Bob Pop, cuando la política 'woke' se te vuelve en contra
«Un insulto lo será en su esencia. No dependerá de quién lo diga, ni de unas personas que lo decidan por los demás»
Cuando se habla o se escribe para demostrar una superioridad moral, intelectual o del tipo que sea sobre el que piensa de manera distinta, habría que tener el patio interior de nuestra esencia de ser humano muy limpio, impoluto. Pero no siempre es así, es más, hay muchos casos de lo contrario. Tenemos a nuestra clase política, y sobre todo a los «dos monstruos» echándose en cara la corrupción y las malas artes del contrario, cuando a los de la rosa y a los de la gaviota la mierda les llega hasta la boca, con lo que tendrían fácil estarse calladitos. Un servidor a veces piensa que lo hacen para ver si así pueden vaciar su vertedero, vertiendo su basura sobre el partido rival. Pero esta nunca se vacía, sino que se reproduce a la velocidad de los insectos y las ratas.
Otro buen ejemplo es Íñigo Errejón. Desaparecido de la faz de la tierra pública. A él que tanto le gustaba dejarse ver para mostrar sus valores bondadosos y sin mácula alguna. Ahora prefiere estar en el agujero cavado por su vergüenza. Lo de predicar con el ejemplo es algo que no iba con él, pero que sí exigía para los demás. Pero cuando te pillan con las manos en la masa o en un culo, lo dicho no se limpia ni con papel higiénico. Eso que sería lo más adecuado. Cuando abrir la boca es hacer de la ventosidad un discurso, no hay fuego que impida la chispa para que todo salte por los aires.
Y todo esto es consecuencia de como se ha ido imponiendo la cultura woke, aunque parece que poco a poco esta se va marchitando como la flor que nunca fue. Algo presuntamente bonito y colorido, que lo único que ha conseguido es difuminar tanto la realidad como la sociedad. Un movimiento que como los pantalones vaqueros, la coca cola y las hamburguesas vino de Estados Unidos, y qué en Europa, por desgracia, acogimos con los brazos abiertos. Y es que ser el mamporrero del poderoso nunca sale bien.
Y es aquí cuando llega el protagonista de este artículo. Bob Pop tiene una colaboración semanal en el programa de las mañanas de la Cadena Ser presentado por Angels Barceló. Para la izquierda woke es uno de sus principales referentes ideológicos tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales. El lunes pasado antes de empezar su sección, la presentadora quiso saber la opinión de este sobre que la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea haya decretado que la expresión «maricón perdido», título de la serie que él dirigió y que ha sido premiada varias veces, «no puede ser una marca para productos audiovisuales porque es un término inmoral».
Bob Pop se mostró sorprendido porque la Unión Europea haya decidido que esa expresión es ofensiva y obscena, y que no se puede registrar. Se quejó de que ese estamento no aceptara la reapropiación del insulto, y de que no se hubiera dado cuenta de ello. Tampoco entendía que para tomar esa decisión se tuviera en cuenta valores morales. Tiene gracia que los que se la cogen con papel de fumar, y les duela hasta una caricia dada con un poco menos de cariño de lo normal, sean ahora los que se quejen. Que tienen la piel tan fina como duro el rostro es algo que ya sabíamos. Pero ser tan falsos, ambiguos e interesados, les tenía que explotar en las manos.
Un insulto lo será en su esencia. No dependerá de quién lo diga, ni de unas personas que lo decidan por los demás. Si la compañera de tribu de Bob Pop, Ana Pardo de Vera, llama «negro y fascista» a una persona, será un caso de racismo, se diga ella antirracista o progresista. Cuando se quieren apropiar de la «sensibilidad verdadera» están deshumanizando a quién no piensa como ustedes.
Quieren decidir lo que duele y lo que no. Quien puede decir una cosa y quién no. Ahora, señor Bob Pop, disfrute de la imposición de esa cultura woke, aunque el tiro le haya salido por la culata. Una expresión, que no es mía, por supuesto, pero que le recomiendo si al final le obligan a cambiar el título. Sé que su sentido del humor lo tendrá en cuenta. Además, no tendrá que reapropiarse de nada, que siempre es un peso demasiado grande de llevar para algo que debemos cargar entre todos.