Vertedero Pablo Iglesias: residuos escritos e ideológicos
«Señor Iglesias, la ‘basura’ que usted despreció resultó ser el olor a podredumbre que emanaba de su propio patio»

Pablo Iglesias durante la V Asamblea Ciudadana de Podemos. | Europa Press
En noviembre de 2021, Pablo Iglesias, el exvicepresidente y profeta de la pureza ideológica, publicó en CTXT un artículo titulado Periodismo basura: farlopa, coprofilia y cintas de video. En él, con su habitual mezcla de soberbia y escatología, arremetía contra una exclusiva de THE OBJECTIVE sobre José Luis Ábalos, calificándola de “basura” y mandando “democráticamente a la mierda” a quienes la publicaron. Cuatro años después, en junio de 2025, con el caso Koldo destapando un lodazal de corruptelas alrededor del exministro socialista, el texto de Iglesias no solo envejece como leche cortada, sino que se convierte en un monumento al ridículo. Porque, señor Iglesias, la “basura” que usted despreció resultó ser el olor a podredumbre que emanaba de su propio patio.
En su panfleto, Iglesias no escatimaba en insultos. Acusaba al “trío” de THE OBJECTIVE, Quinteros, Nieto y Garat, de frecuentar los baños de la “noche golfa madrileña” para consumir “presunta farlopa”. Insinuaba, con un tufillo xenófobo, que el marido colombiano de una periodista era clave para “atar cabos”. Y, en un delirio conspiranoico, sugería que el comisario Villarejo tendría cámaras grabando esas juergas. Todo ello, claro, sin una sola prueba, solo rumores de “fuentes muy solventes” de la misma cloaca que él decía combatir. Su artículo no era una crítica al periodismo; era un ajuste de cuentas personal, un berrinche de quien no soporta que la prensa no le rinda pleitesía.
Qué ironía, don Pablo, que en 2025 el caso Koldo haya puesto a Ábalos en el centro de un escándalo que hace que aquella “basura” periodística parezca un simple prólogo. La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha destapado una presunta trama de comisiones millonarias, contratos públicos amañados y favores a empresarios amigos. Koldo García, el fiel escudero de Ábalos, grabado ofreciendo al exministro medio millón mensual de una petrolera venezolana. Claudia Montes, amiga y militante del PSOE, colocada en Logirail gracias a las influencias del ministro. Y un sinfín de audios y documentos que dibujan un sistema de corruptelas que, lejos de ser “insinuaciones no probadas”, como Iglesias vociferaba, están ahora en manos de los jueces.
Mientras Iglesias se desgañitaba en CTXT acusando a los periodistas de “coprofilia” y de revolcarse en la mierda, el verdadero estiércol estaba en el Ministerio de Transportes. Pero, claro, para el exlíder de Podemos, la prensa que osa cuestionar a sus aliados es siempre la culpable. En 2021, defendía a Ábalos con uñas y dientes, tachando de “inmundicia” las informaciones de Ketty Garat. Hoy, con Ábalos fuera del PSOE, sin pasaporte y compareciendo cada 15 días ante el juzgado, Iglesias debe estar buscando una alcantarilla donde esconder su bochorno. En 2025, la hemeroteca es implacable, y las burlas de Iglesias a THE OBJECTIVE se le han vuelto en contra como un bumerán.
Lo más hilarante es releer a Iglesias fantaseando con cintas de Villarejo y “presuntos tiros” de farlopa, mientras ignoraba, o fingía ignorar, los audios reales de Koldo y Ábalos hablando de comisiones, mujeres y fines de semana “discretos”. ¿Dónde está ahora su indignación, don Pablo? ¿Dónde su defensa de la ética periodística? En 2024, ya con el caso Koldo en plena ebullición, Iglesias tuvo el cuajo de escribir en Diario Red que los medios afines al PSOE atacaban a Ábalos para proteger a Sánchez. Ni una autocrítica, ni un mea culpa por su error de 2021. Solo más conspiraciones, más victimismo y la misma obsesión por culpar a la prensa de sus propios fracasos.
En este 2025, con España sumida en una crisis de confianza hacia el Gobierno de Sánchez, el PP ganando terreno y la izquierda fragmentada, el texto de Iglesias es un recordatorio de su irrelevancia. Mientras él sigue ladrando desde Diario Red y las ondas, la prensa libre, sí, esa que él llama basura, continúa destapando corruptelas. THE OBJECTIVE no necesitaba inventarse nada; los hechos han hablado más alto que sus insultos. Y si alguien ha quedado cubierto de mierda, no son los periodistas, sino quienes, como Iglesias, defendieron a ciegas a un político hoy señalado por la justicia.
Aquí seguiremos haciendo periodismo, sin miedo a los exabruptos de nadie. Gracias, Pablo Iglesias, por recordarnos que la verdad, aunque huela mal al principio, siempre acaba saliendo a flote. Y su panfleto, lejos de ser una crítica, es solo un grito de frustración de quien ya no controla la narrativa. La cloaca, señor Iglesias, no estaba en nuestras redacciones, sino en su texto y de lo que se desprende de él. Y es que ¿qué persona honorable defendería a un gobierno o personas corruptas? Y si sólo fue cuestión de fe o lo que es lo mismo en este caso, cuestión de intereses particulares o de partido, en definitiva, aquello de que el fin justifica los medios, y le daba igual que Ábalos fuera culpable o no, habla de que a usted sí que le gusta la basura, tanto que ha conseguido mimetizarse con ella.