THE OBJECTIVE
Hastío y estío

Melania, la dama de gambito

«Esos pasillos son ideales para caminar sobre ellos sintiéndote la mujer más especial del mundo»

Melania, la dama de gambito

La esposa de Donald Trump, Melania, durante los momentos previos a la segunda toma de posesión de su marido. | Jim LoScalzo (Zuma Press)

Melania Trump es la primera mujer que se convierte por segunda vez en la Primera Dama. A simple vista puede parecer un trabalenguas, pero la realidad pocas veces se equivoca. Hay quien dice que la Historia siempre se repite, y parece que en Estados Unidos han querido refrendarlo en un espacio muy corto de tiempo. 

Melania en 2017 no quiso mudarse a las primeras de cambio. Ocho años después tiene la mudanza preparada desde las Navidades pasadas. Esas habitaciones, y sobre todo esos pasillos, son ideales para caminar sobre ellos sintiéndote la mujer más especial del mundo. Ella eso lo sabe bien, como buena exmodelo. Cuando caminas sobre una pasarela de moda debes hacer creer a los demás que el mundo sólo existe por la ropa que lleva puesta. Melania sabe que la superficialidad estaba bajo sus pies en el gobierno anterior de Biden

Hablando de Biden. Se le está poniendo cara de Pedro Sánchez, y viceversa. Sus últimos coletazos como Presidente los dedicó a emular a nuestro «distinguido» hombre de Estado patrio. Eliminó la condena por los delitos cometidos por su hijo de la misma manera que lo intenta con todas sus fuerzas, democráticas o no, nuestro peculiar jefe de Gobierno con su mujer y su hermano. Biden ha querido marcharse practicando un último homenaje a su político europeo favorito. El patriotismo es una cosa de fachas y por tanto ayudemos a todos menos a las personas de nuestro país que lo necesiten. Los españoles y los americanos que nos voten y después callen. Si Pedro Sánchez no ayuda ni a la gente de Palma tras el volcán, ni a los valencianos tras la dana, y además la jugada le sale bien, para el tiempo que me queda a mí aquí (y no me refiero a en la Tierra), haré lo mismo con los damnificados con los incendios en Los Ángeles. El mismo día que surgió la tragedia, la administración Biden prefería enviar más dinero a Ucrania para que continúe un conflicto armado donde saben que la derrota cada vez es más segura y está más cercana. Las prioridades para ellos es algo que tiene más que ver con el beneficio personal que con el bien colectivo.

Pero volvamos a Melania Trump, protagonista de este artículo. Hija de un padre comunista que ha acabado abrazando la fe católica con la misma fuerza que su progenitor la hoz y el martillo. Matar al padre siempre ha sido un concepto filosófico necesario para poder empezar a vivir como uno o una quiere, como es en este caso. Casarse con un anticomunista furibundo como muestra de que la luz no sólo brillaba ante su presencia, sino que también en su interior y sobre todo en su cabeza. 

Y hablando de cabezas, llegamos a la de su marido, Donald Trump, proclamado ayer de forma oficial otra vez Presidente de los Estados Unidos. Una cabeza anaranjada la suya, fácilmente confundible con la de una gamba. En él todo parece cabeza, y puede que al igual que a Fraga le quepa todo su país en ella. 

No sabemos si Trump sabe jugar al ajedrez. Lo que está claro es que como estratega es muy bueno. Convencer a un pueblo tan alienando como el americano tras el periodo woke de Biden no era tarea fácil. Acabar, aunque sea de manera temporal, con el conflicto palestino-israelí, porque su mano ha estado detrás de que esto ocurra, también tiene un mérito enorme. Tampoco tengo dudas de que la guerra entre Rusia y Ucrania está llegando a su fin, y que Trump será fundamental para que esto ocurra. Y no hay dos sin tres, si queremos que el pueblo venezolano recupere su libertad, será necesario que la primera potencia mundial ponga manos en el asunto, y será más fácil que esto ocurra con Trump, que lo hiciera con el Pedro Sánchez de Hacendado. 

A un servidor Trump le conmueve lo mismo que el resto de los políticos, es decir, nada. Pero desde mi acracia militante, un líder mundial que acaba con conflictos armados siempre me tendrá de su lado en ese aspecto. El resto de sus políticas serán juzgadas de la manera que se merezcan. Mientras tanto, Melania caminará por los pasillos de la Casa Blanca, una imagen más bella de imaginar, que la del viejo «elefante» Biden, entrando en ellos como en una cacharrería, y olvidando lo que hacía en el despacho oval. 

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