Ancelotti y Modrić, alma y calidad
“Se celebra que todo el mundo está de acuerdo en que Carlo Ancelotti y Luka Modrić merecen una despedida a tono con la historia del Madrid”

Ancelotti y Modric, durante su despedida. | Reuters
Ni con el VAR se han remansado las aguas del fútbol, al contrario. Mientras intervenga la mano del hombre, no habrá paz para los futboleros. Cada jugada ofrece por lo menos dos análisis, el sensato/real y el interesado. Más allá del descalzaperros que supone interpretar la mano dentro del área, cuando ni siquiera los árbitros se ponen de acuerdo para sancionarlas, el individuo que la protesta en su portería la reclama en la de enfrente con la misma pasión porque la trampa está en su naturaleza. No, el fútbol no es un juego de caballeros; lo cual no implica que no haya caballeros en el fútbol, los hay. El chalán, léase Mourinho, destaca como el que cuando pierde da la mano, letra del himno del Madrid que algunos de sus más distinguidos representantes desmontan cada vez que abren la boca. No es el caso de Carlo Ancelotti; y Luka Modrić, excepciones que en territorio vikingo confirman la regla. Que también protestan, pues claro; que al jugador alguna vez se le escapa una tarascada, también; pero uno y otro, a pesar de todo, no dejan de ser dos caballeros sin espada en el mundo del balón redondo, donde el interés más interesado marca el ritmo.
Porque para tormentas en un vaso de agua, el fútbol; también para envidias, enconos y arrepentimientos exprés. Y para levantar estatuas o para derribarlas con idéntica facilidad. Jorge Valdano agotaba su carrera como jugador y no dejaba de sorprendernos con frases memorables, alguna tan profunda y descriptiva como esta: “El fútbol es un estado de ánimo”, donde las emociones se suceden sin interrupción, como las galopadas de Vinícius, Giuliano, Bryan Zaragoza o Lamine Yamal. El fútbol refleja lo mejor y lo peor de la sociedad. Nunca olvidaré aquel día en que Hugo Sánchez insinuó que quería cambiar el Madrid por el Milan. El autocar esperaba al equipo en la esquina de Concha Espina, abarrotada de aficionados. Uno de ellos no dejaba de acordarse de la madre del mexicano, hasta que lo tuvo delante y tardó minutos musicales en sacar un cuaderno y un bolígrafo para pedirle un autógrafo. Y porque no había teléfonos móviles para hacer un selfie. ¿Inconcebible? Fútbol. ¿Cambio radical de opinión? Más que fútbol. Basta con echar un vistazo al Diario de Sesiones del Congreso para comprobar que en el terreno de la política llueve o escampa según las órdenes del líder a sus señorías; sobre el césped del estadio los cambios de opinión los impone la naturaleza, en ocasiones empujada por el riego automático; en el Parlamento no hay más corriente de opinión que la prescrita por el secretario general del partido, el jefe.
El fútbol es curiosísimo y hay cantidad de ejemplos para describirlo. Verbigracia: en las oficinas de la AFE (Asociación de Futbolistas Españoles) rara vez se habla un lunes de la jornada liguera del domingo o un miércoles de los encuentros de la Champions. Los efectos colaterales marcan la agenda y las conversaciones: conflictos laborales, impagos, denuncias, quejas, convenios colectivos… En el sindicato de futbolistas se habla menos de fútbol que en las reuniones de la UGT. Acaso porque el respeto entre colegas brilla por su ausencia y la definición más asombrosa sobre el gremio se la escuché al presidente: “Los futbolistas somos unos hijos de puta. Si nos dejan en el banquillo estamos deseando que el que juega en nuestro puesto se lesione. Somos unos egoístas”. Lo cual no es la norma ni tiene que ver con el meollo de la cuestión: las conversaciones de los lunes en la oficina. De todo menos fútbol, palabra. Los choques dentro del terreno de juego, fuera de él cuando interviene el Sindicato se suceden entre bufetes de abogados o entre organismos: AFE contra LALIGA, por una mejora del convenio, o incluyen a la RFEF si afecta al calendario, las vacaciones o al periodo de descanso entre partido y partido.
Por eso se celebra que todo el mundo está de acuerdo en que Carlo Ancelotti y Luka Modrić merecen una despedida a tono con la historia del Madrid. Profunda huella, de ambos. Carlo, sensato, pragmático, razonable y emotivo es la imagen del señorío, del respeto a la profesión y a los profesionales, de la entrega al club; si algún compañero no le admira que hable ahora o calle para siempre; los resultados le avalan porque ha triunfado en las cinco mejores ligas europeas y es el mejor entrenador de la historia madridista. Luka es el futbolista que despierta admiración en todos los campos, como sucedía con Iniesta, sólo repudiado en San Mamés. Los dos merecen un homenaje, el madridismo se lo ha tributado y el entrenador está feliz por compartir el momento con el futbolista: “Es bonito despedirme con Luka”, a quien define así: “Al unir calidad y alma se ha convertido en leyenda del Madrid. Un jugador con calidad y sin alma sólo es un buen futbolista”.
Al entrenador le quedaba un año de contrato; pero las dos partes han entendido la situación de la otra: una temporada en blanco en el Madrid es un despido y a Carletto le estaba esperando Brasil, nada menos. En cuanto a Modrić, la edad ha marcado la decisión del club y él la ha aceptado porque no quiere ser un futbolista residual, papel que le reservaba el futuro con Xabi Alonso. Estaba avisado. La despedida de ambos fue extraordinaria, emotiva e intensa, lo que ambos merecían, el día en que Lucas Vázquez también cerraba una etapa y Kylian Mbappé acariciaba la Bota de Oro.
P.D.: Carlo Ancelotti; 65 años, 31 títulos en su carrera de entrenador, 15 de ellos en el Madrid, donde lo ha ganado todo en dos etapas, 2013-2015 y 2021-2025: Champions, 3; Ligas, 2; Mundiales de Clubes, 3; Copas del Rey, 2; Supercopas de Europa, 3, y Supercopas de España, 2. Florentino Pérez muestra su agradecimiento al técnico: “Orgullosos de Carlo Ancelotti; representa los valores del club. Forma parte de nuestra historia”.
Luka Modrić, 39 años, jugador que ha cosechado más títulos en la historia del Real Madrid, 28, desde 2012. Champions, 6; Mundiales de clubes, 6; Ligas, 4; Supercopas de Europa, 5; Copas del Rey, 2, Supercopas de España, 5. Balón de Oro en 2018. Contra la Real Sociedad jugó su partido número 591 defendiendo los colores madridistas. Calidad, eficacia, elegancia –esos centros con el exterior–, garra y ambición: leyenda. Todo ello se lo reconoce Florentino Pérez: “Siempre estarás en nuestro corazón”. Luka ha cumplido un sueño: “Los jugadores que no pasan por el Madrid se pierden algo muy importante”.