The Objective
Hastío y estío

Calamaro coge el toro por los cuernos

«Estamos en un mundo donde por desgracia la ideología está por delante de la verdad»

Calamaro coge el toro por los cuernos

El cantante Andrés Calamaro.

Andrés Calamaro escribe sus canciones de la misma manera que torea Morante. El arte eligió estar en sus mentes libres y desprejuiciadas. El don sólo se da a quien sabe cuidarlo. Quien lo lleva a cabo con la naturalidad de un latido calmado. Que lo siente y lo ve en el horizonte justo antes de llevarlo a cabo. El duende que se agiganta entre sus manos. 

Calamaro es, sin duda, uno de los mejores letristas de canciones en español de los últimos 40 años. En ese olimpo de dioses casi mitológicos también estarían Joaquín Sabina, que lleva retirándose los últimos diez años, engañándonos para la suerte de todos. Antonio Vega, de cuya sensibilidad todos éramos adictos. Robe Iniesta, en cuya extrema belleza, las canciones se tallan sobre una piedra de dureza poética. Un póquer de artistas que sólo no van de farol cuando escriben. La vida está para mentirla, pues ella te engañará seguro y siempre que pueda. La verdad sólo en lo escrito. Ponerle música para que esas palabras puedan bailar sobre algo tan incómodo como luminoso. 

Pero hoy aquí el protagonista es Calamaro. Es noticia por algo que sucedió en el concierto que dio el pasado sábado en la ciudad de Cali en Colombia. A mitad de su actuación, en uno de los momentos álgidos, ya que estaba cantando una de sus canciones más reconocidas y favoritas del público como es Flaca, durante el coro, Calamaro decidió hacer una pausa para dedicarle la canción a “todos los toreros, ganaderos, banderilleros y aficionados que se quedan sin trabajo”.

Un mensaje en defensa de las corridas de toros en un país como Colombia que decidió prohibirlas el año pasado. “Votaron por eso, por dejarlos en la calle”, añadió. Parte del público del recinto respondió con gritos y pitidos ante estas palabras. Las críticas por parte del artista argentino a Gustavo Petro y su gobierno por tomar esa decisión, no gustaron a unos seguidores, que sí verdaderamente lo son, ya sabían que uno de sus cantantes favoritos era un ferviente defensor de la tauromaquia.

Lo que convertía en algo simbólico ese lugar para que Calamaro lo eligiera para hacer esa defensa del mundo del toro, es que el concierto se dio en un lugar llamado “Arena Cañaveralejo”, que era una antigua plaza de toros reconvertida en auditorio tras la prohibición de las corridas en ese país. A Calamaro, haciendo uso de su libertad individual, no le gustó la respuesta del público: “Lo siento, están cancelados y bloqueados. Hasta nunca”. Se fue del escenario durante unos minutos, mientras su banda siguió tocando la canción y parte del público coreándola. 

Esto que ocurrió, hay quien quiere ver en ello a un déspota que sólo acepta su punto de vista ante un tema concreto. Lo único que hubo fue un intercambio de pareceres. La libertad se expresó como no les gusta a los que defienden los postulados de Petro. El cantante aprovechó el púlpito que es todo escenario para hacer una crítica a un gobierno y sus votantes por una decisión que no comparte, y parte de ese público que se vio interpelado le contestó pitándole. Y de ahí no pasó. Cada uno se manifestó cómo quiso, sin imponer al otro su idea, sólo mostrarla y defenderla.

En España hay quien ha querido ver en la actitud de Calamaro, cómo no, algo reaccionario y fascista, un ultraderechista peor que su paisano Milei, que sustituye la motosierra por el estoque. Dejarle entre la espada y la pared, con el embiste de sus pensamientos. Me estoy refiriendo a un artículo del periódico Público, donde se le acusa de irse del escenario para no volver y dejar tirado a un público que había pagado su entrada. Lo que no sabe el dueño de esa sesgada mirada es que simplemente se ausentó cinco minutos, y volvió al escenario para seguir con el concierto. Que la verdad no te estropee tu odio acomplejado.

Estamos en un mundo donde por desgracia la ideología está por delante de la verdad. Donde lo importante es imponerse, y no por la razón. Que si te gustan los toros o eres católico, serás un peligroso reaccionario de ultraderecha, aunque sepan que hay mucha gente de izquierdas que van a las plazas de toros y a las iglesias. A esta gente lo que les pasa es que no les gusta que haya gente como Andrés Calamaro, que haga gala de su “honestidad brutal” y le diga a su gente, la que paga por verle actuar y le admira, lo que realmente piensa sobre cualquier tema, aunque sepa que no todo el mundo pueda estar de acuerdo. Calamaro nos enseña que sí coges el toro por los cuernos, este te puede coger, pero el resto de miedos desaparecerá ante la valentía de mostrar lo que eres y lo que piensas.

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