Resacón en Sigüenza
«Viendo cómo se las gasta el exministro, es una suerte comprobar que tras esa farra salvaje la sangre no llegara al río»

Ilustración de Alejandra Svriz.
No sé ustedes qué quieren que les diga, pero cualquier parecido entre la película Resacón en Las Vegas y las andanzas de Ábalos en el Parador de Sigüenza con la realidad es pura coincidencia. Y es que realidad siempre supera a la ficción. Las ficciones yanquis suelen pecar por exceso, una pirotecnia extravagante y megalómana donde la farra y la juerga descontrolada se pasan de hollywoodiense, dónde hasta «los ángeles» tienen sexo, pero no una ciudad donde dejar de actuar como lo que no son.
Y es que este periódico que ustedes leen, THE OBJECTIVE, ha vuelto a dar una noticia en exclusiva donde se confirma la querencia de Ábalos por las pilinguis y los paradores. Ahora que todo el mundo habla de los guasaps sacados por el periódico El Mundo, y que evidentemente es una noticia muy importante, es el momento de reivindicar el trabajo hecho los últimos años por Ketty Garat y Teresa Gómez, formando el mejor binomio de periodistas de investigación de este país. Las innumerables exclusivas sacadas al exterior y confirmadas con el paso del tiempo alrededor de las tramas de Ábalos, Koldo o Víctor de Aldama, dan fe de ello.
En esta última, Ketty Garat se pone en contacto telefónico con personal de ese Parador de Sigüenza convertido en Sodoma y Gomorra. Un templo de perversión en la provincia de Guadalajara. Un «viaje a la Alcarria» que también le hubiera gustado escribir a Camilo José Cela. Nunca sabremos si entre las cosas que Ábalos les pidió ese día a las prostitutas fue absorber agua de una palangana por el ojo por el que nadie ve. Hubiese puesto dentro del desfase general llevado a cabo en esa habitación, una gota cultural y de homenaje a nuestro Nobel de literatura. Esa persona que trabaja en el Parador le dice a nuestra compañera que le llaman y le dicen que hay una «avería en la habitación 210, una de las suites que tiene jacuzzi». Al entrar en la habitación se encuentra con una copa derramada que parece ser de vino. Viendo como se las gasta el exministro, es una suerte comprobar que tras esa farra salvaje la sangre no llegara al río. O puede que todos seamos unos malpensados y dedicaran la noche sus amiguitas y él a comer cerezas mientras veían algún programa cultural de la segunda cadena de la televisión pública. Esa fruta mancha muchísimo y ya sabemos cómo se las gastan las vampiresas del amor.
La conversación telefónica con esta persona que trabaja en ese parador no tiene desperdicio. «El mando de la televisión estaba roto, como si lo hubieran estampado, fui yo el que lo recogió del suelo». Puede que cuando estuviera comiéndose las cerezas con las pilinguis, una de estas, sin querer, le diera al tres y saliera en la pantalla Pablo Motos, el anticristo. Del susto, Ábalos habría lanzado el mando contra la televisión con escasa puntería. Fuentes cercanas a mi imaginación me constatan que las pilinguis tuvieron que agarrarle entre todas para intentar tranquilizarlo mientras le gritaba a la televisión «vade retro Satanás».
La conversación se iba poniendo cada vez más interesante, y el trabajador del Parador le dijo a Ketty Garat que había restos de cocaína en la habitación. Recomendó a la mujer que estaba limpiando la habitación que se pusiera guantes ante este hecho, que ya había recogido los vidrios rotos y las copas. Textualmente utiliza la expresión «latigazos de cocaína». Sexo, drogas y rock and roll. Ábalos convertido en un Mick Jagger «torrentiano».
La tulipa estaba destrozada, la mesilla tirada en el suelo junto al teléfono. Una de las paredes manchadas tras derramarse sobre ellas, uno de los lanzamientos de copa de sus particulares juegos olímpicos, aunque sería mejor llamarlos orgiásticos. Esa pared enrojecida parecía que lo que allí se estaba haciendo era una snuff movie, donde la violencia es real y no simulada. Es una «tesis» que puede barajarse, pero por allí no se vio a Amenábar con una cámara. Lo único que queda claro, es que estando Ábalos de por medio, lo que no se puede descartar es ninguna hipótesis.