Carta de un militante del PSOE a Sánchez
«¿Cómo te vas a someter a una cuestión de confianza? Para eso hay que ser un demócrata muy convencido»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Presidente y secretario general. Compañero Sánchez.
Verás. Me presento. Estoy afiliado al PSOE desde hace 35 años, en el PSOE-M, o como a mí me sigue gustando llamar en la FSM. Empecé en la Agrupación Socialista de Carabanchel, donde sigo hoy. Durante esos años he sido alto cargo en las tres administraciones públicas, central, autonómica y local. También tuve el orgullo de representar a los madrileños como diputado en la Asamblea de Madrid, en los últimos años como secretario general y portavoz adjunto del grupo parlamentario socialista. Coincidí contigo en el Ayuntamiento de Madrid, tú como concejal por obra y gracia de Pepe Blanco, perdona la licencia, no te conocía nadie en Madrid, tampoco cuando terminó tu mandato de cuatro años.
Como comprenderás por lo anterior, cuando recibo una carta de mi secretario general la leo y la analizo con detenimiento, y procuro hacerlo pensando en el contexto de la situación del partido y por supuesto de España, que va antes que la del partido, como me enseñaron mis líderes y sobre todo la historia del partido desde su fundación, también las resoluciones de sus congresos. Cuando estos, si había mayoría, vapuleaban incluso al secretario general, Felipe González no pudo ir como portavoz de la de delegación por Madrid en uno de ellos.
Volviendo a las cartas, aquella en la que le pediste al jefe de Estado y a los españoles unos días para pensar si seguías o no, me pareció chocante. Un presidente de gobierno lo es las 24 horas de todos los días de su mandato, o convoca elecciones y se va. Pero bueno, qué presidente no ha tenido un bajón anímico, provocado por un «malvado» juez facha que le ha querido amargar lo más preciado, el amor. Claro que, visto hoy, cabe la posibilidad que fuera por amor y porque temiste la que se te venía encima. Visto hoy no sería ninguna locura pensar que tuvo más que ver lo segundo que lo primero.
Ahora con esta última no sé si yo estoy en el PSOE o tú en la antigua Roma. Empiezas diciendo que debo sentir «dolor» por lo que está apareciendo estos días sobre casos de corrupción en el gobierno que presides y llevas razón, no sabes cuánto. A partir de ahí lo que me escribes me causa más dolor, pero acompañado de una especie de malestar estomacal que suele causar vómitos. Intentas manipular mi conciencia y convicciones a través de un relato inexistente. Me tratas, o lo intentas, como si fuera alguien que ni oye ni ve, pero lo peor es que me amenazas e intentas que entre en pánico.
Me amenazas con no estar entre los tuyos, con los progresistas de Junts, bilduetrarras y demás restos de independentistas y extrema izquierda, que sois los que gobiernan para que España avance, e intentas amedrentarme porque, si no es así, llegarán las hordas fascistas que arrasarán con todo lo que has logrado. Por ejemplo, que España tenga el mismo nivel de transparencia que Botsuana bajo tu poder. Porque tú no gobiernas, estás en el poder, claro, y tienes que ser el «capitán que coja las riendas» y nos guíe (¿Por qué no cesar?). Estás vacío, con exceso de maquillaje autoritario.
La verdad es que estás rodeado de corrupción, tanto muy cercana como la que salpica a aquellos de quienes te rodeaste para ganar unas primarias (¿?), y a quienes aupaste a lo más alto del gobierno y del partido. No tienes mayoría parlamentaria, has perdido 120 votaciones en el Congreso, no tienes presupuestos, por lo que para ti la Constitución está para no cumplirla, ¿Cómo te vas a someter a una cuestión de confianza? Para eso hay que ser un demócrata muy convencido, saber que no se está por encima de los ciudadanos a los que sirve, y perdóname, en tu caso, creo que te hacen falta muchas horas de diván y profesional.
En fin, me declaro un «melancólico civil», convencido que vivía en una nación plenamente desarrollada y resulta que vivo en una en vías de desarrollo, donde se ataca e insulta a los jueces incómodos. Se generan bulos y fango desde el gobierno, donde el Fiscal General está a punto de banquillo, sin presupuestos, donde se amnistía a vulgares delincuentes para que te mantengas en el poder, donde el apagón, los trenes asesinos son culpa de mi vecino, por no hablar de «fontaneros» investigando cómo desprestigiar a los que por orden judicial cumplen con su trabajo.
Desconozco si tienes mayoría social, pero en momentos como este es cuando hay que saberlo: convoca elecciones.