The Objective
Hastío y estío

Sánchez, su suegro y los puteros

«¿Cómo puede alguien presentarse como feminista mientras su familia ha vivido del negocio del sexo?»

Sánchez, su suegro y los puteros

Ilustración de Alejandra Svriz.

Lunes, 16 de junio de 2025. Pedro Sánchez, con su característica pose de estadista progresista, se sube al púlpito mediático para proclamarse, una vez más, abanderado del feminismo y enemigo acérrimo de la prostitución. Con la solemnidad de quien cree que las palabras borran los hechos, el presidente del Gobierno español insiste en que su Ejecutivo es el adalid de la igualdad y la lucha contra la explotación de las mujeres. Pero, como suele ocurrir con Sánchez, la realidad le estalla en la cara como una granada de contradicciones. Porque mientras él pontifica, el pasado de su familia política y los audios escandalosos de su entorno más cercano dibujan un retrato de hipocresía que ni el mejor guionista de Torrente podría imaginar.

Empecemos por lo obvio: el suegro de Sánchez, Sabiniano Gómez, padre de Begoña Gómez, no era precisamente un monje benedictino dedicado a la caridad. Durante décadas, este señor regentó un pequeño imperio de saunas y prostíbulos en Madrid, con locales como la famosa «Sauna Adán» en la calle San Bernardo y la «Sauna Azul» en Concepción Arenal, ambos señalados como espacios donde la prostitución, especialmente de corte homosexual, era el pan de cada día. Según múltiples investigaciones periodísticas, Sabiniano no solo gestionó estos negocios hasta 2006, casualmente, el año en que Sánchez se casó con Begoña, sino que siguió vinculado a ellos de manera informal a través de sus hermanos, incluso cuando su yerno ya escalaba en el PSOE.

Pero aquí no acaba la cosa. Los tentáculos de este negocio familiar llegan más lejos. Se ha documentado que el dinero de estas saunas sirvió para financiar lujos como la casa familiar de Sánchez y Begoña en Pozuelo de Alarcón, valorada en casi 700.000 euros, y otras propiedades que el matrimonio acumula con una facilidad pasmosa para quienes dicen defender a los desposeídos. Y, por si fuera poco, audios del excomisario Villarejo sugieren que la propia Begoña Gómez no era ajena a estas actividades, actuando como contable en las sombras de los negocios de su padre. Claro, cuando Sánchez habla de «abolicionismo» y de que la prostitución «esclaviza a las mujeres», olvida mencionar que su familia política se enriqueció precisamente con ese «esclavismo» que ahora condena con lágrimas de cocodrilo.

Y luego están los audios de Koldo García y José Luis Ábalos, que han caído como una bomba en el PSOE en este junio de 2025. En estas grabaciones, el exministro de Transportes y su asesor de confianza, Koldo, charlan con una naturalidad escalofriante sobre un «casting» de prostitutas, repartiéndose mujeres como si fueran cromos: «Ariatna, la colombiana nueva, Carlota… la que tú quieras, o las dos». La conversación, fechada en abril de 2019, justo tras el 8-M donde Begoña Gómez desfilaba como icono feminista junto a ministras socialistas, es un mazazo a la credibilidad del partido. Mientras Sánchez y su esposa se llenaban la boca con la «igualdad» y el «Me Too», sus compañeros de filas trataban a las mujeres como mercancía.

Lo más sangrante es el contexto. Sánchez, que en su declaración del pasado lunes condenó estos audios y habló de «repugnancia» ante el «machismo» de Ábalos y Koldo, no ha dicho ni mu sobre las saunas de su suegro ni sobre las acusaciones que salpican a su mujer. Se limita a fruncir el ceño, soltar un discurso prefabricado y pasar página, confiando en que su maquinaria mediática barra la suciedad bajo la alfombra. Pero la doble moral no se borra con un tuit ni con una comparecencia. ¿Cómo puede alguien presentarse como feminista mientras su familia ha vivido del negocio del sexo? ¿Cómo puede condenar la cosificación de las mujeres cuando sus dos manos derechas en el partido la practicaban en privado?

La respuesta es sencilla: Sánchez no es feminista, es un oportunista. Su «feminismo» es un traje que se pone y se quita según convenga, un eslogan vacío que le sirve para ganar votos mientras ignora las contradicciones que le rodean. Las saunas de Sabiniano, los audios de Koldo y Ábalos, y la contabilidad en B de Begoña son piezas de un puzle que retrata a un presidente que predica una cosa y tolera la contraria.

La plataforma Stop Abolición lo resumió perfectamente tras la muerte de Sabiniano Gómez: «Es hipócrita criminalizar la prostitución cuando tu suegro vivía de ella». Sánchez puede seguir vendiendo su relato de «Gobierno feminista», pero los hechos gritan más alto. Y en este caso, los hechos pintan un cuadro de hipocresía, privilegios y mentiras que no se tapa con todo el Photoshop de Moncloa. Ni tampoco con ese maquillaje «estratégico» que le ha dado ahora por ponerse en la cara al Presidente del Gobierno.

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