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2024: podría haber sido peor

«Últimamente siempre están pasando cosas en la cara de Sánchez: cosas patológicas, sísmicas; estertores de terror»

2024: podría haber sido peor

Pedro Sánchez en el Palacio de la Moncloa. | Alejandro Martínez Vélez (Europa Press)

1. El engranaje de la Navidad, con su énfasis en las presencias, resulta siniestro para los que padecen ausencias. Estos, por otro lado, no pueden, ni quizá deben, hacer nada. Aguantar el chaparrón. Esa mezcla de presencias y ausencias no deja de ser la vida misma. Aunque lo truculento de la Navidad es la unanimidad social por las primeras, que confina a las segundas como heridas privadas. 

2. El mensaje del Rey es lo único aburrido del año en la pantalla y quizá por ello lo único civilizado. Verlo con atención equivaldría a una sesión de ‘mindfulness’. Pero a este lado del televisor lo puntean los chistecillos familiares. De algo me entero, no obstante, y hasta me da tiempo a anotarle un bulo: «La sociedad española tiene una idea nítida de lo que conviene».

3. Últimamente siempre están pasando cosas en la cara de Sánchez: cosas patológicas, sísmicas; estertores de terror. Su retorcida moralidad asoma en forma de tics y contorsiones mandibulares. Por el contrario, en la cara de Feijóo nunca pasa nada: es la inanidad absoluta. La eliminación de sus gafas se ha revelado ya como un error: al menos las gafas aportaban algo, un accidente topográfico en esa extensión al menos. Aunque no me cabe duda de que los estudios demoscópicos alertaban sobre la tirria de los españoles por las gafas, es decir, por todo aquello que sea indicio de intelectualidad. Incluso de intelectualidad en Feijóo.

4. Uno de los momentos fundacionales de la Transición, quizá el culturalmente más relevante, fue cuando Cebrián prohibió las inocentadas en El País el 28 de diciembre. Qué tiempos. Ahora El País es, todo él, una inocentada. Y no solo el 28 de diciembre.

5. Tenía un primillo que, en cuanto la madre se descuidaba, quitaba al Niño del pesebre y ponía en su lugar al caganer, o el cagón, como lo llamábamos por el sur. Era un pequeño anarquista teológico, un catarito quizá. Hoy es notario. Iba a contar esto el jueves porque pensaba hacer mi columna sobre Sánchez como caganer en el pesebre nacional. Pero me dio pereza elaborarlo durante 600 palabras. Así que lo dejo enunciado aquí y va que chuta.

6. A propósito de lo anterior, está el título de Juan Goytisolo que recordó el amigo Kehre: Pájaro que ensucia su propio nido. Esa sería la traducción de la estupenda palabra alemana Nestbeschmutzer, que es como han llamado en Austria a escritores como Thomas Bernhard o Elfriede Jelinek. Tiene alguna relación con la expresión española «morder la mano que le da de comer». Pero hoy en España los escritores no muerden la mano que les da de comer ni de coña. Al contrario: adoran al caganer Sánchez en su pesebre. A ver si les cae algo, aunque sea una de aquellas «monedas de moka» de que hablaba Gimferrer en Mascarada.

7. Discursea Puigdemont sobre la decadencia de Cataluña. ¡Lo dice el caganer supremo del asunto! Caganer del flequillo para abajo. Pero es un hombre de éxito, ahí donde lo ven: ha convertido España entera en Cataluña ya; con, volviendo al poema de Gimferrer, «aroma de ámbar subterráneo».

8. Logro ver la última película de Éric Rohmer, que pasó volando por los cines en 2007 y luego no la pude pillar en ningún sitio. Está en RTVE Play (hasta el 2 de febrero). El romance de Astrea y Celadón es una película de pastores galos idealizados que, retórica aparte, parecen muchachos de ahora. Me viene una ráfaga: el cine de Rohmer fue siempre un cine pastoril. 


9. ¿Que cómo ha sido mi 2024? ¡Catastrófico! Pero podría haber sido peor.

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