El silencio es ahora el peor aliado de Anabel Pantoja
«Como ‘influencer’ a la que no le duelen prendas hablar de su dieta o su boda, debería aclarar lo sucedido»
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Ilustración de Alejandra Svriz.
El pasado 23 de diciembre, cuando me tocó tomar las riendas como presentador de Ni que fuéramos, entrevisté a la pitonisa de cabecera del programa, Lu Vargas. Hay quien se pitorrea de las predicciones y quien cree en la influencia de los astros en nuestros destinos, cada uno es libre de creer lo que quiera, pero lo curioso es que la astróloga anunció una noticia para este año sobre el clan de los Pantoja: «Una especie de tragedia o situación dramática atenaza este 2025 a la familia. Afecta a alguien en concreto. No podemos decir quién, me he comprometido a no decirlo, pero afectará a todos y servirá para unirlos». Aunque todas las miradas se dirigieron entonces hacia la matrona, Isabel, enero llegó golpeando a su sobrina, Anabel, cuya maternidad había llenado de alegría a unos protagonistas acostumbrados a titulares siniestros sobre conflictos, adicciones, delitos y faltas.
Poco dura la alegría en la casa del pobre, dice el refranero español, y si hay una familia pobre en noticias positivas o alegres es la familia Pantoja. Con ellos hemos aprendido que no hay titular que no envejezca por un acontecimiento que viene a superar al anterior: cualquier suceso protagonizado por ellos es convenientemente eclipsado por otro, encadenándose en una suerte de sinfín informativo que va in crescendo de manera exponencial. Basta con echar un vistazo al romance entre la tonadillera y el por entonces alcalde de Marbella, que pasó de romance otoñal con trasfondo de cuernos a convertirse en una versión coplera y casposa de Bonnie & Clyde, salpicada de bolsas de basura llenas de billetes y rematado con un final carcelario.
Así, Anabel pasó de madre feliz a madre coraje, y ahora, una vez conquistado el corazón de todos, cae de golpe sobre la sobrinísima la sombra de la sospecha porque el TSJ de Canarias la ha convertido en investigada por un presunto delito de maltrato infantil. De víctima a verdugo, de drama a dramón en un salto cualitativo de un relato que merece estudiarse paso a paso.
El 12 de enero, el programa Fiesta (Tele 5) anunciaba la exclusiva: Alma, la pequeña de Anabel, estaba ingresada en la Unidad de Medicina Intensiva del hospital materno-infantil de Gran Canaria. Al tratarse de una menor, nadie facilita información alguna sobre el cuadro médico de la paciente. Tras los rumores sobre la posible gravedad de su situación, es la propia madre quien lanza un comunicado: «Hace 11 días se paró mi vida. Pero aquí seguimos luchando con amor y fe, avanzando paso a paso», comenzaba. «Solo pedimos, con todo el respeto, que los medios nos permitan vivir este proceso con tranquilidad, sin especulación ni exigencia de lo que ha ocurrido (…) Sabemos que, al ser un personaje público, esto trae consigo un precio. Pero sí pediría que nos permitieran vivir estos días con un poco de normalidad: poder u venir del hospital, hacer turnos, salir a desayunar o comer, o simplemente salir a lavar la ropa sin sentirnos observados, perseguidos por las cámaras», rogaba Anabel. Dieciocho días después del ingreso, la pequeña recibía el alta: «Acabamos de llegar a casa con nuestra pequeña, solo queríamos agradecer de corazón todo lo que hemos sentido, de corazón, de vuestra parte hacia ella», agradecía la madre.
La prensa había cumplido su parte. Ahora quedaba el inesperado vuelco de guion: un juez la llama a declarar junto al padre de Alma, David Rodríguez, por un posible caso de maltrato infantil. La noticia, publicada en THE OBJECTIVE por nuestra compañera Marina Ochoa, deja al lector boquiabierto: «los progenitores prestaron declaración el pasado 27 de enero ante la autoridad judicial en calidad de investigados. En ningún momento fueron detenidos». El juzgado número 3 de Las Palmas de Gran Canaria había incoado diligencias unos días antes, tras la remisión de un parte de lesiones por el centro médico que atendió a la bebé.
Cualquier padre o madre que haya llevado a sus hijos a Urgencias sabe de los protocolos que se ponen en marcha cuando los menores llegan con moratones o heridas, pero también los especialistas saben que los niños están expuestos a golpes o caídas sufridas durante sus correrías, no causadas por ningún familiar. Pero no todos los golpes hacen que los médicos llamen al forense, no todas las cicatrices hacen que los forenses periten y manden una orden al juzgado. Y aquí es donde la cosa se puso fea de cara a los rumores, por eso la noticia merecía ser atajada con luz y taquígrafos.
Ayer, los programas de televisión y las redes eran un hervidero de especulaciones. Como influencer a la que no le duelen prendas hablar de su dieta o su boda, entre otros contenidos creados para sus seguidores, lo normal era aclarar lo sucedido. Por eso colgó un reel dando su versión: «Alma está en casa, con sus padres, sana y feliz (…) Hemos vivido una situación muy, muy desagradable (…) Hay un protocolo, porque el menos tiene una protección, cosa que apoyamos y admiramos que pase esto. Los médicos pasan el parte porque es un protocolo rutinario de una bebé de 40 días (…) Colaboramos y contamos al juez todo lo que ha sucedido para que quede claro. Fuimos el lunes con nuestra versión, la única verdad, porque con la verdad se va por delante, sin defendernos de nada porque lo único que hemos hecho es amar, cuidar e intentar protegerla (…) Se han filtrado cosas, se han dicho barbaridades. Me duele en el alma, pero no me preocupa porque tengo la cabeza en la salud de Alma».
Ya sabemos que el silencio juega contra los Pantoja, las cosas como son. Por eso conviene que, sin abogados ni comunicados, ‘de tú a tú’, Anabel hable de lo sucedido. No es un buen momento para quedarse muda, por mucha exclusiva que pierda. Por primera vez, callar le saldrá más caro.