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Opinión

Ellas, burbujas de oro en el atletismo español

“No hay un equipo que intercambie la posta como las españolas del relevo corto y que gane metros con cada cambio como las del largo”

Ellas, burbujas de oro en el atletismo español

El 4x400 español femenino, tras su victoria. | Reuters

Militan en el EQUIPO, con mayúsculas, y luchan por idénticos colores. Aprecian el valor de defender el nombre de España, de una España, no de dos ni de varias. No levantan muros, los derriban. No llaman a la puerta, la tiran. No necesitan atajos, se entrenan. Forman parte de un partido único y de un grupo exclusivo: el relevo del atletismo español. No adelantan por la derecha en plan Gallardo, si no lo exige la táctica de carrera, ni dejan tiradas a las compañeras ni meten los codos para adelantarlas, se unen. Respetan a las rivales. No mezclan churras con merinas, no agitan la estelada mientras celebran un éxito y no se dan de baja en la selección con excusas de gatera, como ese central vizcaíno en la rúa del Barcelona. Su objetivo es común, elevado e indivisible, mientras el CSD no intervenga para dividirlas, como ha hecho con la Pelota (Vasca), pues consentir es asumir. 

Son ELLAS, las “Balas Rojas” (4×100) y las Golden Bubbles (4×400). Mujeres que corren que se las pela con el corazón atento a la tormentosa actividad entre las líneas del tartán, en los flancos, y el cerebro abierto de par en par al día de después. Se preparan para ser las mejores en la pista, las mejores en los cambios, las más eficaces al pasarse el testigo, la posta, y en paralelo trabajan para no sentirse huérfanas ni desdichadas ni abandonadas cuando se apaguen los focos. Como rezaba el título de aquel programa radiofónico del legendario Alberto Oliveras, “Ustedes –ELLAS– son formidables”.  

Sí, son ELLAS… En inglés y en singular, She, el título de aquella canción que compuso e interpretó Charles Aznavour y que universalizó Elvis Costello en la película Notting Hill. Si la escuchamos, vemos a Julia Roberts, y a Hugh Grant con los ojos vidriosos y la mirada de cordero degollado; si profundizamos en la letra y nos atrevemos a dar un salto mortal, porque la ocasión merece el riesgo, son ELLAS, cada una de las siete heroínas de la velocidad española; ELLAS, que nos encandilan cuando aparecen: Paula Sevilla (impresionante estajanovista que compite y gana en el relevo corto y en el largo), Esperança Cladera, Jaël Bestué, Maribel Pérez (en el 4×100); Daniela Fra, Eva Santidrián y Blanca Hervás (junto a Paula, en el 4×400). Son “las siete magníficas” que no se olvidan de las “reservas”, compañeras del alma, compañeras: Berta Segura, Carmen Avilés, Herminia Parra, Bárbara Camblor, Lucía Carrillo y Elena Guiu. Viéndolas en acción, suena la música y entendemos la letra, en singular: “Ella / Puede ser la bella o la bestia / Puede ser la hambruna o la fiesta/ Puede convertirse cada día en cielo o infierno”. Adelantan a las jamaicanas, baten a las estadounidenses, veloces como gacelas. Perfectas.

ELLAS, figuras que empequeñecen al común de los mortales y que nos conquistan cuando hablan; creen en lo que hacen, convencidas por José Peiró (y Toni Puig) de que tienen algo que supera a las adversarias, seguridad indestructible. Hace ocho años, después de Río’2016, cuando a Pepe Peiró le encargó Ramón Cid potenciar la velocidad del atletismo español, pensó que el camino menos sinuoso para llegar al éxito era el PNR (Plan Nacional de Relevos). “Nuestra velocidad son los relevos”. Arrancaron con 12.000 euros, paulatinamente aumentados a 56.000, 60.000, 70.000 hasta que con la irrupción del “Team España” la cifra ha subido hasta los 300.000. Y, poco a poco, llegaron los resultados, campeonatos de Europa Sub-23, por ejemplo, el brillante porvenir en las categorías Sub-18 y Sub-20 –hay cantera– y así hasta hollar la cima en Guanzhou: subcampeonas del Mundo en el 4×100 y campeonas en el 4×400. Corren por ellas y por sus compañeras, no hay un equipo que intercambie la posta como las españolas del relevo corto y que gane metros con cada cambio como las del largo. A falta de esa punta de velocidad africana o caribeña, la técnica suple a la naturaleza.

