Samaranch, una derrota de género
«¿Mujeres en la sombra? Mujeres al poder o el poder de las mujeres, esa es la cuestión»

Juan Antonio Samaranch Salisachs. | Reuters
El Deporte, con mayúscula, es maravilloso y los deportistas, como María Pérez, Jordan Díaz, Ana Peleteiro (estrena bronce en el Mundial), Teresa Perales o Saúl Craviotto, seres extraordinarios. En España, el Deporte ganaría estabilidad si dependiera todo él de un ministerio. ¡Ministerio del Deporte!, suena bien. Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes lo reduce a una tercera parte que ni siquiera es la principal y en presupuesto claudica en el tercer apellido. Se antoja más laborioso, impopular y antipático fulminar a un ministro en siete años, de ahí la supervivencia de Marlaska y María Jesús Montero, que a un presidente del CSD, cinco en los últimos siete años. Al secretario de Estado se lo cepillan con excusa o sin ella, tan poca importancia le conceden. Con el ministro cuesta más, y Albares como la hipoteca de Yolanda Díaz, como antes Ábalos, son constataciones entre los muchos ejemplos de la sopa de siglas. Sólo durante el mandato de Zapatero el Deporte alcanzó un rango superior a la sombra de Presidencia del Gobierno. Antes, durante y después, ha funcionado como escaparate ideal para las fotografías guais de políticos con deportistas victoriosos; aunque a veces la realidad trasciende de la pose, como cuando David de Gea negó el saludo a Pedro Sánchez.
El Deporte es sensacional cuando los protagonistas son quienes ocupan la instantánea junto a dirigentes de su sector que les permiten prosperar a pesar de las injerencias políticas. No es sencillo presidir una Federación, como la Española de Pelota, cuando trata de imponer las normas e inventa las reglas el CSD —Federación de Pelotas para el caso que nos ocupa— al dictado de La Moncloa que recurre a los argumentos más peregrinos para no contradecir a los socios del Gobierno, léase Bildu y PNV, ahora que ya han conseguido que la selección vasca de pelota compita con la española. Pero este asunto, que no es baladí sino el principio de una cascada de ocurrencias para conceder rango nacional a selecciones autonómicas —otro de los sueños húmedos del señor de Waterloo—, es una de esas gotas que algún día rebosarán el vaso; pero que resulta cuasi imperceptible frente al calado de las decisiones del COI, un conglomerado de 206 países —más que los 193 de la ONU— con intereses diversos que se mueven al ritmo que marca el presidente de una Asamblea con 109 «miembros y miembras (48)», que diría Bibiana Aído.
El alemán Thomas Bach agota su mandato (ocho años más cuatro de prórroga) y el 23 de junio cederá el trono a su delfina, Kirsty Coventry, elegida por la mayoría del COI, que en la primera votación despejó todas las dudas: 49 apoyos, por los 28 de Juan Antonio Samaranch Salisachs, segundo. Votaron 97 asambleístas —estaban excluidos los miembros con paisanos en «la pomada»— y la mayoría atendió las consignas del presidente, quien con no menos de 70 cofrades apadrinados demostró que su candidata no tenía adversarios.
En la 144 Sesión del Comité Olímpico Internacional, organismo que en junio cumplirá 131 años, a Samaranch Salisachs le derrotó el género. Se lo advirtió Bach cuando decidió concurrir a las elecciones: «Mejor no te presentes». Su aprecio por Juanito, el hijo de Samaranch, no estaba a la altura de sus planes: después de nueve presidentes, un norteamericano y ocho europeos, que Kirsty Coventry, mujer y africana, presidiera una institución, que ya en los Juegos de París 2024 exhibió paridad en la participación, sería su legado, como los Juegos de Río en América del Sur fueron el de Jacques Rogge. Y así ha sido cómo esta ministra de Zimbabue, la peor valorada de su Gobierno, según Inside Games, ha alcanzado la cima del Deporte. En Estados Unidos eligen presidente 244 millones de votantes, en las últimas elecciones fueron casi 156 millones los que se acercaron a las urnas: 77.302.580 prefirieron a Trump y 75.017.613 a Harris. A Coventry, doble campeona olímpica de natación, le ha bastado con el arrobamiento de 49 fieles. Con lo cual vuelve a quedar demostrado que noquear al sistema es prácticamente imposible. Samaranch, brillante economista, experto en olimpismo e «hijo de», aunque disgustado, aceptó la derrota: «Los miembros del COI han sido claros con su voto por un cambio generacional (Kirsty tiene 41 años), de género y de continente».
Si Juan Antonio Samaranch, que en 2026 decidirá su futuro en el COI, hubiese llegado a la segunda ronda sus posibilidades de victoria se habrían multiplicado; pero en la primera ganó por goleada Coventry, cuyo «reinado» no dependerá de los caprichos de una persona sino de una asamblea pastoreada por Bach. Para capricho con fecha de caducidad, el de Pedro Sánchez, primer presidente español que se atrevió a colocar a una mujer en la cumbre del Consejo Superior de Deportes. Nombró a una deportista de élite, María José Rienda, antes directora general de Actividad y Promoción del Deporte de la Junta de Andalucía. Estuvo en el cargo entre junio de 2018 y el 30 enero de 2020. Superada con sobresaliente la reválida de micrófonos y la carrera de los despachos, sorprendentemente fue destituida. Sánchez tenía que pagar favores y fulminó a una mujer para situar a otra, Irene Lozano, azote de Puigdemont desde Marca España, que resistió hasta el 31 de marzo de 2021. Apenas tres años duró la fiebre femenina; después, más hombres sin un objetivo final definido, la bola de la ruleta: José Manuel Franco, Víctor Francos y el actual, el exministro José Manuel Rodríguez Uribes.
¿Mujeres en la sombra? Mujeres al poder o el poder de las mujeres, esa es la cuestión. Christine Lagarde, señora presidente —porque se es oyente, no oyenta— del Banco Central Europeo; Ursula von der Leyen, de la Comisión Europea; Ana Patricia Botín, del Banco Santander; Giorgia Meloni, del Consejo de Ministros de Italia; hasta hace nada Angela Merkel fue canciller, no cancillera, de Alemania (2005-2021); Isabel Díaz Ayuso, insoportable dolor de muelas de Sánchez y sus acólitos, gobierna en la Comunidad de Madrid, y, entre otras, Kirsty Coventry, primera mujer al frente del Comité Olímpico Internacional después de nueve hombres, el primero de ellos, Pierre de Coubertin, padre de los Juegos Olímpicos Modernos, que reducía el papel de la fémina a coronar de guirnaldas la cabeza de los vencedores. ¡Hay que ver lo que ha cambiado el cuento!