The Objective
Hastío y estío

Zapatero y su chapapote

«La trama es digna de una novela de John le Carré a la caribeña: de Madrid a Dominicana con escala en Caracas»

Zapatero y su chapapote

El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

En los pasillos del poder, donde las sombras de las decisiones políticas se alargan como las colas para el pan en Caracas, el nombre de José Luis Rodríguez Zapatero resuena de nuevo. No por sus días de gloria al frente de La Moncloa, ni por su sonrisa perpetua que parecía desafiar la gravedad de las crisis, sino por algo más terrenal y, al parecer, mucho más lucrativo: el petróleo venezolano. Según las últimas noticias del periódico que están leyendo en este momento con muy buen criterio, el expresidente socialista habría encontrado en la petrolera estatal PDVSA una fuente de ingresos tan generosa como el crudo que extrae. Y no estamos hablando de honorarios por conferencias motivacionales.

Víctor de Aldama guarda bajo llave dos sobres que, según fuentes cercanas al llamado “nexo corruptor”, contienen pruebas irrefutables de pagos millonarios de PDVSA a Zapatero. Documentos de tal envergadura, que podrían hacer temblar los cimientos de la política española. O, al menos, los de la reputación del expresidente, que ya lleva tiempo tambaleándose entre los elogios de Nicolás Maduro y las críticas de quienes ven en él un mediador con demasiada afinidad por el chavismo.

La trama, digna de una novela de John le Carré con un toque caribeño, nos lleva de Madrid a República Dominicana, con escalas en Caracas. Según la UCO de la Guardia Civil, el petróleo venezolano, ese oro negro sancionado por Estados Unidos y la Unión Europea, llegaba a España por la puerta trasera, refinado en República Dominicana para esquivar las restricciones internacionales. Y en este sofisticado juego de trileros, Zapatero habría sido algo más que un observador internacional: un conseguidor de altos vuelos, literalmente, pues Aldama asegura haberle facilitado viajes privados entre Caracas y Santo Domingo. “Que dé explicaciones”, soltó el empresario en una entrevista reciente, con esa mezcla de seguridad y desafío que caracteriza a quienes saben más de lo que dicen.

No es la primera vez que el nombre de Zapatero se tiñe de petróleo venezolano. Ya en 2024, el caso de Raúl Morodo, su embajador en Caracas, dejó un reguero de titulares: 4,5 millones de euros cobrados de PDVSA por “asesorías ficticias”, una condena por fraude fiscal y un aroma a cloaca que salpicó, aunque sin mojar del todo, al expresidente. Ahora, con Aldama dispuesto a abrir su caja de Pandora, la pregunta no es si Zapatero medió en Venezuela, sino cuánto cobró por ello. Y, más importante, cómo logró que su imagen de pacificador global conviviera con una presunta cuenta corriente engordada por el régimen de Maduro.

La ironía es sublime: el hombre que predicaba el diálogo y la alianza de civilizaciones habría encontrado su verdadera vocación en la alianza de hidrocarburos. Mientras Venezuela se desangraba en colas, apagones y hambre, Zapatero, según las acusaciones, se movía entre despachos y aviones privados, tejiendo una red que, de confirmarse, convertiría sus gestiones diplomáticas en un negocio redondo. República Dominicana, ese paraíso fiscal con playa incluida, era el epicentro de la operativa, donde el crudo se lavaba para llegar a Europa con un sello de inocencia.

Y mientras tanto, en España, el silencio. Ese silencio cómplice que envuelve a los intocables, esos que siempre caen de pie, como gatos con siete vidas y un buen abogado. Zapatero, con su aura de estadista retirado, sigue siendo una figura venerada en ciertos círculos del PSOE, donde las acusaciones se despachan como “campañas de la derecha”. Pero los sobres de Aldama, si llegan a abrirse, podrían ser más elocuentes que cualquier editorial de El País ¿Qué contienen? ¿Contratos? ¿Transferencias? ¿O tal vez una lista de contactos que conectan a Zapatero con los más altos cargos del chavismo? Solo el tiempo, o un juez con ganas de hacer historia, lo dirá.

Por ahora, el expresidente guarda silencio, quizás confiado en que la tormenta pase, como tantas otras. Pero en esta ocasión, el olor a petróleo es demasiado fuerte, y las pistas, demasiado claras. Si algo nos enseña esta historia es que la mediación, cuando se hace con el corazón en la cartera, deja un rastro difícil de borrar. Y Zapatero, que soñó con ser el Gandhi de la política española, podría acabar recordado como el Midas del crudo venezolano: todo lo que toca, lo convierte en oro. Negro, por supuesto.

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