THE OBJECTIVE
Hastío y estío

Óscar Puente como sucesor de Pedro Sánchez

«Puente es el único ministro de este Gobierno que se hace el sueco para no sufrir el síndrome de Estocolmo»

Óscar Puente como sucesor de Pedro Sánchez

El ministro de Transportes, Óscar Puente. | Fernando Sánchez (Europa Press)

Óscar Puente no ha esperado a estas fiestas navideñas para empezar a mostrar un cambio en su imagen pública. La modificación en sus formas comenzó cuando ocurrió el desastre de la dana en la Comunidad Valenciana. Su verbo se hizo más conciliador y reflexivo, además de didáctico. Intentó explicar la actuación del Gobierno desde el primer momento y lo complicado de llevarlo a cabo. Esto que leen no pretende ser un masaje al exalcalde de Valladolid, ni muchísimo menos, sino hacer evidentes esos cambios en las formas del que hasta ahora ha sido uno de los «perros más ladradores y mordedores» del Ejecutivo liderado por Sánchez. A un servidor no le puede gustar nadie que represente a este Gobierno tan infame. Pero el cambio estratégico de Óscar Puente es tan notable que bien está escribirle un artículo.

Hace pocos días, en esta nueva línea suya de presentarse como una persona más cercana y afable, concedió una entrevista a «Detective Murciano» en su canal de YouTube, acompañado por ‘Zorrorífico’ y ‘Pedraxe’. Puede que ustedes no sepan quiénes son estas personas de nombres tan aristocráticos y callejeros a la vez. Son unos chavales que se hicieron conocidos en La revuelta, el programa de Broncano. Aportaron una frescura y un desenfado propios de quienes entran en la veintena, edad que deben rondar, dándoles igual todo lo que no sea el mundo que se han creado. Jóvenes amantes de la música y el cine, con sus propios códigos. Ácratas que no saben que lo son, los mejores. Aprovecharon sus 15 minutos de fama a lo Warhol de tal manera que acabaron entrevistando a todo un ministro, como es Óscar Puente. 

Al ministro de Transportes se le vio en su salsa desde el principio. Se sentía cómodo y relajado, en connivencia con el «nuevo» Óscar Puente. Habló de su vida laboral y personal de manera distendida. Ni estaba a la defensiva, ni quiso pasar al ataque. Eligió el centro de campo como lugar de operaciones. Organizar el juego de manera pausada, como Rodri o Kroos, pero sin estar lesionado o haber dejado la práctica del mismo. Dijo que estudió Derecho y que había ejercido como abogado durante bastantes años. Que le gusta mucho ver series y que le viene porque fue actor, cosa que se le nota, y más desde que es ministro. Lo fue durante bastantes años y hasta bien entrado en su veintena, y llegó a actuar en teatros de Madrid. Explicó también que su último paso antes de ser ministro fue ser alcalde de Valladolid durante ocho años y que esa experiencia le ha servido de mucho para su ocupación actual, además de sus conocimientos en Derecho. El objetivo lo había logrado, quedó como un hombre nada altanero, cercano a la gente joven y dispuesto a hablar de lo que sea de manera amable. 

Un servidor piensa que ese cambio de sentido en sus formas se debe a que no le importaría postularse como un posible candidato a sustituir a Pedro Sánchez como líder socialista en el partido en unas previsibles próximas elecciones. Hay un runrún de que algo gordo está por pasar. La corrupción ahoga a un partido cuando queda por salir mucho más de lo que ya se sabe. El resto de los partidos hace tiempo que demuestran que se están preparando por si esto ocurriese. Los pactos empiezan a no ser tan sólidos con sus socios, y algunos como Podemos o Junts parecen relamerse de gusto ante dejar caer el imperio sanchista. 

No parece creíble que Pedro Sánchez entregue su cabellera con corona atornillada a ella. Le «abdicarán» a la fuerza y si eso ocurre, será cuando comenzará el juego de los posibles sucesores. Mientras tanto, Sánchez manda a Pilar Alegría a Aragón para acabar con lo que huela a Lambán, parece que María Jesús Montero será destinada a Andalucía, Óscar López ya lleva un tiempo en Madrid para intentar hacerle cosquillas a Ayuso, pues otra cosa es un sueño húmedo, donde la realidad resbala una y otra vez. A Lobato intentó mandarlo a su casa, y ahora vive en un limbo desconocido para él, pero donde entra el oxígeno y no la toxicidad. Ministros que no le hacen sombra y a los que manda a esas regiones a expandir el sanchismo a unas regiones cuyo socialismo le es infiel. 

Pedro Sánchez busca con cada uno de sus movimientos ser el único líder posible. A algunos ministros los devuelve a sus territorios de origen, y a otros como Patxi López o Bolaños, que son incapaces de disimular lo bordes que son, se los traga con mucho gusto. Son su guardia pretoriana, los más brutos de su imperio, pero que tenga cuidado, todos sabemos quién mató a Julio César. Todos harían cualquier cosa que les mandase su jefe, su general, su dios, en definitiva, su faraón Sánchez. 

Pero no contaban con la astucia de Óscar Puente, único ministro de este Gobierno que se hace el sueco para no sufrir el síndrome de Estocolmo, como el resto de sus colegas. Enamorarse del amo del calabozo. Una devoción perversa, una posesión demoniaca. Pedro Sánchez ha hecho del partido socialista una cárcel de la que es muy difícil salir. Puente sabe torear con la tiranía reinante y republicana del amado líder. Se sabe el «puto amo», tanto que se lo llama a Sánchez para que este no se dé cuenta de ello. El ministro de Transportes sabe que el elogio debilita y baja las defensas. Ese será su momento y puede que también el de Pedro Sánchez.

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