Paisana, que la rama del árbol no te deje ciega
«Lo que hace Pilar Alegría embarrar el terreno de juego. No le gusta ver el césped regado y recién cortado»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Lo de mi paisana Pilar Alegría es de traca. Somos dos maños en Madrid, pero mientras un servidor intenta escribir artículos con una prosa que no se quede en fuegos artificiales, la ministra portavoz insiste en comportarse como una petarda. Por mucho que se llame Pilar nos pone de mala virgen a muchos de los que somos de allí, pero también del resto de España. Que tenga ese nombre, y no se sostenga nada de lo que dice. Si el Gobierno debe apoyarse en lo que Pilar Alegría manifiesta, es normal que se están cayendo con todo el equipo. Una organización, la socialista, siniestra y necesitada de llevar las muletas. La primera en utilizarlas ha sido la mujer de Pedro Sánchez. Begoña Gómez ha querido dar ejemplo al resto del partido y del Gobierno. Que las utilizara en su primera aparición pública tras bastantes meses, calzando unos zapatos con tacón, demuestra que ella seguirá pisando fuerte todo el tiempo que le autorice el podólogo Sánchez.
Pero hoy aquí hemos venido a escribir sobre la maña menos mañosa. Si buscamos el significado de esta palabra en el diccionario nos dice que se refiere a alguien de habilidad, destreza o astucia para hacer algo. Alguien que es muy hábil en su oficio. Se supone que una ministra portavoz debe dejar de manera clara y cristalina las decisiones que se han tomado en el Consejo de Ministros con respecto a los temas de actualidad de cada uno de ellos. Explicando las novedades o cambios cuando estos se produzcan, y representar la opinión que tiene el Gobierno en cada uno de los temas.
Pero Pilar Alegría lo que hace es embarrar el terreno de juego. No le gusta ver el césped regado y recién cortado. Odia que la hierba huela a menta fresca y prefiere meternos a todos en su estercolero. Eso sí, lo hace con una sonrisa acorde a su apellido. Un intento de embaucamiento en el que fracasa continuamente. Ella intenta mentirnos, pone todos sus esfuerzos en hacerlo lo mejor posible, pero su cara de no haber roto un plato y de estar más perdida que la dignidad en el partido socialista, es lo que le acaba delatando.
A un servidor no le extraña en absoluto que no se enterara de nada de lo que pasaba en otra habitación del Parador de Teruel, la misma noche que ella pernoctaba en dicho lugar. Ábalos ya podía estar llevando a cabo la madre de todas las orgías que desembocase en el apocalipsis del planeta, que mi paisana seguiría distraída viendo volar a una mosca, mientras todo lo demás sigue insonorizado a sus oídos. Así es como se llega a ministro con Sánchez. No hacer nada mientras ves como España se desmorona bajo tus pies.
Ayer a la ministra portavoz se le preguntó si iba a rectificar en nombre del Gobierno el bulo de la bomba lapa a Pedro Sánchez. Mi paisana contestó: “Nos hicimos eco de una información que fue publicada por algunos medios de comunicación, y es verdad que, posteriormente, algún medio de comunicación ha considerado que esa parte de la conversación se podía interpretar de otra manera. Pero, a partir de ahí, que los árboles tampoco nos impidan ver el bosque”.
Es curioso ver como el Gobierno que se queja de los “pseudomedios”, se ampara en leer una noticia que no saben sí está contrastada y es cierta, pero como es de un digital “amigo” y lanza un misil a la línea de flotación de la UCO, se cree a pies juntillas y varios ministros la expresan públicamente defendiendo su verosimilitud. Pero en vez de rectificar tras leer la información con los mensajes completos, tal y como sacó en exclusiva THE OBJECTIVE, prefieren practicar la huida hacia delante, y hacerse los tontos, para que no nos demos cuenta de que nos lo están llamando a nosotros. Que nos quieran hacer ver que ahora lo grave son los adjetivos que descalifican a Pedro Sánchez, y que ya ha caducado la supuesta importancia de ese posible magnicidio.
La poco mañosa Pilar Alegría nos advierte de “que los árboles no nos impidan ver el bosque”. Ella, que parece que se perdió en dicho arboleda y no quiera salir de ella. El dueño del bosque se llama Pedro Sánchez. Sus brazos ejecutores se confunden con las ramas del árbol más grande y frondoso. Ojalá ninguna de ellas le deje ciega.