THE OBJECTIVE
Hastío y estío

La Reina Maga que no quería trabajar ni hoy

«El mundo feliz de Yolanda Díaz es una realidad de perfume caro, la suya, que desconoce el basurero de sus consecuencias»

La Reina Maga que no quería trabajar ni hoy

Yolanda Díaz. | Ilustración de Alejandra Svriz

Trabajar es una cosa de muy mal gusto. Sudas, te cansas, y no te deja tiempo ni para maquillarte la nariz tranquilamente. Jugar a ser Rossy de Palma en el antiguo Egipto. O una mujer u hombre con ínfulas de pájaro carpintero. En definitiva, tener tiempo para mirarnos al espejo hasta ver el vago o la vaga que llevamos dentro. Hay quien tiene que estar poco rato para descubrirlo y es cuando se da cuenta de que se dedica a la política nacional. 

Pero si hay algo peor que trabajar mucho es cobrar poco y realizar una labor para nada motivante. Dedicar el día a servir desayunos y comidas a otros trabajadores de la zona, trabajar en una oficina para llevar las cuentas de un consejo de administración que solo te ayuda vaciándolas con sus sueldazos, limpiar los baños y las duchas de un gimnasio o colegio, curar las enfermedades de unas personas tan débiles como sacrificadas ante sus rutinas. Son algunos de los ejemplos de los empleos que un vago de pedigree nunca aceptaría. Para llevar una vida perra ya están los demás. Un vago o vaga con caché, debe llevar la elegancia por bandera, vestir de manera cara, pero regalada a la hora de pagar. Que el dinero te cueste obtenerlo lo mismo que generarlo. Que te llueva el dinero del cielo, y la fuente sea pública y caudalosa como el Ebro. 

Si quiere ser un vago o vaga con clase métase a Ministro. Si es de Trabajo, mejor. No haga nada, pero haga pensar que está trabajando por el bien común. Que su labor es mejorar las condiciones de trabajo de todos nosotros y que lo intenta de manera incansable. Tome decisiones cuyo populismo haga más patente que ni sabe ni quiere hacer nada útil. Suba el salario mínimo de manera indiscriminada tanto a una empresa que factura millones de euros como a otro mileurista. Que la alegría a ese trabajador le dure lo que tarde en ser despedido al no poder asumir el patrón la subida. Igualar a la baja, el comunismo en su máxima expresión. Pero más que de baja, habría que hablar de bajeza intelectual y no conocer el mundo en el que ella vive de manera ilusoria. 

Donde no llegue el conocimiento que lo haga la magia. Seguir tomando decisiones para que el pueblo vea que los trata de igual a igual. Que trabajen tan poco como yo, pero sin mi sueldo y mis privilegios propios de mi casta. Bajar de 40 a 37 horas y media semanales. Media hora al día que se puede aprovechar para ir a las calles Ortega Gasset o Serrano en Madrid, o en la ciudad donde vivan ustedes, y aprovechar y comprarse alguna prenda de alta costura, siempre tan necesaria en nuestro armario. Y si no tienen dinero para obtenerla, no se preocupen, se sube al doble o al triple todos los salarios y problema resuelto. La vida siempre es muy fácil desde la ignorancia. 

«El mundo feliz» es una novela distópica de Aldous Huxley que fantaseaba con un futuro aterrador donde la masa era controlada de manera férrea. El mundo feliz de Yolanda Díaz es una realidad de perfume caro, la suya, que desconoce el basurero de sus consecuencias. La fiesta que la paguen los demás o, ya que estamos en estas fechas los Reyes Magos. Unas majestades a las que sí que envidia la ministra republicana, pues aún trabajan menos que ella. Lo hacen un día y ni siquiera entero. Fíjense si les avergüenza, que lo hacen de noche para que no se les vea. Una cosa con nocturnidad y alevosía, muy de este Gobierno. 

A Yolanda Díaz no le gustarán los Reyes Magos, además de por su republicanismo, porque son los tres hombres. Demasiada barba y testosterona junta. Ella es la Reina Maga perfecta de este gobierno. Todo es cuestión de que la ilusión y la inocencia se mantengan en un electorado tan pueril.     

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