La insustancialidad de Reyes Maroto
«Recordamos el olvido que dejó. Perfil bajo, sumiso, el favorito del líder. Ver, oír y callar, sobre todo con Aldama o Koldo»

La exministra Reyes Maroto. | EP
Reyes Maroto nos importa lo mismo que a ella su labor como portavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid. Nada. Una concejala inane, tan vacía de contenido como sus ganas por hacer algo. El cargo que se le da lo recibe de mil amores, pues la insignificancia de sus acciones será la misma. Estar, pero sin hacer ruido. Hacer acto de presencia de manera fantasmal. La mejor representante del horror vacui. Tan hueca que cuando intenta llenarse, más se diluye para acabar en el sumidero de siempre.
Reyes Maroto fue ministra de Industria, Comercio y Turismo de 2018 a 2023. Solo recordamos el olvido que dejó su labor. Perfil bajo, sumiso. El favorito del «amado líder». Ver, oír y callar, sobre todo si pasaban por allí Aldama o Koldo. No saber si se reunió con ellos o tuvo algún vínculo laboral. Y es que la memoria nos juega malas pasadas, sobre todo con lo que no le dimos importancia. Un día más en la oficina, y por lo tanto irrelevante. Otra vez Reyes Maroto demostrando que le da igual todo, ocho que ochenta, y es que cuando no mereces nada, todo es bienvenido. Permanecer en el meollo, que todo ocurra a mi alrededor y en ese revoloteo alguna pluma dorada caiga sobre ella.
Reyes Maroto era ministra cuando ocurrió el volcán de La Palma. La que no le importaba no salir en la foto perteneciente al ego dominante de los miembros del gobierno socialista, cometió un error. Ella, que calladita sabía que estaba más guapa, habló para decir lo siguiente: «La erupción de La Palma es un reclamo turístico que podemos aprovechar». Mientras tanto, muchos habitantes de la localidad perdían sus casas y sus negocios. Otra vez su desinterés marca de la casa la hacía quedar como un ser que ni siente ni padece, y que siempre está dónde no debería. Ella animando a que los turistas viajasen hasta allí, mientras los residentes tenían que huir y vivir en barracones, cosa que hasta hoy no ha cambiado.
Tras su brillante gestión como ministra, es normal que ZPedro la premiase siendo la candidata a perder con Almeida por la alcaldía de Madrid. Se la quitó de en medio, pues el vacío es siempre fácilmente sustituible por una nada distinta. Que no iba a ganar era algo que quien más claro lo tenía era ella. Es más, rezaba porque así fuese. En el gobierno sabía que la mejor manera que tenían de agradecerle los servicios prestados era mandándola a hacer lo que mejor se le da, pasar desapercibida. Para su suerte lo consiguió y lleva un par de años ejerciendo de lideresa de la oposición de la manera tan testimonial que esperábamos. Ha ido a alguna manifestación por la sanidad pública y a las del uno de mayo, a decir topicazos y a demostrar que no saber quién tiene las competencias en esos casos. La que ha quedado claro que es una incompetente es ella. Su desgana y búsqueda de lugares comunes a la hora de hacer oposición merecería el castigo de gobernar, pero entonces seriamos nosotros los que pagaríamos las consecuencias.
La última gesta de Reyes Maroto ha sido acusar a Ayuso y a la Comunidad de Madrid de «asesinar» a ancianos en las Residencias por su actuación durante la pandemia. Cinco años después de que don Pedro nos quitase todas las libertades posibles, una de sus discípulas más aventajadas abre la boca para llenarla de sangre. Almeida ha decidido romper todo tipo de relaciones institucionales con ella debido a estas declaraciones, y a ella le ha quitado un peso de encima para que no se le vean las vergüenzas, y lo poco que sabe de lo que pasa en la ciudad de Madrid. Ella vive feliz en su limbo sanchista, mientras piensa que sus siguientes pasos serán celestiales. Eso de «Madrid al cielo» en su caso, no es solo un dicho, sino un hecho. Su planicie mental vuela feliz por las alturas. Sus pensamientos dispersos son los pinceles que van pintando de azul el cielo mientras ella busca las nubes donde esconderse para seguir soñando con los ojos abiertos. Dice que son almohadas y que seguirá sin dormirse para demostrárnoslo.