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Opinión

Vox y la enfermiza obsesión contra el PP

La derecha debe cerrar filas, dejar atrás las rencillas y centrarse en lo esencial: echar a Sánchez

Vox y la enfermiza obsesión contra el PP

El líder de Vox, Santiago Abascal. | Europa Press

España atraviesa un momento de extrema gravedad. La democracia, la Constitución y el Estado de derecho han sido secuestrados por el Gobierno de Pedro Sánchez, que, lejos de asumir responsabilidades, se enroca en el poder con maniobras propias de una organización mafiosa. Los escándalos de corrupción se amontonan a un ritmo que hace imposible seguirles la pista, y el último, protagonizado por los fontaneros del PSOE, Javier Pérez Dolset y Leire Díez, revela hasta qué punto las cloacas de Ferraz están dispuestas a todo para proteger al presidente y su entorno.

El caso más reciente destapa una operación orquestada desde el corazón del PSOE para neutralizar a la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, encargada de investigar la corrupción vinculada al Gobierno. Leire Díez, militante socialista con un historial en empresas públicas como Enusa y Correos, se reunió con un empresario implicado en una trama de hidrocarburos para obtener información comprometedora sobre el teniente coronel Antonio Balas, jefe de la UCO. A cambio, se ofrecían pactos con la Fiscalía, una jugada que evidencia el intento de socavar las instituciones judiciales. Pero el escándalo no termina ahí: la directora de la Guardia Civil, Mercedes González, una socialista de toda la vida sin preparación para el cargo que ejerce, recibió a Díez en su despacho en el marco de esta operación, según han confirmado varios medios. Este encuentro pone de manifiesto cómo el Gobierno ha infiltrado las instituciones para blindarse ante las investigaciones que lo acorralan.

A esto se suma la implicación de Sáenz de Tejada, un exjuez expulsado de la carrera judicial que trabaja para los intereses del PSOE, quien señaló al magistrado Manuel Marchena como objetivo tras la imputación del Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, exigiendo «actuar inmediatamente». Sáenz de Tejada también ha atacado abiertamente a la UCO o a la juez Beatriz Biedma que ha procesado al hermano de Pedro Sánchez. Incluso se ha sabido que Díez y Pérez Dolset estuvieron en Ferraz con Santos Cerdán durante los famosos «cinco días de reflexión» de Sánchez, un periodo que, lejos de haberlo vivido de manera introspectiva, parece haber sido una conspiración para afianzar su poder.

El Gobierno no solo actúa en las sombras, sino que recurre a la mentira para desacreditar a sus adversarios. El bulo de la «bomba lapa», filtrado convenientemente a medios afines, según el cual un excapitán de la UCO habría planeado atentar contra Sánchez, fue desmentido rotundamente y llegó a la prensa internacional. The Times tituló: «El Gobierno español acusa falsamente a la Policía de un plan para hacer estallar el coche del primer ministro», dejando en evidencia la desesperación del Ejecutivo. Mientras tanto, medios como El Plural han jugado un papel lamentable, manipulando mensajes para vincular a la derecha con el nazismo y negando haber publicado el bulo de la bomba lapa, cuando en realidad sí lo hicieron. Podríamos hablar también del papel de Silvia Intxaurrondo desde RTVE, pero eso daría para otra columna de opinión… El caso es que este abyecto servilismo mediático, acompañado del bochornoso espectáculo de Leire Díez haciéndose pasar por «periodista de investigación» escoltada por Pérez Dolset, contribuye a un ambiente prácticamente irrespirable, donde el español bien informado apenas puede digerir el aluvión de escándalos. Un español, por cierto, ya esté bien o mal informado, cada vez más empobrecido.

Consciente de que su alternativa no es la oposición, sino el banquillo, el Gobierno se ha bunkerizado. El desgaste por la corrupción y las mentiras empieza a desmovilizar a los votantes socialistas, como reflejan las encuestas, pero este nerviosismo los hace todavía más peligrosos. En este contexto, la oposición debería estar más unida que nunca, pero la realidad es otra. El PP ha convocado una manifestación mañana 8 de junio en la Plaza de España de Madrid contra la mafia sanchista. Sin embargo, Vox, liderado por Santiago Abascal, ha optado por el boicot, calificando el acto de «estafa» y centrando sus críticas en el PP en lugar de en Sánchez.

La estrategia de Vox es un error garrafal. Hace meses parecía que podían romper el techo del 15% en intención de voto, pero ahora luchan por superar el 14%, según las encuestas. Mientras la extrema derecha internacional no deja de subir, en Vox van cuesta abajo. Su discurso, cada vez más radicalizado, con tintes socialpatriotas y anticapitalistas –como el del responsable de marketing digital de Vox, Pablo González Gasca, que critica la «dictadura del capital»–, no convence a la derecha moderada. Defender a Trump con los aranceles o atacar sin piedad a Feijóo y Von der Leyen en lugar de a Sánchez solo demuestra torpeza, una torpeza que debilita a la oposición y beneficia al Gobierno. Porque al Gobierno nada le interesa más que un Vox radicalizado: un Vox echado al monte es una bendición para el Gobierno. 

Hemos visto a Abascal en los últimos días haciendo declaraciones propias de Óscar López en cuanto a demagogia. Sin embargo, las contradicciones del partido no se quedan solo en discursos pobres, desatinados o «insufis». La televisión de Vox, controlada por la familia Ariza, ha blanqueado a Javier Pérez Dolset, uno de los fontaneros del PSOE, algo que choca frontalmente con la postura antisanchista que el partido proclama. Por si fuera poco, la cuenta oficial de Vox Madrid llegó a felicitar a las radios de PRISA –aunque luego eliminaron el mensaje–, un gesto que ocurrió tras la asistencia complaciente de Isabel Pérez Moñino y José Antonio Fúster a un acto organizado por la cadena SER. Esto plantea una pregunta inevitable: ¿a qué juega Vox? ¿No decían que a la izquierda ni agua? Pues nada, resulta que Vox le ha declarado la guerra a Iván Espinosa de los Monteros, a Feijóo, a Von der Leyen, a los malditos liberales, a los que piden entendimiento en la derecha… Sí, entendimiento.

Resulta irónico que Vox critique al PP cuando ellos mismos pactan con los populares cuando les conviene. En Valencia, Baleares o Murcia, han apoyado gobiernos autonómicos y presupuestos junto al PP, demostrando que son capaces de entenderse. Si la derecha sumara en unas elecciones generales, no dudo que Vox estaría encantado de asumir una vicepresidencia. Sin embargo, su beligerancia contra el PP es enfermiza. En el fondo es puro postureo, un intento de diferenciarse que solo divide a la oposición mientras se prolonga la agonía de España bajo el Gobierno de Sánchez.

Los españoles tienen derecho a manifestarse contra este régimen corrupto, y cualquier boicot, como el de Vox, es un error estratégico. El verdadero enemigo es Pedro Sánchez y su mafia cloaquera, que ha secuestrado las instituciones y degrada la democracia día a día. La derecha debe cerrar filas, dejar atrás las rencillas y centrarse en lo esencial: echar a Sánchez y devolver la dignidad al país. Solo así podremos salir de este lodazal.

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