THE OBJECTIVE
Hastío y estío

Luis Enrique, patria querida

«Los irrespetuosos o los que odian cómo es Luis Enrique son el motor que ha puesto en funcionamiento su ideario»

Luis Enrique, patria querida

El entrenador del PSG, Luis Enrique.

Luis Enrique cae mal y no le importa. En esta frase tan sencilla se explica su éxito y el acomplejamiento y conformismo de gran parte de la sociedad. Con esto no quiero decir que haya que buscar comportarse de una manera que no guste a los demás, lo digo para los que sólo saben leer de manera literal un texto, demostrando, por tanto, que no lo van a entender. Lo que defiendo de la actitud de Luis Enrique es precisamente que no le importe lo que digan de él. Si una persona tiene clara su forma de ser y esta no es impostada, no tiene que justificarla ante nadie. Esa es la lección que deberíamos aprender. No tener miedo a manifestarnos como somos, aunque haya a quien no le guste. Es mucho más importante la autenticidad propia que atender a la moralidad ajena. 

Luis Enrique fue un jugador asturiano que jugó en el Real Madrid hasta que se sintió menospreciado. Lo de menos es saber sí fue así o no. Pero en su fuero interno lo era. Uno debe salir de donde se siente maltratado y marcharse a la casa de acogida que te espera con los brazos abiertos y con tu mismo rencor hacia el maltratador. Así fue como acabó en el Barcelona, por puro «antimadridismo». Algo que no comparto, pero que puedo llegar a entender. Uno ya tiene bastante con ser del Zaragoza y no morir en el intento.

Mi equidistancia con todos los equipos grandes es la misma que con todos los partidos políticos. Lo de poner la otra mejilla nunca ha ido con él y con un servidor tampoco. Vuelvo a explicarme, por si no ha quedado claro, que un servidor no ponga el otro lado de la cara significa que nunca empezaría un ataque contra nadie, pero que tras el primer golpe recibido no facilitaría las cosas para que llegara el segundo. Esto va más de defender tus valores, que de atacar los de los demás. De estar donde se te quiere y se te respeta. De eso va la libertad.

Los irrespetuosos o los que directamente odian cómo es Luis Enrique, son el motor que ha puesto en funcionamiento su ideario y su forma de actuar en la vida. Lo que ha hecho que se agarre más a sus creencias y haya logrado sus objetivos. Él no busca convencer a nadie para que piensen o actúen como él, y por eso se muestra tan seguro de sus principios, tanto que para muchos parece arrogante, pero es que sí uno no creyera medianamente en lo que hace no se levantaría a las siete de la mañana para poner ladrillos, servir cafés o a aguantar compañeros pesados en la oficina. Y es que el único sentido que tiene la vida es el que nosotros le damos. Hacerla nuestra para hacerla comprensible. Moldearla a nuestra imagen y semejanza, pero sin deformarla, conociendo su realidad, siempre tan gris como intrigante. 

Luis Enrique fue más tarde seleccionador nacional. España sabía que la iba a defender un asturiano superviviente de esas dos formadas por la barcelonista y la madridista. La que representa a la capital del Reino y a la que busca independizarse de unos padres que le han dado todo. Un hombre de ideas tan claras como sus experiencias vividas. Los resultados no llegaron y en Madrid le mataron por su pasado barcelonista. En Cataluña también lo hicieron, pero por haber aceptado el cargo. Ponerles de acuerdo en sus odios volvió a convertirse en otro de sus éxitos. 

Luis Enrique sufrió lo más duro de la vida. Su hija Xana murió con nueve años debido a una enfermedad. «Luchaste durante cinco meses muy duros contra un tumor óseo, pero al final no lo lograste. Descansa en paz, mi pequeña». Esto ocurrió en agosto de 2019. Su entereza ha sido propia del hombre más estoico. La muerte como una parte más de la vida. Quedarse con todo lo bueno mientras estuvo viva y convivir con lo malo, como hacemos todos. No olvidarla, tenerla presente siempre, pero seguir adelante. Buscarle la motivación a la vida dándole un sentido distinto. Aprender de su hija, disfrutar de ella en la ausencia. Otra vez, Luis Enrique saliendo victorioso en esto de entender la vida.

Ahora, en el presente más puro, acaba de eliminar al Liverpool en la Champions League. Se encuentra en cuartos de final tras practicar en esa eliminatoria un fútbol total. No ha necesitado que las estrellas se alineasen en su once. Messi, Neymar o Mbappé no son necesarios cuando sabes que la vida es una sucesión de cosas inevitables y que sólo tener las ideas claras ayuda a dotarla de un sentido. Las cosas llegan porque las has mirado a la cara sin miedos y con el alma. Ese es Luis Enrique, un luchador de sus causas. Lo que deberíamos hacer todos.

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