THE OBJECTIVE
OPINIÓN

Pedro Vallín y su particular síndrome de Diógenes

«A este periodista se le tendría lástima si no fuera porque su enfermedad no es mental, sino moral»

Pedro Vallín y su particular síndrome de Diógenes

Pedro Vallín. | Europa Press

Algunos de ustedes ya sabrán por qué este ser inmoral de nombre Pedro Vallín ha sido noticia estos últimos días, pero por si acaso hay quien no lo sepa, un servidor lo explicará gustosamente, aunque al enterarse quien no lo supiera, le vaya a quedar un mal sabor de boca. Todo comenzaba con un tweet de Pedro Vallín riéndose de la prueba otorgada por Aldama ante el Supremo. Un vulgar folio con anotaciones hechas a bolígrafo. Muy parecido, por cierto, al que utilizaron sus amigos de cuerda ideológica en El País para convertir en portada unos papeles muy parecidos en el Caso Bárcenas.  Con ello quería ridiculizar en lo que se sustentaba su defensa y su nula solidez. Un papel falso, como quien falsifica una autorización en el colegio. «Victorito oy no quiere ir al cole porque ta malito. Firmado: mi mamá». Este fue el tweet de Vallín. Ante este comentario, un usuario le respondió: «Es un espectáculo contemplar como los brigadistas del Régimen se agarran a cualquier mínimo resquicio para tratar de justificar el saqueo protagonizado por sus admirados políticos corruptos». Aquí fue donde el periodista perdió la cabeza y publicó este lamentable tweet: «Eres valenciano. Mete la cabeza en el wáter y tira de la cadena. Se llama ‘dana doméstica’. Lo vas a gozar». El mendrugo quiso dejar constancia de su falta de humanidad y empatía con las víctimas de esa tragedia. 

Pedro Vallín es un columnista de La Vanguardia con la gracia y el talento de un servilletero. Pero uno ya usado, cuyas servilletas están sucias, demasiado grasientas y aceitosas, como su cerebro. Algunos de ustedes pensarán que me estoy pasando de rosca con una persona de la que además lo desconocen todo. Y en ello no está el problema, lógicamente. Vivir a la sombra de la fama es una forma elegante de estar en el mundo. Si la fama es obtenida por tu buen hacer, será merecida y casi seguro sabrás actuar en consecuencia. Siempre hay excepciones, famosos con un ego que intenta tapar sus frustraciones. Pero este no es el caso del protagonista de este artículo. Pedro Vallín hace ímprobos esfuerzos en X, antes Twitter, para que le hagan algo de caso, y aun así, ni usted ni yo ni otros muchos sabíamos quién era este espécimen. También es cierto que si tiene algo de reconocimiento es más por las heces y esputos que expele y escupe en esta red social, que por lo que escribe en su periódico. 

La provocación es un arte. Pero para convertirlo en este es necesaria una sensibilidad estética, una gracia que subsane el daño buscado con la inteligencia que deja su enseñanza. Un acto irónico, pero elegante. Para decir una boutade hay que tener el culo y la boca muy limpios. No se puede ser ingenioso si tienes la ropa interior manchada de tus heces orales o escritas. Si sonríes y no puedes evitar que la mierda se te meta entre los dientes. Les pido perdón a los lectores si les estoy pareciendo escatológico, pero es para que entiendan con qué personaje estamos tratando, y cuál es su modus operandi

Pedro Vallín sufre del síndrome de Diógenes. Se le tendría lástima por ello si no fuera porque su enfermedad no es mental, sino moral. Se trata de un trastorno del comportamiento que se caracteriza por el total abandono personal y social, y por la acumulación de basura y desperdicios en el propio hogar. Que no se tiene ningún respeto a sí mismo lo demuestran sus comentarios en X, que avalan sus nulas capacidades sociales. Si esas excrecencias que suelta se las dijera a la gente a la cara, sabe que sería tratado de trastornado o de mala persona, y que nadie querría estar cerca de semejante tarado. Es entonces cuando Pedro Vallín se autoexilia en Twitter y decide llevar una vida menos sólida y más gaseosa. Convertirse en un maestro de la ventosidad escrita. Volviendo a su síndrome de Diógenes, todos sabemos que nuestro cuerpo y nuestra mente son el hogar que no abandonaremos nunca, y Vallín se ha encargado de llenarlo de basura hasta los límites. No queda ningún compartimento libre por el que pueda entrar aire puro y limpio. Su toxicidad le embriaga y le envenena de tal manera que ciega sus ojos de cualquier claridad. 

Pedro Vallín no ha pedido perdón en ningún momento y seguro que se siente orgulloso de ello, y con su hinchado ego intacto. Ha tenido que ser La Vanguardia, donde él escribe su morralla, el que se ha querido desmarcar publicando un artículo en dicho diario titulado: ‘Un tuit ofensivo que no representa a La Vanguardia‘. En ese texto, el periódico decide castigar a su trabajador de manera equilibrada con respecto a su edad mental. Le han obligado a borrar el tuit. Para algo en lo que tenía éxito y repercusión, aunque fuera quedando como un demente, se lo obligan a eliminar, y queda otra vez en busca de que le hagan casito. Habrá quien piense que el periódico se ha quedado corto, y un servidor piensa que le ha dado donde más le podría doler. Y lo digo sin ninguna ironía. No dejarle solo en su estercolero creado en sus redes sociales. Saberse tutelado no le habrá hecho gracia al señor con ínfulas de provocador, cuando sólo es un niño malcriado, al que sólo aguanta un gobierno hecho a su imagen y semejanza, y que él les corresponde con una defensa enloquecida. Para muestra, este botón.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D