El presente de Andreu Buenafuente es imperfecto
«Los directivos de TVE están empeñados en competir con las televisiones privadas, poniendo la calidad en segundo término»

El presentador Andreu Buenafuente. | Nacho Lopez (Europa Press)
No fue la mejor noche para estrenar El futuro imperfecto, de Andreu Buenafuente, en La Primera. Pesaban la resaca de la elección papal y el agotamiento que le antecedía, La revuelta, de David Broncano. Si hubiera que elegir me quedaría con el veterano cómico catalán, pero sencillamente porque tiene momentos de humor e ironía anglosajona, mientras que el presentador jiennense cada vez lo soporto menos. Vocaliza muy mal y no encuentro gracia a sus comentarios y preguntas. Buenafuente anunció a los 700 espectadores que asistieron a su debut en el teatro LaFac de Terrassa, que el objetivo de su programa era reírse de todo y de nosotros mismos porque el mundo está muy mal. Eso me pareció bien. Y se despidió después de una hora larga de programa, a veces tedioso o muy tedioso, anticipando que volverá el próximo jueves después de lo de Broncano. «No se olviden», dijo mirando a la cámara, «el futuro será imperfecto, pero será». Tal vez sucederá, como él sentenció, pero de momento quedémonos con que el presente del late night es imperfecto y muy mejorable.
Había expectación con el arranque del cómico y presentador por primera vez en RTVE. Se ha pateado antes todos los canales, empezando por TV3. Buenafuente, en sus ya varias décadas de trabajo en radio y televisión, jamás había estado en la tele pública. Ha confesado que tenía ganas, aunque ha habido resistencia por parte de los representantes sindicales. Su programa es una coproducción de su empresa El Terrat con RTVE.
Quiso inmediatamente avisar al espectador y a los asistentes que nadie le había puesto previamente ningún cortapisas a sus monólogos, muy parecido a lo que dijo Broncano el día de su estreno. La libertad de expresión es posible en la televisión estatal, subrayó. Al poco salió el nombre de Pedro Sánchez. Andreu explicó que lo había visto dos veces, nunca a solas, junto a más gente y si Sánchez había intentado llamarle antes del estreno lo desconocía porque no usa mucho el móvil. Sacó a relucir la guapura del actual jefe del Gobierno. Se me hizo difícil comprender a qué venía hablar de su belleza. Arrancó el primer aplauso del público asistente cuando afirmó que actualmente el odio tiene mejor mercado que la bondad, pero el humor lo tiene mejor que el odio.
Y por allí discurrió la noche, con el clásico estilo de Buenafuente: dispara o finge disparar y luego pasa a otro asunto. Pretende ser equidistante en sus monólogos, dar a uno y otro lado, pero no lo es. Admito que es sutil y no suele abusar de lo chabacano, aunque le sobran tacos. Comenzó fuerte al hablar de los sucesos de los últimos días, como el apagón y lo ocurrido en la línea de AVE Madrid-Sevilla y advirtió que a lo mejor quienes estaban en el teatro no podrían regresar a casa por otro fallo eléctrico. Era el capítulo primero, que tituló: Hágase la luz. El tema del apagón pensó que daba para más y así ridiculizó a la presidenta de Red Eléctrica, Beatriz Corredor, explicando que es registradora de la propiedad y dejando en entredicho su capacidad en materia energética. Pero inmediatamente nos recordó que Mariano Rajoy también es registrador. No entendí el chiste. Y luego bromeó con la primera reunión del Consejo de Seguridad Nacional, presidido por Sánchez, donde el único acuerdo alcanzado por los reunidos, según él, fue preferir la tortilla de patata con cebolla.
En esa línea de discurso de suave fogueo pasó luego revista a la política española mientras desde una gran pantalla se exhibían secuencias de una supuesta película de Sánchez con un cartel al fondo titulado ‘Machirulos en deconstrucción’. E inmediatamente vinieron otros episodios de films con el protagonismo de Isabel Díaz Ayuso, Esperanza Aguirre, Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero, Miguel Ángel Revilla y el rey Emérito confesando sus culpas, los ultras de Abogados Cristianos y Carlos Mazón. Era todo un déjà vu tan manido de figuras públicas a las que él ha recurrido en otras ocasiones. Tal vez no le falte razón a la hora de criticarlas (y seguramente hay motivos más que suficientes), pero abusa de los mismos personajes. O incluso faltaron otros tan reprobables como José Luis Ábalos, Koldo García o Carles Puigdemont. Ninguna historieta catalana le mereció la pena si se exceptúa el triunfo del Barça frente al Madrid en la final de la Copa del Rey. Ignoro si consideró prudente no hacerlo, habida cuenta que jugaba en casa, con público catalán.
Como la jornada había sido papal, no faltó la parodia tanto en lo de Broncano como en lo de Buenafuente de la noticia. Explicó este, sin saber quién había sido elegido Papa, puesto que el programa se grabó el pasado día 6, que las tres condiciones exigidas para llegar al cargo son ser hombre, bautizado y no estar casado. Preguntó a los asistentes masculinos que cumplían con esas exigencias que levantaran la mano y al final la cámara se detuvo en un tipo que pareció encontrarse muy a gusto cuando subió el escenario, con unos pantalones que apenas cubrían sus pantorrillas, y disfrutó del momento mientras le vestían con el traje papal y la tiara. En donde sí aparcó la sátira fue en el encendido elogio que hizo al reciente fallecido papa Francisco, de quien opinó que había intentado modernizar la Iglesia católica.
Naturalmente, no faltó la ración de Donald Trump y Elon Musk, ‘dos tontos muy tontos’, y la crítica a las medidas que el presidente de Estados Unidos ha tomado en apenas cien días de mandato y a la corrupción en general, aquí y en el resto del mundo. Mucho más original resultó su crítica al abuso del móvil y de las redes sociales. Escogió unos cuantos videos de TikTok, a cual más ridículo y que dejan en seria duda la capacidad mental de quienes los han elaborado, así como aquellos que los ven y los reenvían a otros usuarios.
Además de sus monólogos, Buenafuente los alterna con una serie de colaboradores, entre ellos su eterno compañero de fatigas, Berto Romero, que no participó en el estreno. Sí lo hizo Silvia Abril, esposa del humorista, que intentó hacer reír a los asistentes parodiando a la representante española en Eurovisión, Melody. La verdad es que no logró arrancarme ni media sonrisa. Es más, llegué a odiar la horrible canción a la que no le auguro nada bueno.
Y esto es lo que ha dado de sí el imperfecto Futuro imperfecto de Andreu Buenafuente. A base de talonario, los nuevos directivos de TVE están empeñados en competir con las televisiones privadas con nuevos programas, poniendo la calidad en segundo término.