Yola Berrocal no tira solo de dos carretas para triunfar
«Para aprovecharse del patriarcado, nada como encontrar su punto débil, por ejemplo, las tetas, para desenmascararlo»

Yola Berrocal. | Atilano Garcia (Zuma Press)
Pueden más dos tetas que dos carretas. Ese dicho era un clásico popular en los tiempos en que éramos unos salvajes y nos dejábamos manejar por los dictados del patriarcado, sin conciencia, ni sensibilidad, asumiendo con naturalidad un mensaje que, conscientemente, las nuevas generaciones de TikTok desprecian por lo que revelan, pero al que, inconscientemente, recurren para conseguir más Likes. ¡Qué paradoja! Ese dicho venía a explicar cómo, en un mundo marcado por la histórica posición de poder del hombre frente a la mujer, ésta solo podía aprovecharse del deseo masculino para, empleando las armas de la seducción más obvia y facilona, la que le procuraba su propio cuerpo, medrar en la vida, laminar la competencia y alcanzar sus objetivos personales.
Así, el patriarcado parecía caer en su propia trampa y el poder femenino asomaba desde el escote para maniobrar en su carrera hacia el éxito. Hay quien se ofenderá por el recurso al dicho, por lo que significa, y hay quien puede sostener que, si el mundo sigue siendo machista, es lógico que pueda emplearse, ya que refleja una realidad que ya reveló Freud a propósito de las pulsiones: ya saben, los hombres no piensan precisamente con la cabeza. Por eso, para aprovecharse del patriarcado, nada como encontrar su punto débil, por ejemplo, las tetas, para desenmascararlo. A Yola Berrocal le ha funcionado.
Yola, que en los años 90 alcanzó popularidad gracias a una pandilla ‘friki’ que dio a la televisión personajes como Toni Genil, Aramís Fuster, Paco Porras o Tamara, todo ellos invitados de programas tan basura como icónicos, desde Hotel Glam o El castillo de las mentes prodigiosas, ha vuelto a nuestras vidas. Hemos descubierto su faceta como representante de gente tan famosa como Claudia Bavel, estrella de OnlyFans con tendencia a relatar sus deslices sexuales con futbolistas, pero la verdad es que lo más llamativo de su reaparición fue el logotipo de su agencia, formado por una Y fálica alzándose sobre una B tumbada boca abajo, como dos pechos perfectamente dibujados, contundentes, colgados de manera retadora. Fue Figo quien, al publicar un comunicado de Yola, alimentó la viralidad del logo, que desató todo tipo de bromas en redes. «Un genio el que lo diseñó», decía un tuitero. Ahí es nada. Y eso que lo mejor estaba por llegar…
Ahora, la otrora archienemiga del padre Apeles, a quien llegó a acusar de coquetear con ella, incluso de plantarse ante la puerta de su dormitorio con aviesas intenciones, reaparece con un vídeo que simula una parodia de Paquita Salas, la serie de los Javis que parodia el mundo de los representantes. Recauchutada para la ocasión, con uno de esos escotes excesivos e imposibles que no solo realza sino que aplasta el material para que entre por los ojos de cualquier incauto, Yola presume de tetas convencida de que, como dos carretas, han sido claves para traerla hasta aquí. No creo que se equivoque del todo.
Tampoco es una conclusión a la que uno llega por prejuicios no, es que se trata de la única con sentido conociendo la trayectoria de la protagonista, que iba luciéndolas de plató en plató, que para eso se las ponía, porque nunca ha ocultado sus pasos por quirófano, algo que al parecer se explica porque «está enganchada a la cirugía». Ya en 2009 confesó en la revista Pronto que se había operado los pechos en tres ocasiones, que se sometía a sesiones de Bótox y se retocaba los labios con asiduidad. No hace falta que lo jure: apenas puede mover un músculo de la cara en ese vídeo con el que nos habla de su trabajo como representante.
La nueva Yola es parte de los daños colaterales de la pandemia. Porque ella, volver, lo que se dice volver, lo hizo con un reality, La casa fuerte, pero tras ganar el concurso se puso en modo Escarlata O’Hara y juró a Dios, en este caso Jorge Javier Vázquez, que nunca más volvería a pasar hambre mediática. Llegó el Covid y ella entonces colgó los hábitos del escándalo, realizó unos tutoriales muy acelerados y puso toda su experiencia al servicio de otros famosos por una comisión: Marlène Mourreau, Sonia Monroy o Leticia Sabater forman parte de su agenda de representados. Gente de mucho nivel, ya ven. Y según algunos medios ha llegado a conseguir cachés de 20.000 euros para sus celebrities, sobre todo aquellas que se ha pasado por la piedra a otras celebrities, porque al final, como les decía, todo funciona a base de pulsiones. Como ven, sus representadas parecen compartir las mismas tretas. He dicho tretas, por favor.