasiva de Ismael. Ese primer encuentro se produjo, a sugerencia de Nevenka, en una casa semiabandonada que Ismael tenía en las afueras de Ponferrada.
No parece que la experiencia fuera desagradable, cuando menos para Nevenka.
Acosador, corrupto… y violador
Bollaín debería explicar en qué se fundó para recrear el intento de violación en el despacho de Ismael. Porque ni en el juicio se dirimió ese delito ni Nevenka, en su declaración, acusó a Ismael de haberla empotrado contra una librería y de intentar arrancarle las bragas para penetrarla, que es lo que vemos en la película.
«Su actitud de presión se tradujo en notas manuscritas, mensajes en el teléfono móvil, cartas, comentarios verbales que prefiero no reproducir literalmente y un desprecio hacia mi trabajo y hacia mi persona, con descalificaciones, actos y vejaciones que atentaron contra mi integridad psíquica y física. […] Éstas, y sólo éstas, son las razones que han motivado el que hoy presente mi dimisión irrevocable. […] Por supuesto, ya he presentado la correspondiente querella criminal y espero que con el tiempo se haga justicia».
Ante el tribunal sí llegó a hablar de presión sexual en el despacho. Veamos lo que dice, a este respecto, el voto particular del magistrado Antonio Martínez Villanueva:
«Igualmente ha quedado acreditado que el despacho del alcalde no está insonorizado, por el testimonio de María Encina (secretaria particular del alcalde y que asimismo lo fue con el homónimo en la etapa socialista) y de Alejandra Vidal, en el que manifiestan que se oyen las conversaciones desde el pasillo con más o menos claridad, y en especial desde el despacho de la primera, por lo que difícilmente han podido acontecer los hechos que relata la querellante de presión sexual en el mismo. Así, declaran que no han observado estas situaciones ni escuchado frases de la índole que Nevenca atribuye al alcalde, ni apreciado en ella ninguna alteración ni malestar, ni nerviosismo cuando salía del despacho del alcalde; en resumen, no han visto nada anormal».
Postmanuscritas
En su declaración a los medios, esa en la que denunció el acoso que venía sufriendo, Nevenka habló de notas manuscritas.
Éstas son sólo tres de las que ella le siguió escribiendo a Ismael durante los meses en que éste había convertido la vida de Nevenka en un infierno.
Un aparte: «Lo que siento por ti lo tuve claro desde el principio». En la escena en que Ismael se le declara en su coche, frente al Ayuntamiento, no hay claridad que valga.
– Quenca, no puedo ocultártelo más, siento algo muy fuerte por ti… Muy fuerte, y yo noto que tú también.
– Claro que siento algo, somos amigos y yo te admiro y te respeto mucho, Ismael [Él le acaricia la mejilla.]… Pero no sé si es esto [violentada].
– ¿No me has dicho que sientes un poquito por mí? ¡Pues ya está!
– Ismael, no. Lo siento.
Dejemos de lado el estilo telenovelesco, puramente venezolano, del diálogo.
Yo no estaba en ese coche (¡ni yo ni los omniscientes Millás y Pastor!), pero Bollaín sí ha tenido acceso a esa y a otras notas. Conste que no son en absoluto incompatibles con el hecho de que Nevenka pudiera haber manifestado dudas o, después de dejarlo, en un arrebato efusivo, quisiera estirar el chicle. Pero en una obra basada en hechos reales es obligatorio que también figuren esas notas. A no ser que la idea no sea armar un relato ambicioso, tan complejo como compleja es la vida, sino un hecho real basado en un mosaico de ficciones.
De Valladolid a Logroño
Una de las cumbres de la película es la boda a la que acuden en Logroño Ismael y Nevenka. Al llegar al hotel, Bollaín escenifica el siguiente diálogo, con el que da a entender que Ismael le ha tendido una encerrona a Nevenka:
– ¿Y la mía [mi habitación]?
(Recepcionista)- Estamos completos.
– Me lo podrías haber dicho, ¿no? Hubiera buscado otra cosa.
– ¿Me vas a montar el numerito? ¿Qué pasa? ¿Qué nunca has compartido con un amigo?
– No, no es eso Ismael, pero es que…
– Es suficiente gasto, qué necesidad hay de pagar otra habitación… ¡y con dinero público!
La escena intenta poner de relieve cómo Ismael se ufanaba de cargar los gastos personales al erario. Pero la acusación de corrupto es, en este caso, el menor de los problemas de Bollaín. Porque quien reservó la habitación fue Nevenka.
