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Opinión

La gran lección alemana

Democristianos y socialdemócratas relanzan a la primera potencia europea y frenan las expectativas de los extremistas

La gran lección alemana

De izquierda a derecha: Markus Söder (CSU), Friedrich Merz (CDU), Lars Klingbeil (SPD) y Saskia Esken (SPD). | Frederic Kern (Zuma Press)

«El centro político está en condiciones de resolver los problemas». De esta manera sencilla y comprensible ha resumido Friedrich Merz el acuerdo para la constitución de un gobierno de coalición en Alemania entre el bloque conservador democristiano (CDU/CSU) y el Partido Socialdemócrata (SPD), un mes y medio después de las elecciones generales. Una lección en toda regla, tanto por la diligencia como por el contenido, que los políticos españoles deberían de aprender.

El acuerdo podría interpretarse como un efecto colateral de respuesta a las estupideces de Donald Trump. Sin embargo al presidente norteamericano solo puede asignársele un papel de acelerante del proceso, ya que Alemania, con dos años de recesión económica a cuestas, necesitaba sí o sí un gobierno de amplia base, alejado de los extremos y de los maximalismos del gobierno tricolor anterior.

Se puede abordar el análisis de la solución alemana desde una dialéctica sobre a lo que cada partido ha renunciado en pos del acuerdo. Sería un método legítimo, pero poco constructivo, porque la gran renuncia es común, constituye un acervo cultural alemán y ha requerido un acuerdo previo para nada menos que una reforma constitucional sobre los límites al endeudamiento, antes incluso de disolverse las cámaras tras las elecciones.

Solventada la limitación de recursos, todo ha sido mucho más fácil para la reconstrucción alemana, que es el eje político del nuevo gobierno de coalición. Cuando Merz declaraba «Mi mensaje a Donald Trump es que Alemania ha regresado» estaba hablando de la voluntad de poner en marcha el país mediante un gran programa de inversiones en infraestructuras, un esfuerzo en el proceso de digitalización, que de manera inverosímil es una asignatura pendiente en la primera economía europea y un reforzamiento de las capacidades militares frente a la pertinacia de la amenaza de Rusia.

Estos fundamentos ahorman un programa político clásico de compromisos que pivotan entre el centroizquierda y el centroderecha, con el objetivo de recuperar la inversión productiva. Habrá reducciones de impuestos en sociedades, de manera pautada en cinco etapas. También habrá reducción de impuesto sobre las rentas bajas y medias, que se llevará a cabo mediada la legislatura. 

Una reforma importante atañe al subsidio básico, que se cambia por un sistema de garantía básica para demandantes de empleo, que, no obstante, advierte que se podrá retirar si se rechazan reiteradamente las ofertas de empleo. El sistema de pensiones garantiza la percepción del 48 por ciento de salario medio hasta 2031 y permitirá a los jubilados mantenerse voluntariamente activos, con exención fiscal de las rentas obtenidas hasta 2.000 euros. 

El filo de la navaja de las negociaciones estaba en los asuntos relacionados con la inmigración y el asilo. El vicecanciller socialdemócrata in pectore, Lars Klingbeil se apresuró a afirmar que «el derecho fundamental al asilo seguirá siendo inviolable», pero se mantiene el sistema nacional de control en frontera de la inmigración hasta que la Unión Europea la asuma plenamente merced al desarrollo del reglamento del Sistema Europeo Común de Asilo (SECA), que, por cierto, no parece inminente. 

Como se puede ver en esta breve relación de algunos de los asuntos recogidos en el programa de la coalición, ambos partidos han asumido el riesgo de ceder en materias incluso de especial sensibilidad para ambos. Sea por convicción o por simple pragmatismo, Alemania afronta un nuevo periodo de solidez política con su quinta coalición de democristianos y socialdemócratas desde 1949.

Un último apunte volviendo la mirada a nuestro país: el partido socialdemócrata, al pactar la coalición con CDU/CSU, ayuda a la derecha democrática a frenar a una pujante ultraderecha, al mismo tiempo que los democristianos ayudan al SPD a desactivar a los partidos a su izquierda.

Ese es otro buen ejemplo a seguir.   

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