The Objective
Hastío y estío

Modrić se va y Pedro Sánchez se queda

“Modrić hizo de sus pies pinceles, no como Sánchez, que no vuelve a crecer la hierba por donde pisan sus pinreles”

Modrić se va y Pedro Sánchez se queda

Ilustración: Alejandra Svriz.

Luka Modrić se va y de momento Pedro Sánchez se queda. Qué injusto es el mundo. La realidad amarga especialmente la belleza que decide irse. Luka nos ha hecho felices con el arte de sus pies como consecuencia de sus pensamientos. El otro, el presidente, nos atufa con sus decisiones como si estuvieran tomadas por estas extremidades con las que pisa nuestras dignidades. Huele a queso mohoso en la Moncloa. Dicen que las ratas son las primeras en abandonar el barco, pero mientras en ese palacio cada vez más parecido al Titanic en el momento de su hundimiento, quede algo de ese alimento lácteo, la mala leche de su inquilino la seguiremos digiriendo los demás. 

Modrić jugó el pasado sábado su último partido en el Bernabéu. Como en casa en ningún lado. Qué lástima que piense lo mismo don Pedro respecto de la Moncloa. A Luka fue a despedirle el pueblo, la afición. El otro se protege de su soledad cobarde en una jaula de oro de donde el pájaro y la pájara (la mujer del pájaro, no confundir con como llama el presidente de España a su ministra de Defensa) tendrán que volar pronto, aunque ellos hayan cerrado la puerta desde dentro. Luka es el jugador que más títulos ha ganado con la camiseta blanca en toda su historia. Un niño de la guerra de los Balcanes. Un chaval que empezó a jugar al fútbol entre bombas, era lógico que años después viera el césped del Bernabéu como su particular jardín de Versalles. Una alfombra donde pacificar la pelota y convertirla en el objeto más bello del planeta. Un hombre con el mismo talento que su compatriota Drazen Petrovic, otro madridista universal, pero este escogió coger la pelota con las manos. En la simplicidad de coger algo con ellas puede que estuviera la clave de su mal carácter, y en la dificultad de tener que hacerlo con los pies puede que se estructurase esa cabeza privilegiada para ver el fútbol y la vida como lo hace Modrić. Tener las cosas difíciles es lo que hace necesario tener un criterio para transformarlas en algo llevadero, y si se puede, de manera virtuosa. No sé si será casualidad, pero Petrovic murió de manera trágica en un accidente de tráfico, y nadie ha dirigido el tráfico en el estadio Santiago Bernabéu como ese croata no muy alto y de cabellera generosa. Como Cruyff y con el que comparte una nariz con un olfato de sumiller a la hora de embriagarse en los espacios que nadie más veía en el terreno de juego. 

Cuando Pedro Sánchez se vaya o lo echen, y ya veremos de qué manera, y sobre todo por qué razón, nadie irá a despedirle. Como mucho su familia, que es quien suele quedarse tras el apocalipsis o el meteorito. No estarán sus compañeros como sí lo estuvieron los de Modrić. Profesionales que lo admiraban por lo que hacía en el campo y fuera de él. Un ejemplo dentro y fuera. Me parece que no se puede decir lo mismo de don Pedro. No creo que, como en el caso de Luka, Toni Kroos, uno de sus socios principales dentro del campo y con el que compartía la misma zona, y que se retiró el año pasado, aparezca en su despedida para compartir en ese momento. Esos socios, en el caso de don Pedro, serían sus números dos y tres, y los que más confiaron en él para convertirse en el secretario general del partido socialista. Estoy hablando de Ábalos y Santos Cerdán, dos amigos de fidelidad variable con todo, menos con lo que tenga ver con asuntos de una turbiedad cristalina. Además, si ambos acaban en Villa Candado, tendrán difícil reunirse los tres cuando este se despida, por fin, de ser presidente del Gobierno. También queda la opción de que los tres acaben viviendo en el mismo edificio con estas características donde cada habitación viene adornada por unos barrotes. 

Luka Modrić nos ha hecho felices como el que tiene la belleza entre ojo y ojo. Una forma de ver la vida donde ser elegante no es una cosa que sólo tiene que ver con su mirada de artista, sino con unos valores no sólo estéticos, sino también éticos y morales. Una persona educada, siempre correcta con todo el mundo. Y que lo llevó a su máxima expresión en su trato con el balón, al que jamás agredió ni trató como don Pedro nos trata a los ciudadanos. Hacer de sus pies pinceles, y no como el “uno” del partido socialista, que no vuelve a crecer la hierba por donde pisan sus pinreles.

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