The Objective
Hastío y estío

La pájara no dice ni pío

«Alguien que se deja mancillar de esa forma con tal de mantener un ministerio a su nombre»

La pájara no dice ni pío

La ministra de Defensa, Margarita Robles. | Eduardo Parra (Europa Press)

No deja de ser irónico que nos hayamos dado cuenta de que tenemos una ministra de Defensa que no se defiende de los ataques recibidos, valga la redundancia. Ha demostrado tener un alma cristiana, y preferir poner la otra mejilla permaneciendo callada y perdiendo toda la dignidad. Ser atacada y comportarse de la manera más míseramente cobarde. Alguien que se deja mancillar de esa forma con tal de mantener un ministerio a su nombre. Ser arcilla moldeable en manos de su fantasmal amo, que no amante. Una Demi Moore que tiene poco de La teniente O’Neil, aunque su negociado esté relacionado con lo militar. Que no se le caiga el pelo de vergüenza al permitir la afrenta, es lo que nos facilita diferenciar a ese personaje de la ministra. 

Margarita Robles aparece en esa correspondencia por whatsapps entre Pedro Sánchez y Ábalos, cuya calidad literaria se podría comparar con la de Albert Camus y María Casares: «Eres lo más interno que tengo» le dijo el premio Nobel a ella, frase que perfectamente se podían haber dicho de manera recíproca el presidente del Gobierno y el exministro, tal y como demuestran esos mensajes de texto. Margarita, una flor que baja la cabeza, y que, por tanto, se marchita. Que no hace honor a la fortaleza de su apellido, y que prefiere que esta se esconda en la zona más inexpugnable del bosque. 

En esos mensajes Pedro Sánchez se mofaba de la ministra de Defensa diciendo «yo creo que se acuesta con el uniforme», para sentenciarla diciendo de ella que «es una pájara». No sé qué ha pasado, pero no han saltado las alarmas feministas. Si un hombre «machirulo» del PP o Vox, hubiera hablado de qué lleva puesto en la cama la ministra de Defensa cuando se acuesta, no sólo hubiera ardido Troya, sino que lo hubieran quemado en una plaza pública ante semejante herejía. Lo que desconocía es que Pedro Sánchez fuera un experto en ornitología, si no, no se explica que definiera a Margarita Robles de esa manera. A un servidor le gusta ir a las mejores fuentes, y en este caso nada como buscar en el diccionario de la RAE el significado de la palabra «pájara».

En una de sus dos primeras acepciones creo que está lo que quería decir Sánchez. La primera es, ave, especialmente si es pequeña. La segunda, persona astuta y con muy pocos escrúpulos. Esta última no creo que sea, pues es imposible que una persona con la bondad de Pedro Sánchez piense eso de una de sus ministras. Alguien con sus sólidos valores morales no tendría en su Ejecutivo a una persona con esas características. Así que tiene que ser la primera. He buscado en internet la altura de Margarita Robles y en ninguno de los buscadores se dice nada concreto. Pero mirando diferentes fotografías de la ministra se observa que de pívot no podría jugar en un equipo de baloncesto, pero tampoco de base. Con este dato, por tanto, nos acercaríamos más a lo que quería decir el presidente del gobierno. 

La prensa le preguntó ayer si tenía pensado dimitir por las palabras de Sánchez, y su respuesta fue negativa. Adujo que esos comentarios se dijeron hace mucho tiempo. Como si estos cuatro años pertenecieran a la anterior glaciación. Tanto Sánchez como Ábalos habrían tenido de mascotas unos dinosaurios que prefirieron su extinción ante el miedo a ser juzgados como únicos testigos de los tejemanejes de sus dueños. Que Margarita Robles haya decidido pasar olímpicamente de todo no es lo mismo que los Juegos Olímpicos se realicen precisamente cada cuatro años. 

El machista de Pedro Sánchez evidenciaba que lo era en otros de sus mensajes con Ábalos. No le gustaba que dos mujeres pretendieran ser amigas o que se llevaran bien, y menos si una de ellas pertenecía al enemigo político. Que Margarita Robles e Isabel Díaz Ayuso demostraran tener una buena relación le molestaba en su orgullo de macho alfa. Que se comportaran de manera independiente y no subyugadas a la voluntad de éste, le encolerizaba salvajemente. Es cierto que poco después, la mujer que sabía que su puesto dependía directamente de lo que quisiera Sánchez, demostró tener las mismas tragaderas que el resto de ministros y cargos asociados al sanchismo. Que por esa garganta ya no pase ni la saliva, y por esa razón no pueda decir ni pío. 

Publicidad