Kirsty Coventry, el sueño de Thomas Bach
«Bach ha resuelto agotar su mandato en 2025, tal y como estipula el reglamento. Podría haberlo cambiado de haber escuchado a quienes le pedían continuar cuatro años más. Los ha ignorado».
El voto es libre, o así parece. Lejos del marionetismo imperante entre quienes dictan las normas o las discuten, en el ámbito deportivo los elegidos alcanzan la meta sin ser siervos del pensamiento único, aunque demasiadas veces acaben sepultados por los diversos intereses. Ejemplo reciente: el presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Rafael Louzán, ha ganado las elecciones a Salvador Gomar por amplia mayoría y porque el tejido de las «Territoriales» es impermeable. No hay poder tan omnímodo como el de estos reinos de Taifas, inmarcesibles como la Ley D’Hont. Lo único que no cabe discutir es que al presidente de la RFEF lo elige el fútbol, que permite a los candidatos la captación de aliados en un sector que rehúye el «mandato divino», o sea el arbitrio del Consejo Superior de Deportes.
Otra votación trascendental en puertas es la del COI, que a menos de tres meses para la elección presidencial convierte los «diversos intereses» en una variedad de endiablada manipulación, escrito sin ánimo de ofender. Entre el 18 y el 21 de marzo de 2025, en Atenas, el Comité Olímpico Internacional elegirá a su décimo presidente, posiblemente señora presidente, o presidenta, aunque el femenino del término es gramaticalmente incorrecto. Hay siete candidatos: el príncipe jordano Feisal Al Hussein (61 años), el británico Sebastian Coe (68), la zimbabuense Kirsty Coventry (41), el francés David Lappartient (51), el sueco Johan Eliasch (62), el español Juan Antonio Samaranch (65) y el japonés Morinari Watanabe (65). Cuatro son responsables de federaciones internacionales (Coe, Atletismo), Lappartient (Ciclismo), Watanabe (Gimnasia) y Eliasch (Esquí). Samaranch, Coventry y Al Hussein son miembros de la Comisión Ejecutiva y el español, además, vicepresidente primero. Cabría deducir que el puestazo de Juan Antonio es un trampolín. Pues, no. Es más, Thomas Bach, que cumple hoy domingo 29 de diciembre 71 años, le sugirió que no se presentara. Sin acritud y para evitarle el disgusto de la derrota. El presidente saliente tiene un candidato, o mejor, una candidata, la zimbabuesa Kirsty Coventry.
Bach ha resuelto agotar su mandato (8+4 años) en 2025, tal y como estipula el reglamento del COI. Podría haberlo cambiado de haber escuchado a quienes le pedían continuar cuatro años más. Los ha ignorado. «Los nuevos tiempos exigen nuevos líderes», arguye, y dará un paso a un lado para dejar el camino expedito a Kirsty. La composición de la Asamblea avala su determinación. Son 111 miembros con derecho a voto, menos el de los aspirantes que no pueden votarse. De los 104 restantes, 48 son mujeres y 70 han sido nombrados por Thomas Bach… Con lo cual, hágase su voluntad y que pase la mayoría simple. Otro de sus deseos coincide con el principal: después de nueve hombres (ocho europeos y un estadounidense) que ocupe la presidencia una mujer, además ministra de Deportes de Zimbabue, curtida en puestos de relevancia, doble campeona olímpica y… ¡Africana!
Cada uno de los tres últimos presidentes del COI tuvo un sueño, como Martin Luther King. El de Juan Antonio Samaranch fue Barcelona’92 –podría añadirse Pekín’2008–; el de Jacques Rogge, predecesor de Bach, Río’2016. Se empeñó en celebrar unos JJOO en Sudamérica y lo consiguió. La Comisión de Evaluación optó por Madrid, Chicago, Tokio y Doha. El problema de Doha fue el calendario y el COI repescó a Río de Janeiro. El 2 de octubre de 2009, en Copenhague y contra todo pronóstico, el pucherazo inclinó la balanza hacia la ciudad peor valorada: Río. La candidatura era pura ficción, prácticamente todos cuantos metieron la mano en el proyecto acabaron en la cárcel, incluido el presidente Lula. Rogge se salió con la suya y Bach tuvo que arrimar cientos de millones de euros para que la XXXI Olimpiada pudiera celebrarse.
Los avales de Kirsty Coventry son poderosos e inequívocos, por este orden: Bach y la visión que apunta a realidad; juventud, espléndido historial (dos medallas de oro olímpicas, cuatro de plata y una de bronce en sus cinco participaciones en los Juegos); procede de África y tiene experiencia en la mñas alta gestión deportiva. Armas de mujer para el COI. Expuestos los argumentos y la composición de la Asamblea, se antoja imbatible. El viento irá por donde sople Thomas, que no le tiene simpatía alguna a Sebastian Coe. Cumplía los parámetros de candidato ideal, pero se enfrentó a la máxima autoridad al defender obstinadamente el veto a los atletas rusos y bielorrusos. Otro asunto que enturbia su encanto: sin consultar con el resto de los presidentes de federaciones internacionales, decidió abonar 50.000 euros a cada atleta que obtuviera la medalla de oro. La IAF podía permitírselo; las demás, posiblemente no. De ahí la inquina de sus colegas. En cuanto a Samaranch Salisachs, es el mejor colocado para enfrentarse a Coventry, mejor incluso que Coe y todos los demás a quienes se da por vencidos, pero no es mujer. Samaranch Torelló, Barcelona y Pekín; Rogge, Río Janeiro. En el Comité Olímpico Internacional, el “rey” reina y gobierna: Bach, Kirsty Coventry.
P. D.: Después de escuchar el discurso del Rey (Felipe VI, no Jorge VI), que siempre aparece por Navidad para elevar la moral de la tropa y amargar el turrón a los siesos, y de leer las conclusiones de Antonio Caño en «El año del Rey» («que lo confirma como el mejor símbolo de los valores republicanos»), ya puestos a equiparar Monarquía y República, y para no descarrilar de lo deportivo, también podría establecerse un parangón entre el monarca español y otro «Rei», Pelé… Imposible. Si el enunciado de la pregunta fuera ¿para qué sirve un rey?, la mera presencia de Su Majestad pateando el lodo en zona catastrófica, mientras prestaba oídos a las quejas y necesidades de los valencianos, sería un punto de partida para resaltar una parte de su valor y justificaría su existencia. Contrastado desde el momento en que el 31 de octubre envió a 250 efectivos de la Guardia Real mientras el Ejército esperaba ansioso y atribulado la orden de intervención. Después asistió a los funerales y volvió a la «zona cero» acompañado de la Reina Letizia, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, para que nadie olvide la magnitud de la tragedia y las inaplazables necesidades de los afectados.
Setenta años antes, en Minas Gerais, en el patio del hospital donde limpiaba su padre, el exfutbolista Dodinho, el joven Pelé pateaba mangos siguiendo las instrucciones del progenitor. A falta de la pelota, el fruto maduro servía para pulir la técnica. Rezumaba tanta calidad que en cuanto consiguió calzarse unas botas de fútbol asombró al mundo. No le costó ganarse un puesto en el equipo de Brasil, formó parte de la mejor selección de todos los tiempos y fue universalmente admirado. Admiración es lo que despierta el Rey Felipe VI entre la mayoría de los súbditos. Kirsty Coventry tendrá que fascinar y convencer al mundo olímpico si finalmente el sueño de Thomas Bach se hace realidad.