Una habitación doble para dos adultos, a nombre de Nevenka Fernández, del 7 al 9 de julio de 2000. Eso dice el bono de ECI.
«De todo ello se deduce», dice el voto particular, «que María Nevenca salió de Ponferrada siendo consciente y aceptando que iba a compartir la habitación con el acusado, en unas fechas en las que ella manifiesta que estaba siendo víctima de acoso sexual por parte de una persona con la que acepta voluntariamente compartir dos noches, lo que no deja de causar extrañeza, teniendo en cuenta la situación que al respecto relata la querellante […] Habitación que consta asimismo reservada a nombre de Nevenca Fernández en la documentación informática obrante en los autos, aportada por El Corte Inglés. […] Y no sólo está acreditada esta situación mediante la prueba testifical, sino también mediante la prueba documental aportada por el testigo Juan Luis Vasallo, en que se acredita, mediante un listado de llamadas telefónicas, que en los días 6 y 7 de julio se hacen seis llamadas, desde los diversos números de las oficinas de El Corte Inglés, al teléfono móvil de Nevenca […], que utiliza su condición de concejal del Ayuntamiento de Ponferrada, en relación con este viaje…
… Asimismo no queda probado, pese a la manifestación de Maria Nevenca, el hecho de que cuando la querellante se personó, en unión del acusado, el día 7 de julio de 2000, en la recepción del hotel, se interesara por si existía alguna habitación libre».
Pero no es sólo el voto particular: el juez que condena a Ismael también considera «hecho probado» lo que dice el voto particular: «… pernoctando juntos en Logroño en la misma habitación, que, según la agencia de viajes, reservó Nevenca y pagó Ismael».
En el juicio, Nevenka 1) negó que ella reservara la habitación, y 2) acusó a Ismael de masturbarse ante ella. No le vio hacerlo porque ella estaba de espaldas, en otra cama, pero lo oyó, dice, y lo olió. Bollaín presenta los hechos (entiéndanme) de manera que no se sepa bien si Ismael se está masturbando o la está penetrando. Sin embargo, sólo alguien que conozca el sumario y otros documentos, como es mi caso, puede albergar esa duda. Para el espectador medio sólo puede tratarse de una penetración.
Lo que arruina el relato de Bollaín sobre Logroño son los hechos probados, pero también la circunstancia de que Ismael y Nevenka, sólo una semana antes, coincidieran en Valladolid y, tras una larga noche de fiesta, compartieran hotel, que no habitación. Bollaín oculta el dato para que la película no se le venga abajo con el estrépito que habría merecido.
Quien habla es Ismael, Escrito queda:
«El 28 de junio de 2000 yo acudí a Valladolid por mi condición de procurador de las Cortes de Castilla y León. A sabiendas de que yo me encontraba allí, Nevenca programó un viaje a Valladolid. El asunto que, teóricamente, motivaba su desplazamiento era una reunión con un alto cargo de la Junta. Llegó a Valladolid por la tarde y alguien la trasladó a las Cortes a petición suya. Una vez allí, ya conmigo, nunca más se supo del asunto que requería su presencia en Valladolid, caso de que existiera. Dado que Nevenca decidió pasar la noche allí, llamé a mi secretaria para que reservara una habitación individual para ella. […] Al finalizar la sesión estuvimos de cañas con unos compañeros y compañeras, que confirmaron lo que estoy relatando. Ya en el hotel, yo me fui a mi habitación y ella a la suya. Dormí tres o cuatro horas y a las nueve de la mañana me fui para las Cortes. […] Nevenca presentó una versión falsa de los hechos. Declaró que, al finalizar mi trabajo en las Cortes, nos fuimos juntos al hotel y yo accedí a su habitación por una puerta interior, ya que nos habían asignado habitaciones contiguas. Como el hotel acabaría acreditando, ambas puertas estaban cerradas por ambos lados».
El magistrado ponente, mediante su voto particular, consignó: «[Está] acreditado y probado que el hecho no aconteció como ella presenta en su versión. Ni el alcalde penetró en su habitación ni por tanto hubo solicitud sexual, por la imposibilidad probada de penetrar en la otra habitación por la puerta interior».
E Ismael, en Escrito queda: «A la semana siguiente de haber estado en Valladolid, en lo que ella describió como una experiencia durísima, Nevenka se ofreció a acompañarme a la boda de un hijo del compañero concejal Manuel Rodríguez, en Estella. Ella misma gestionó la reserva de hotel para dos noches. Dado que no encontró habitaciones disponibles en Estella, reservó una habitación doble en el Husa Gran Vía de Logroño».
