La infanta Sofía ya puede ir al bingo
Sofía se merecía una foto mona, recordatorio de sus 18 años. Pero todo ha quedado en un segundo plano en su internado en Gales

La infanta Sofía.
Desde el pasado martes, día en que celebró su mayoría de edad, la infanta Sofía ha visto cómo se le abre un mundo de oportunidades: desde sacarse el carné de conducir a jugar unos cartones en el bingo, entre otras maravillas que tienen a su alcance quienes han logrado alcanzar esa etapa de la vida en la que los ciudadanos se ganan, además, el derecho al voto. Ha sido un cumpleaños discreto, tanto que la Casa Real ha enviado un retrato de la infanta realizado durante su visita a Zarzuela la pasada Semana Santa. No es justo, con su hermana tiraron la casa por la ventana, pero es lo que tiene ser la segunda. La segunda en todo, incluso en la línea de sucesión al trono. Sofía se merecía una foto mona, de esas con gorrito y sonrisa feliz frente a una tarta con unas velas, un 1 y un 8, recordatorio encendido de sus 18 años. Pero no, todo ha quedado en un segundo plano, con discreción, en su internado en Gales.
Lo que ha trascendido es que no le va a llegar el regalo de su abuelito, ya saben, el feliz jubilado en Abu Dabi, que al parecer ha intentado hacerle llegar las llaves de un cochazo que no sabemos quién ha pagado. Incluso han vetado una visita que el emérito había planeado en plan sorpresa, pero imaginamos que el CNI se ha encargado de desmantelar para evitar el sofoco de verle salir por patas del internado con los paparazzi pisándole los talones.
El regalito que le ha llegado a la infanta, éste sí, ha sido encargado por el Gobierno y no es otro que una condecoración excepcional: la Gran Cruz de la Orden de Isabel La Católica. Ahí es nada. Porque, según este reconocimiento creado por Fernando VII, premia ‘aquellos comportamientos extraordinarios de carácter civil, realizados por personas españolas o extranjeras que redunden en beneficio de la nación o que contribuyan, de manera relevante, a favorecer las relaciones de amistad y cooperación de la nación española con el resto de la comunidad internacional.’ ¿Cómo se quedan? Yo alucino. Que sepamos, el único mérito de la muchacha ha sido llegar a la mayoría de edad sin protagonizar ningún escándalo como sus primos, Victoria Federica y Froilán, o sin que le saquen ninguna foto robada tomándose un copazo, como a su hermana, la princesa Leonor, que sigue surcando los mares en su aventura hacia el trono de España. Y poco más.
A Sofía le están preparando un futuro a medida en el que se va a evitar que trabaje en el sector privado, no vaya a ser que salgan a relucir conflictos de intereses o acusaciones de enchufismo, así que lo mismo le toca prepararse unas oposiciones a Notaría. Al menos se ha quitado de encima el marrón de esa especie de mili en todos los ejércitos que le ha tocado en suerte a la heredera. Y es probable que se tome un año sabático para vivir experiencias vitales que todo joven necesita para madurar: ver el mundo, enfrentarse a los retos de la vida, ya saben. Claro que ella lo hará con guardaespaldas. Seamos honestos: la infanta nunca tendrá una vida ‘como todos’, aunque las revistas del corazón no se cansen de añadir la coletilla ‘como una más’ en los pies de foto de muchas noticias relacionadas con el día a día de la realeza.
Lo que me resulta chocante es la brutal diferencia en la preparación de ambas hermanas, por mucho que una sea princesa y la otra, infanta. A estas alturas de la vida y de la historia, deberíamos saber que ninguna institución, ni siquiera la Corona, controla los designios del destino: hay accidentes, hay enfermedades, hay mil circunstancias que nos recuerdan que nada está escrito. Si algo ocurriese y finalmente no fuera Leonor sino Sofía quien se convirtiera en reina, nos encontraríamos con el hecho de que todos los esfuerzos se volcaron en una, dejando a la otra desnuda ante una inesperada -pero posible- realidad.
Que sí, que los protocolos son esos, que la burocracia del poder es la que es, pero, qué quieren que les diga, ya puestos a ponerse en plan monárquico total, yo no pondría todos los huevos en una única cesta. Por si acaso. ¿O es que acaso los Borbones no ven series de televisión como ‘Jóvenes altezas’ o películas de Disney como ‘Princesa por sorpresa’? Que luego pasa lo que pasa…