El «mopongo» de María Jesús Montero
«A María Jesús Montero se le ha quedado pequeña la política y ha decidido ser una inventora de palabras y conceptos»

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero.
La pérfida María Jesús Montero ha pedido disculpas por sus palabras donde se pasaba la presunción de inocencia por el arco del triunfo. Semejante ser vivo con un ego semejante al de su jefe directo, dejará que el tiempo se encargue de olvidar semejante afrenta a los valores democráticos esenciales. Pero hoy quiero destacar otro hallazgo llevado a cabo por esta política salida de las cloacas más pestilentes del mismo fin de semana donde se ciscó en la Justicia. Se quedó con el culo al aire, pero la vergüenza la pasamos los demás. En otro mitin por tierras andaluzas quiso deleitarnos con un nuevo concepto, el «mopongo», una palabra que debe proceder de algún país africano, pues suena a una palabra utilizada por una tribu de ese continente para alguna danza o rito donde se conjuren pidiendo la lluvia o que los dioses se apiaden de ellos.
Busqué la palabra en el diccionario de la RAE, había posibilidades de que el equivocado fuera yo. Reconozco mi desconocimiento de todas las palabras existentes en nuestra lengua. Además, yo no he llegado a vicepresidenta y ministra, como sí lo ha conseguido ella, y se les presupone una cultura por encima de la media a los que consiguen alcanzar estos cargos. O por lo menos así debería de ser. La busqué de manera lenta y paciente, los ojos cansados de ver tantas cosas, a veces nos juegan malas pasadas y se saltan las cosas verdaderamente importantes. Pero no aparecía por ningún lado.
Busqué en el María Moliner, que al ser elaborado por una mujer, no estaría manchado de patriarcado. Pensé que sería un término feminista e inclusivo, una palabra llena de luz y bondad, que rebosaría aire fresco, una bocanada de oxígeno que se llevaría el mal aliento imperante. Un concepto con sabor a menta y hierbabuena. Pero tampoco se encontraba en ese diccionario.
Me extrañó que así fuera. Alguien que comunica tan bien como ella no podía caer en un renuncio tan chabacano e impropio de ella. Pero en ese momento se me encendió la bombilla. Un ser de luz y generoso como es ella, compartía conmigo su estado de iluminación permanente para mostrarme el camino correcto. La oscuridad me abandonaba y la verdad me guiaba por el sendero adecuado. A María Jesús Montero se le ha quedado pequeña la política y ha decidido ser una inventora de palabras y conceptos. Una intelectual sin parangón. Una prosista de la filosofía. Una poeta de todas las ciencias y las artes.
La inventora de palabras ha hecho del «mopongo» arte mayor. Sublimar la crítica al principal partido de la oposición, el Partido Popular. Ridiculizarle de la manera más inteligente jamás realizada. El «mopongo» es el nuevo negacionismo, pero muchísimo más ilustrado. «Mopongo» es estar en contra de todo por sistema, la sinrazón destructiva, el ejército de las tinieblas.
Un servidor no quiere quedarse atrás a la hora de hacer uso de este nuevo concepto que lleva consigo un cambio de paradigma, evidentemente a mejor, que nos lleva a cotas que rayan la excelencia. Y me gustaría hacer uso humildemente de ese concepto.
«Mopongo» al cambio de hora. Tanta luz me deslumbra y deja durante más tiempo en evidencia cada paso que doy. La oscuridad nos protege de nuestros defectos y de gente como María Jesús Montero.
«Mopongo» a las terrazas de los bares y cafeterías, como dejé bien claro hace un par de artículos. Lo que no dije el otro día es que a los camareros que trabajan en estas circunstancias habría que pagarles el doble, pues ponen en bandeja como somos los españoles.
«Mopongo» a que la alergia sea lo peor de la primavera. La alegría estornuda por nosotros unos bichitos que llenan los parques y las plazas. Intentamos expulsar en lo que nos hemos convertido y ni por esas lo conseguimos. Tampoco rascándonos de manera furiosa como si supiéramos que bajo nuestra piel se escondiese un tesoro.
Y sobre todo «mopongo» a Pedro Sánchez por no darle más espacio a la señora Montero en actos públicos. A mí me hace más gracia que Broncano, y nos sale más barata. Puede que en la comparación, el presidente se vea empequeñecido ante semejante maga de la palabra. Sabedor de que sus trucos lingüísticos están a la altura de muy pocos. Si la ha mandado a Andalucía es para que no le haga competencia directa por el trono socialista. A mí no me engaña.
La democracia les gusta bastante poco a los dos. Se hacen entender a su manera egocéntrica y tiránica. Pero sólo María Jesús Montero sabe experimentar con la belleza del lenguaje de la manera más grotesca posible. Y es que acaba de inventar el surrealismo oral. La comunicación abstracta. Somos unos afortunados por compartir este momento histórico y no lo estamos valorando como se merece.