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Opinión

Pablo Iglesias, más cerca de abrirse un OnlyFans

«Antes, los sueños hacían historia, como en el caso de Martin Luther King. Ahora, se sirven con una tapa gratis»

Pablo Iglesias, más cerca de abrirse un OnlyFans

Pablo Iglesias en su bar, la Taberna Garibaldi. | Alejandro Martínez Vélez (Europa Press)

«Para la libertad, sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos
Como un árbol carnal, generoso y cautivo,
Doy a los cirujanos.
Para la libertad, siento más corazones
Que arenas en mi pecho, dan espuma mis venas».

¡Qué hermosa suena la libertad en los versos de Miguel Hernández con la voz de Joan Manuel Serrat! Ahora, para la libertad, uno monta un bar. O una taberna, que es lo mismo, pero con pretensiones.

Normalmente, cuando uno tiene un sueño –léase una idea para un emprendimiento empresarial–, hace un plan de negocio, estudia el mercado, busca la financiación… Son muchos los pasos, algunos engorrosos, otros imposibles de cumplir, sobre todo a la hora de encontrar crédito suficiente para aguantar el tipo hasta obtener resultados, de ahí que muchos sueños se queden en el camino. Otros se cumplen durante un tiempo, luego se tuercen y acaban por convertirse en una pesadilla. En fin, qué les voy a contar si a buen seguro muchos de ustedes conocen el cuento y saben que son pocos los que tienen final feliz.

Pero una cosa es el sueño de los mortales y otra el de esas criaturas tan peculiares que son los políticos, habitantes de una burbuja ajena al mundo y a las vicisitudes del hombre corriente. Cuando un político tiene un sueño –léase una idea para un emprendimiento empresarial–, le basta con pedir el dinero. Chimpún. ¿Para qué molestarse en sacar los ahorros, pedir un crédito o hipotecar su casa si la pasta le puede caer del cielo?

Lo hemos visto con Pablo Iglesias y la idea de ampliar su Taberna Garibaldi. Antes, los sueños hacían historia, como en el caso de Martin Luther King. Ahora, los sueños se sirven con una tapa gratis. Decidido a cumplir el suyo, luchar contra el fascismo desde la barra de un bar, el que fuera vicepresidente del Gobierno ha decidido recaudar fondos a través de la versión actual del otrora puerta a puerta: con un crowdfunding que le permita, con las donaciones de sus seguidores, alcanzar los 150.000 euros que necesita para el negocio hostelero y fortín de la lucha contra la tiranía.

«Yo, para ser feliz quiero un camión» cantaba Loquillo. «Yo, para ser feliz quiero abrir un bar» canta Pablo Iglesias. Y esta vez, en sentido literal, porque una canción perpetrada por el ex líder de Podemos es lo que reciben quienes envíen 250 euros a su cuenta. Un vídeo es el obsequio por 150 euros. Por 50 euros obtienen una foto y por 25, un simple correo de agradecimiento. Como la operación no está resultando como esperaba y apenas se ha recaudado la mitad de lo necesario, Pablo Iglesias ha enviado una misiva a sus seguidores de Canal Red para insistir en las bondades de la operación. No todos los días puede uno disfrutar de sentirse arropado por la voz aterciopelada de todo un vicepresidente.

Pablo Iglesias no ha inventado nada. Existen en el mercado diversas aplicaciones que conectan a los famosos (cantantes, actores, influencers, mocatrices o creadores de contenido) con sus fans. Por distintas tarifas, uno consigue un saludo, un mensaje personalizado de su estrella favorita. Todo comenzó como una fuente de ingresos para aquellos que vieron sus días de gloria pasar y, sin proyectos a la vista, luchaban contra el olvido con uñas y dientes. Cuando comenzaron a moverse cifras importantes de negocio, los verdaderos famosos se apuntaron a la moda. ¿Quién va a rechazar un buen puñado de euros a cambio de invertir unos en el móvil?

En España, cualquiera puede tener un saludo de Carmen Lomana, Sofía Suescun, Kiko Rivera, Rappel o Manu Tenorio, por ejemplo. Eso sí, ninguno de ellos cobra los 2.500 euros de Caitlyn Jenner (patriarca y matriarca de las Kardashian) y están más cerca de los 550 euros de Charlie Sheen.

¿Quién le iba a decir al marido de Irene Montero que acabaría luchando contra las perversiones del capitalismo empleando una de las armas más virales del capitalismo? ¿Y que su lucha coincidiría con la de toda esa fauna tan diversa y popular? Pablo Iglesias es una celebrity más. Y todavía está a tiempo de sacarle más partido a su recaudación si abre el abanico de su oferta, porque al tratarse de mensajes personalizados, puede satisfacer las necesidades más variopintas, desde felicitar a Yolanda Díaz por su cumpleaños o a Antonio Maíllo por cada propuesta que salga del consejo de ministros. Por no hablar del filón de quienes le pidan explicaciones por haber convertido ese huracán del 15-M con 69 diputados en una brisa imperceptible de 5 escaños, chalet de Galapagar mediante.

Lo más seguro es que la nueva Taberna Garibaldi se haga realidad. De todas formas, a la desesperada, Pablo Iglesias puede recurrir a abrirse una cuenta en OnlyFans. Al fin y al cabo domina como pocos la erótica del poder.

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