Si quieres terminar con el sanchismo, te digo cómo
“Podemos evitar que nos sigan tomando el pelo. Podemos dejar de ser cómplices desde ya mismo”

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Los títulos de deuda pública, por convención, se consideran como la inversión más segura dentro de cada país. Esa convención se basa en el razonamiento teórico de que los gobiernos, al tener el monopolio de la fuerza, pueden confiscar al sector privado lo que necesiten para evitar el impago de la deuda. Además, cuentan en general con otra forma de confiscación más sutil, que es la simple impresión de billetes para pagar lo que sea.
El razonamiento es teórico porque no es concebible que la gente acepte pasivamente un camino que la lleva hacia la esclavitud, como sería el caso de una presión tributaria del 100% de los ingresos privados. Sin embargo, sigue siendo cierto que la mayor “seguridad” de la deuda pública se sustenta en el poder de los gobiernos de cobrar impuestos. Las empresas privadas, en cambio, solo pueden pagar sus deudas mientras sean capaces de vender sus productos, lo que siempre conlleva un riesgo dada la competencia, los cambios en los gustos y otras variables.
La paradoja (o sinsentido, o error, según se mire) es evidente: por ejemplo, los españoles consideran más “seguro” invertir en bonos del Tesoro pese a que la “seguridad” de esa inversión se basa en la capacidad del Gobierno para expropiarles crecientes cantidades de sus ingresos y patrimonios. Mucho más razonable sería invertir en bonos de gobiernos de otros países, ya que los contribuyentes a sablear serían otros, pero no uno mismo.
Si hay un gobierno que se ha caracterizado por sablear a sus ciudadanos es el sanchismo-leninismo, con aumentos y creaciones de impuestos que se cuentan por docenas. Los recursos corrientes del conjunto de Administraciones Públicas aumentaron un 41% desde 2018. Cada año, el Gobierno nos expropia 188.000 millones de euros más que en 2018.
Pero ni así han sido capaces de cuadrar las cuentas, porque el gasto público total se incrementó aún más: un 44%. Cada año, las AA.PP. gastan 210.000 millones de euros más que en 2018. Vale la pena recordar que 2025 está siendo el 18º año consecutivo en que todos los intereses de la deuda pública se pagan con más deuda pública. Algo así como pagar los intereses de la hipoteca con un nuevo préstamo personal, todos los meses, durante 18 años.
Con el sanchismo-leninismo, el contrasentido de considerar “segura” una inversión en títulos públicos alcanza su máxima expresión: son los títulos que permiten prolongar una conducta financieramente suicida.
Ha sido posible llegar hasta aquí gracias a la complicidad de Von der Leyen (que suspendió las reglas fiscales y es siempre laxa para juzgar los deslices del sanchismo) y del Banco Central Europeo (que pese a que ya dejó de comprar bonos y de reinvertir los vencimientos, aún tiene casi el 18% de los títulos emitidos por el Tesoro).
Para peor, lo que se recauda con el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (aumento de cotizaciones sociales) creado por José Luis Escrivá para “garantizar” las futuras pensiones se invierte… ¡en bonos del Tesoro! Escrivá creyó una buena idea “garantizar” las pensiones con títulos respaldados por los impuestos que tienen que pagar los mismos futuros pensionistas. Es como si una compañía de seguros reasegurara sus riesgos comprando bonos de sí misma.
La buena noticia es que podemos evitar que nos sigan tomando el pelo. Podemos dejar de ser cómplices desde ya mismo. Se trata de dejar de invertir en bonos del Tesoro, tanto de manera directa, como indirecta (planes de pensiones, fondos de inversión, ETFs).
Si el sector privado dijera basta y dejara de financiar la ruinosa gestión de las cuentas públicas del sanchismo-leninismo, subiría la prima de riesgo, colocar los títulos sería más caro, el déficit fiscal aumentaría y el Gobierno se vería obligado a tomar medidas. Una situación similar a la vivida en 2010 cuando, tras años de despilfarro, Zapatero no tuvo más remedio que recortar el gasto público. Un escenario desagradable, pero preferible a la creciente factura que deberemos pagar por los excesos de la actual política económica: desde que gobierna Pedro Sánchez, la deuda pública crece a un ritmo medio de 5.900 millones de euros por mes.
Podría haber otra consecuencia: que siendo incapaz de tomar medida alguna por los intereses contrapuestos de la coalición que apoya su Gobierno, Pedro Sánchez convoque elecciones.
¿Quieres terminar con el sanchismo-leninismo? Deja de invertir en deuda española.