No sos Vox, soy yo
«Vox es un partido que se resiste a ser la muleta del Partido Popular, aunque sabe que no puede aspirar a otra cosa»

Santiago Abascal conversa con Juan García-Gallardo.
Si ustedes son cinéfilos sabrán que el título de este artículo se debe al de una película argentina donde sólo hay que cambiar la x por una s. Si les gusta el cine de Woody Allen, pero a lo porteño, esta película les gustará seguro. El actor y la actriz protagonistas, Diego Peretti y Soledad Villamil, están sensacionales, y los diálogos son muy frescos e ingeniosos. Yo les recomiendo que la vean si no lo han hecho, pero yo he venido aquí a escribir sobre ese partido político que es Vox, y a aprovecharme del título de esa película para parecer ingenioso, y sobre todo para lucir una cultura cinematográfica, que por desgracia no tengo.
Está claro que en Vox están pasando cosas. Las normales en un partido político. Porque señoras y señores, ese partido no deja de ser uno más a la hora de organizarse y de tener peleas intestinas. La lucha interna siempre es la más feroz que sufre una organización política. El «navajeo», la zancadilla, y la crítica ya sea a la cara, y sobre todo por la espalda están a la orden del día, y Vox en esto no iba a ser menos que los demás. Y esto pasa en cuanto el partido en cuestión tiene algo de repercusión y consigue representación pública en las instituciones.
Un servidor siempre celebra la salida de una persona de algo tan tóxico como un partido político. Y me alegro por ellos y por su salud e higiene mental. Por su decencia y respeto hacia sí mismos. Lo hice cuando Inés Arrimadas, Begoña Villacís o Albert Rivera abandonaron Ciudadanos. La política es droga dura, pero una vez se desintoxican todos lucen mucho mejor que cuando estaban en esas organizaciones infecciosas. Ellos tres son un buen ejemplo. Pero también lo son Espinosa de los Monteros, Macarena Olona o ahora García-Gallardo en Vox, de quien escribiré más adelante. El último que se quiere sumar a esa libertad iluminadora es Lobato. Desembarazarse de un PSOE cuyo cordón umbilical comunica directamente con el más grande de los vertederos morales y éticos. Todos los partidos políticos lo son en un mayor o menor porcentaje, pero lo del actual partido socialista es de traca. Y la lástima es que no les estalla en sus manos.
Pero hoy aquí hemos venido a escribir sobre Vox. Un partido que se resiste a ser la muleta del Partido Popular, aunque sabe que no puede aspirar a otra cosa. En España la gente que vota hace que así sea, y no parece que el electorado patrio sea de moverse mucho. Un servidor votará cuando haya democracia, separación de poderes, y un sistema electoral justo. Mientras tanto me dedico a mirar los toros desde la barrera, pero eso no significa que no me dejara coger por el morlaco si eso significara que mi país fuera una nación respetable y ejemplar. En Vox están en otras cosas que en intentar conseguir una democracia plena donde el pueblo viva de la forma más digna posible. El resto de partidos obran de la misma manera, pero hoy como he dicho, he venido a escribir sobre Vox, de la misma forma que Umbral fue a aquel programa a hablar de su libro, aunque no le dejara y se burlara de él la ridícula Mercedes Milá.
Los muchos abandonos de gente importante de Vox, se deben a esa lucha cainita por mantener la silla y la influencia dentro del partido. La sinrazón se impone y nubla toda inteligencia posible dentro de una formación política. Las envidias y las demostraciones de fuerza se convierten en algo más importante que en hacer grupo e ir todos a una. En una información de este periódico firmada por Marcos Ondarra, se ha sabido que Vox ha mandado un mensaje interno diciendo que nadie es imprescindible. Una mentira de tomo y lomo, como todos sabemos.
Que los que están en la parte alta de la jerarquía del partido no se quieren marchar es algo que sabe todo el mundo. No lo harán ni aunque les echen agua hirviendo. Irse de un partido político cuando has llegado a un puesto relevante no es fácil. Sólo quien lo vive sabe lo que le ha costado llegar hasta ahí. Codazos y golpes bajos con los tuyos es el pan nuestro de cada día. Y es que sólo puede haber un Secretario General, y un candidato a la alcaldía por Logroño, y así sucesivamente. Eso demostraría mi teoría nada compleja ni de una inteligencia superlativa, que dice que todo el que llega a los puestos altos de una formación política con representación o con posibilidades de tenerla, lo hace, no por una ideología y unas ganas de cambiar las cosas de una manera donde la moral, la ética y los buenos valores estén en el centro para poder conseguirlo.
Para no andarnos por las ramas, que estos señores y señoras, sí han luchado tanto para llegar a esos lugares, lo hacen por un interés particular y egoísta. Y eso es lo que está pasando en Vox y en el resto de partidos. Me hace gracia pensar que el título de este artículo fue lo que le dijo García-Gallardo a Garriga y Abascal antes de abandonar esta formación política. Y que Abascal llamase a su amigo Milei para que le explicase la expresión.