Desautorizada
Bollaín se pavoneó de que el Ayuntamiento de Ponferrada (donde, según sostiene, Ismael seguía teniendo mando en plaza) no le había autorizado a filmar en el despacho del alcalde. En ese punto, sugiere que, al igual que Nevenka, también ella ha sido víctima de Ismael, como en ese sketch de los Monty Python en que uno vive en una barraca, otro bajo un puente, el siguiente en un estercolero. Si Nevenka fue víctima, yo no voy a serlo menos. Hacerse un Colau, dícese. Y ello, sin que importase el tamaño del ridículo: cuando parte del equipo se plantó en Ponferrada para ‘localizar’, en cuanto se enteraron de que el hostal en el que se habían hospedado era de Ismael, declararon a la prensa: «¡Tiene nuestros nombres!».
Pero volvamos al despacho y a la elástica influencia de Ismael para otorgar y denegar permisos. Es mentira, otra más. Hace años que Ismael dejó de ser un poder fáctico; tanto es así que desde que se abrió la veda ha venido soportando el hostigamiento de Pastor a las puertas de su casa y el del PSOE a las puertas de su hostal… A mi juicio, la razón por la que el actual alcalde del Partido Popular le denegó a Bollaín que rodara en las dependencias del Ayuntamiento fue porque la mayoría de los vecinos tienen a Ismael en estima. Una estima efusiva, extenuante. He dado largos paseos con él por Ponferrada y siempre he tenido la impresión de que el destinatario de tantísimas demostraciones de cariño no era en verdad Ismael, sino yo. Como si los vecinos me quisieran demostrar ¡a mí, uno de Barcelona!, lo que sienten por él.
Uno de los lugares comunes sobre el caso (explotado por Bollaín) ha consistido en dar a entender que Ponferrada es un pueblo de cabestros en el que no hay ninguna posibilidad de que Nevenka sea rehabilitada. La razón, queda más o menos dicho, es que Ismael sigue siendo el verdadero dueño del lugar. Un sheriff encanallado. Y que en Ponferrada no se mueve una hoja sin que él lo consienta. Estos son los actos (y me quedo corto) que Ponferrada ha tributado a Nevenka, y en las que se aprecia el hedor del electoralismo barato.
En marzo de 2021, Ana Pastor persuadió a Netflix para grafitear, a pocos metros del domicilio de Ismael, un mural con la cara de Nevenka. Fue una de las acciones publicitarias que arroparon el lanzamiento de la serie documental de Netflix sobre Nevenka, producida por Ana Pastor. ETA.
En junio de 2022, la Universidad Feminista, organizada por la Concejalía de Bienestar Social, Infancia e Igualdad del Ayuntamiento de Ponferrada, proyectó el documental sobre Nevenka de Ana Pastor, tras el cual tuvo lugar una mesa redonda donde intervinieron, entre otras charos, Charo Velasco, la concejal del PSOE que animó a Nevenka a denunciar a Ismael.
El 17 de marzo de 2023, se estrenó en el teatro Bergídum, de Ponferrada, la obra teatral Nevenka, correspondiente al ciclo de actividades de la Universidad Feminista.
Dos semanas después, el 30 de marzo, el Ayuntamiento de Ponferrada levantó en honor de Nevenka Fernández, en una glorieta, un plafón con su rostro y el mensaje ‘Gracias por tu valentía’. La inauguración corrió a cargo de la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Vicky Rosell. Ese mismo día, Rosell intervino en la Casa de la Cultura de Ponferrada en un charla-coloquio con Cristina Fallarás.
En marzo, el Ayuntamiento de Ponferrada dedicó cada uno de los bancos de la plaza del Ayuntamiento a otros tantos colectivos más o menos víctimas del heteropatriarcado. Los operarios pintaron un banco de azul, rosa y blanco en aras de la visibilidad de los trans; otro con los colores del arcoíris en defensa del colectivo LGTBI, otro de verde para contentar a la hinchada ecologista y otro de violeta a modo de alegato feminista. Con una particularidad: ese banco, el violeta, está situado frente al hostal que regentan Ismael Álvarez y uno de sus hijos.
Ponferrada, la más bonita de todas las ciudades feas de España, es hoy un parque temático del nevenkismo, y Nevenka y sus memes, un próspero negocio multimedia.