Así, ELLAS representan lo mejor de esta sociedad que avanza entre palos de ciego y tuertos acomodados en tronos de reyezuelos, avasallando con rutinas propias de las películas de Francis Ford Coppola cuando expone la violenta amoralidad de los mafiosos. Esos que levitan sobre el fango, pero felices como cochinos en las cloacas, todo lo que el deporte desprecia. La banda sonora de El Padrino podría sonar en cada noticiario, excepto en la sección de Deportes, donde Vangelis nos saca del aborregado y peligroso ensimismamiento y nos traslada a Carros de fuego. Es entonces cuando surgen ELLAS, imponentes, y nos convencen de que sólo los buenos pueden ganar. “Hemos llegado emocionalmente a mucha gente”, dice Paula, de La Solana, 27 años, que ha estudiado magisterio y una FP en Administración y Finanzas. A fuerza de formar parte de la actualidad, supera la timidez; es honesta, sencilla, trabaja en silencio y la modestia es su seña de identidad. “No somos estrellas, somos un equipo”, proclama, orgullosa.

Daniela tiene fama de despistadilla, especialista en 400 vallas, es la novata del relevo. Nació en Madrid, tiene 25 años, ha estudiado INEF y ahora se ha empeñado con el marketing. No le importa que en Guanzhou no estuvieran las neerlandesas o las alemanas, “porque nosotras lo hicimos muy bien”. Sincera, atrevida y convencida de las posibilidades del equipo, con un objetivo en su calendario: Los Ángeles’28.

Eva, 25 años, burgalesa residente en Valladolid, estudia Nutrición y Dietética, destaca por su calidad, “excepcional”, compite en el relevo largo, pero también podría correr el 4×100. Los técnicos no lo descartan. Sea cual fuere la distancia en la que vaya a comerse el mundo, lo que quiere es “seguir emocionando a la gente” y continuar como si nada hubiese pasado. No es sencillo asimilar la salida del anonimato: “Lo llevamos con naturalidad”. Las luces de los platós no las deslumbran. Si aún no lo han hecho, deberían postularse para rodar el próximo anuncio navideño de Freixenet. Son las Golden Bubbles, “burbujas doradas” de ensueño.  

Blanca, madrileña, 22 años, con un intervalo de una hora y 50 minutos compitió en dos carreras en China y sus últimos 400 metros son para enmarcar. Destaca por su elegancia, corre erguida, nada crispada, como una diosa, como Merlene Ottey. Ha estudiado Dirección de Medios en Estados Unidos. Trabaja en Madrid. Es la más joven del grupo y se sorprende del salto a la fama: “Nunca nos habían preguntado tanto. Estamos muy agradecidas a los medios por su atención”.

Esperança es mallorquina, de Muro, tiene 23 años, un desparpajo arrollador y estudia enfermería. Jaël, de San Cugat, “es buenísima”, la seguridad en la recogida y en la entrega. Está haciendo prácticas de medicina. Y Maribel, sevillana, fisioterapeuta, 32 años, es, además de la veterana, la pasión y el ejemplo, la capitana de los relevos, la que hace equipo y quien corrige despistes. Las “siete magníficas” forman parte de una generación que compite, estudia, trabaja y no descuida el futuro. Se acabarán las becas y la vida del atleta no da para muchos ahorros. “Ella puede ser el espejo de mis sueños / Una sonrisa reflejada en una corriente / Puede que no sea lo que puede parecer /Dentro de su caparazón”. En inglés suena mejor, por muy españolas que sean ELLAS: “She may be the beauty or the beast / May be the famine or the feast / May turn each day into a heaven or a hell / She may be the mirror of my dream / A smile reflected in a stream / She may not be what she may seem / Inside her Shell”. Como Paula, Daniela, Eva, Blanca, Esperança, Jaël y Maribel cuando corren: iluminan el estadio.

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