A los que votarían hoy al Partido Socialista
«Un Gobierno patético, inmoral, corrupto, donde las tragaderas de sus seguidores y votantes no tienen fin»

Begoña Gómez vota en las elecciones europeas de 2024. | EFE
Si usted que me lee, hoy votaría en unas elecciones generales al Partido Socialista es porque o tiene un retraso cognitivo o directamente es una mala persona. Una persona normal, sin ser especialmente inteligente ni brillante, no votaría a nadie, pues conformarse con lo menos malo no le parece una opción apreciable cuando lo que está en juego es la gobernabilidad de un país. Algo que hay que tomarse más en serio que elegir qué tomas de postre o de qué color te compras la camisa que te ha gustado en esa tienda. Uno puede equivocarse al elegir la tarta de zanahoria y darse cuenta de que no era casera, o al comprarte esa camisa de manga corta infestada de palmeritas como si tu torso fuera una playa tan desierta como tu buen gusto. Ir de detective privado en Marbella o Miami a partir de los 35 es de un ridículo insuperable.
Estamos en una sociedad decadente y eso los distintos poderes lo saben, ya sea el político o el económico. El jueves pasado tuve que ir a firmar a la feria del libro de Madrid. Decidí ir con tiempo para dar una vuelta por el parque del Retiro y hacer un pequeño trabajo de campo que llevo constatando desde hace un par de años, pero que este jueves con el informe “calentito” de la Guardia Civil sobre Santos Cerdán, tomaba especial relevancia. Y es que me puse a preguntar al personal a qué partido votaban y según su respuesta, les hacía una segunda donde tenían que elegir entre que gobernase el partido con el que comparten ideología y preceptos, pero es corrupto, o el partido antagonista con una ideología totalmente opuesta a la suya, pero que va a cumplir la ley. La inmensa mayoría eligieron el gobierno corrupto afín con sus ideas. Como pueden suponer casi todos mis entrevistados eran votantes del PP o del PSOE. Lo que más me asustó fue la naturalidad con la que respondían, como si fuera algo obvio. Como si lo importante fuera ganar sin importar el cómo. Era más un voto en contra del otro, que a favor del tuyo. Un revanchismo y una animadversión que hace justificar todo a los tuyos y nada a los otros. Y es que no hay más ciego que el que no quiere ver. Lo que me sorprendió de esas respuestas no fue el “qué”, sino el “cuando”. El cadáver político de Cerdán estaba caliente, pero no había cambiado la frialdad con la que se manifiestan muchos votantes.
Pero ahora gobierna el PSOE, y es a quien hay que fiscalizar. Un Gobierno patético, inmoral, corrupto, donde las tragaderas de sus seguidores y votantes no tienen fin. Que votan a un partido sin ninguna ética justificándolo en que sí no llegará la ultraderecha. Ese monstruo de dos cabezas poco fiero, como demuestran sus comportamientos en la oposición. Pero luego ese gobierno más “grouchista” que “marxista”, hace de sus principios los contrarios, y pacta con los dos partidos más nazis y de extrema derecha que hay en el Congreso de los Diputados. El PNV del RH negativo de Arzalluz, ni Hitler se atrevió a hablar de un tipo de sangre propia, y que les hacía especiales y superiores. En Cataluña, fue el partido de Pujol el que popularizó el concepto de charnegos para denominar a los hijos catalanes de los que habían venido de Aragón, Extremadura o Andalucía, por nombrar algunas de las regiones. Llamar vagos a los andaluces o regodearse de la pobreza de otras regiones del país. Y es que Junts parte de una supuesta superioridad moral basada en el clasismo más repulsivo. Pero para los votantes socialistas actuales todo vale para que no llegue “su” ultraderecha.
Mientras tanto 115 familias siguen viviendo en barracones tras el volcán de La Palma casi cuatro años después. Las ayudas para los enfermos de ELA siguen sin llegar. El gobierno del pueblo y que lucha contra el capital y sus grandes empresas, prefiere vivir como estos, pero con el esfuerzo de los otros. Nos roban, pero es por nuestro bien. Le condonan la deuda a Cataluña, mientras Extremadura continua con un tren que va más lento y se estropea más que el coche de los Picapiedra. Políticas socialistas que deben gustar a los suyos, pues las siguen defendiendo de manera tan sectaria como abducida. La argumentación del mal porque es ejecutada por los tuyos te deja en un lugar injustificable. Que tu odio al adversario haga que no te importe que tiren por el suelo lo que se supone que son tus valores e ideas te deja en un lugar que un servidor no quiere compartir. Ojalá fuera un problema de desconocimiento e incultura, que también lo es, pero por desgracia en su mayoría tiene que ver con un fanatismo acomplejado, y del que además sólo se benefician la parte alta jerárquica de las organizaciones más mafiosas que políticas que defienden de manera vehemente. Me voy quedando solo, pero en paz.